La resistencia de las bacterias; un asunto de conveniencia económica y preocupación de médicos y políticos

01/11/2013 - 12:00 am
Foto: EFE
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Ciudad de México, 1 de noviembre (SinEmbargo).– Los antibióticos, medicamentos contra bacterias que provocan enfermedades, son la base de la medicina moderna. Si pierden su efecto, infecciones de heridas o enfermedades como pulmonía o sífilis pueden volver a ser un peligro. Sin embargo, el abuso y la auto medicación representan un enorme problema de salud a nivel mundial, ya que de esta manera surgen cada vez más algunos tipos de bacterias que resisten y se defienden ante estos tratamientos.

Al respecto Otto Cars, profesor de enfermedades infecciosas en la universidad de Uppsala, Suecia, mostró una especial preocupación sobre la pérdida de control que la medicina empieza a manifestar en las bacterias. “También perdemos la posibilidad de tratamientos que hoy son estándar. Trasplantes, prótesis de caderas o quimioterapia sólo funcionan si los pacientes tienen suficientes defensas ante la infección”, dijo.

“El problema es mucho mayor de lo que creemos”, agregó, refiriéndose a que con el abuso de los tratamientos, las bacterias mutan desarrollando resistencia a los medicamentos. Y ahora, dichas infecciones resistentes se han convertido en un problema para la medicina global, publicó Deutsche Welle.

Para el también director de ReAct, además de tratarse de un problema en el que la salud está en juego, también se trata de un tema en el que –a pesar de que se conozca el problema– todavía no se ven efectos prácticos. Debido a eso, en su papel como dirigente de esta red internacional intenta coordinar acciones de política, medicina o investigación contra la resistencia a los antibióticos.

Foto: Gemeinfrei
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No obstante, a pesar de las advertencias constantes que se hacen y de campañas que advierten sobre el abuso de antibióticos, estos se siguen usando en la cría de animales para evitar enfermedades y fomentar el crecimiento. Sin embargo, lo que causa la mayor parte de las mutaciones es su mal uso y la administración de estos sin control. “En China se administran antibióticos intravenosos para un resfriado”, dice Cars, quien también agrega que “el consumo está actualmente en 138 gramos por persona, mientras en Suecia sólo son siete gramos. Eso es consumo masivo”.

Por otra parte, en el mundo la legislación al respecto no es uniforme y mientras que en la Unión Europea existe una ley que obliga a administrar antibióticos bajo receta, existen países como Italia o Grecia donde todavía se venden libremente. Así mismo, existen otros casos como Estados Unidos, donde las autoridades sospechan que casi la mitad de los antibióticos prescritos se toman de forma innecesaria o errónea y, sobre todo, muchas veces se recetan versiones “genéricas” de estos, sin llegar siquiera a conocer el tipo de bacteria para los que son recetados.

Otto Cars critica el hecho de que a menudo se presupone que es la bacteria la que causa la infección. Sin embargo, en caso de que el análisis no sea correcto, el paciente recibe antibióticos que no le sirven. “Por eso hay que acelerar los diagnósticos”, agrega. No obstante, el problema en este caso radica en que, para determinar el agente que provoca la enfermedad, son necesarios cultivos y análisis de laboratorio, pero aunque existan aparatos que ofrecen resultados en un corto espacio de tiempo, estos son caros y se usan muy poco.

Por otra parte, también las investigaciones en busca de nuevas soluciones contra bacterias mutantes son lentas, por lo que Anthony So, director del programa, Global Health and Technology Access en la escuela Sanford de Políticas Públicas, hace la observación de que a la industria, simple y sencillamente le faltan estímulos.

“En la industria farmacéutica el coste de la investigación es muy alto y el éxito no es seguro. Los antibióticos genéricos prometen más beneficios que un medicamento desarrollado únicamente para tratar una sola bacteria”. Por si fuera poco, estos medicamentos se consumen normalmente durante un breve espacio de tiempo, mientras que medicamentos contra la tensión, la diabetes o el HIV son mucho más lucrativos debido a la duración del tratamiento.

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