María Rivera
12/06/2025 - 12:01 am
Sadismo
Lo que a mí me deja totalmente sorprendida es que esto ocurra y nadie los detenga. Ningún país “civilizado” ha podido detener el baño de sangre que durante muchos meses ha cometido Netanyahu en Gaza, nadie ha podido terminar con la imposición del hambre a millones de personas y llevarles libremente alimentos, lo que evidencia que la enfermedad está mucho más extendida en el mundo, lo que es muy preocupante.
No entiendo, querido lector. O es terrible tratar de entender la saña de Israel, bajo el Gobierno de Netanyahu, con los palestinos. No entiendo cómo el mundo no ha detenido los múltiples e intolerables crímenes de guerra cometidos contra la población de Gaza, a la vista de todos.
Israel puede someter a la hambruna a millones de personas, puede manifestar su odio, porque no hay otra palabra para lo que anima semejantes crímenes, y no pasa nada. Israel puede seguir matando a niños y mujeres, puede bombardear y destruir ciudades, puede desplazar a toda una población y a donde fueron desplazados, asesinarlos. Eso puede hacer, bombardear campos de refugiados y también hospitales y escuelas. Puede, de hecho, asesinar a personal de la ONU, a personas extranjeras y no pasa nada. Asesina niños sin ninguna piedad, ya sea con bombas que los sepultarán, ya sea privándolos de atención médica o de alimentos. Lleva ya mucho tiempo haciéndolo sin tener que detenerse y sin rendir cuentas. Las fotos de los cuerpos de los niños y las niñas asesinados recorren las redes, una y otra vez, mientras los asesinos siguen cometiendo crímenes de guerra, totalmente impunes.
Ahora ha decidido que los gazatíes sufran hambre como la sufrieron los judíos europeos el siglo pasado en los guetos y campos de concentración nazis, racionándoles la comida al sólo permitir algunos puntos de distribución de alimentos, totalmente insuficientes, y manejados por una sola institución aliada. La retórica que usan para dejar sin comer a sus víctimas, es muy parecida a la que usaban los nazis y lo que es más impresionante es constatar que ese horror está ocurriendo mientras lo vemos todos: el horror que muchos de los fundadores de Israel juraron que no volvería a ocurrir. El “nunca más” que por lo visto solo aplica para ellos, no para sus víctimas. Porque hay que llamarlos así, como lo que son cientos de miles de familias palestinas que, en los hechos, son presos de Israel y están siendo sometidos a la privación en todas las formas posibles por un enemigo poderoso y sádico. Porque ese es justamente el sentido, el sadismo, al darles un poco de alimento, insuficiente, tal como hicieron los nazis con los judíos en guetos y campos, hace casi un siglo.
Los palestinos en Gaza enfrentan, pues, el sadismo de un enemigo tan poderoso como para infligir una tortura masiva sin que nadie pueda detenerla, así constituya un crimen de lesa humanidad, castigado por el derecho internacional. La bota israelí es como la bota nazi, hay que decir: su objetivo al privar de alimentos a cientos de miles de personas, es causarles un enorme sufrimiento, reducirlos a menos que nada.
Es estremecedor presenciar “en vivo” y a todo color, una forma de nazismo viva y activa destruyendo la vida de cientos de miles de personas y no poder hacer nada, más que decirlo. Es totalmente estremecedor contemplar a los poderosos del mundo aceptar que el horror sí pudo volver a suceder, con su complicidad abierta o encubierta. Todo el orden mundial post segunda guerra mundial y sus instituciones civilizatorias, tiradas a la basura, destruidas por su inoperancia ante un genocidio video grabado y transmitido en vivo a millones de personas en todas las partes del mundo.
El horror que hemos visto estos meses, como el asesinato masivo de niños, de bebés de incubadora, el asesinato de personas que buscaban alimentos, el asesinato de médicos y periodistas, en fin, el asesinato para infligir un enorme daño a una población tiene su impronta directa en genocidas como Himmler, que despreciaba a sus víctimas –hombres, mujeres y niños- los consideraban menos que humanos, de allí la privación de alimento como una forma de tortura extrema.
Lo que a mí me deja totalmente sorprendida es que esto ocurra y nadie los detenga. Ningún país “civilizado” ha podido detener el baño de sangre que durante muchos meses ha cometido Netanyahu en Gaza, nadie ha podido terminar con la imposición del hambre a millones de personas y llevarles libremente alimentos, lo que evidencia que la enfermedad está mucho más extendida en el mundo, lo que es muy preocupante.
Y quienes lo intentan, así sea de manera simbólica, como el grupo de activistas de diversas nacionalidades que recientemente navegó a la costa de Gaza, entre ellos la sueca Greta Thunberg, corren el riesgo de ser detenidos y secuestrados por el Israel, como sucedió cuando fueron emboscados en aguas internacionales, a pocos kilómetros de la costa, hace unos días. Los activistas fueron llevados a Israel, todo de manera totalmente ilegal. Thunberg ya fue deportada, pero los demás activistas se negaron a firmar el documento de su deportación, entre ellos la eurodiputada Rima Hassan, por lo que permanecen secuestrados en Israel.
La manera, sin embargo, en que Israel publicitó su detención y posterior secuestro ante el mundo, resulta aún más violenta y ofensiva, que la detención misma. La burla soez del grupo y la oferta de ¡agua y panes! a los activistas que llevaban algo de alimentos a los palestinos, es todavía más agraviante de la tragedia humanitaria. Crueldad, burla, sadismo, no hay otras palabras, querido lector. La burla cometida frente a las cámaras, evidencia el odio de manera descarnada. Como si todo fuera un chiste, una puesta en escena, un circo para el entretenimiento y no la tragedia de cientos de miles de personas hambrientas. Los israelís no solo impiden que los palestinos coman, también se burlan de su sufrimiento y de todos aquellos que intentan impedirlo o se compadecen de ellos. Es decir, de todos nosotros, querido lector, que los consideramos tan seres humanos como nosotros.
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