Greenpeace pide impulsar agricultura ecológica en Latinoamérica

04/03/2016 - 12:06 am

La FAO reconoce que medio millón de plaguicidas obsoletos se encuentran dispersos en los países en vías de desarrollo. Estos productos químicos tóxicos, abandonados o almacenados en lugares inapropiados, tienen el potencial de contaminar un radio de 300 metros a la redonda y un mínimo de 50 centímetros hacia abajo en el suelo.

La agricultura ecológica garantiza la soberanía alimentaria, medios de vida rurales justos y dignos para las personas: Greenpeace. Foto: Shutterstock.
La agricultura ecológica garantiza la soberanía alimentaria, medios de vida rurales justos y dignos para las personas: Greenpeace. Foto: Shutterstock.

Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).- Greenpeace pidió a los representantes de los gobiernos de América Latina y el Caribe establecer la transición hacia un modelo de agricultura ecológica como una prioridad de la agenda 2016-2017 del 34o periodo de sesiones de la Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que se llevó a cabo del 29 de febrero al 3 de marzo en la Ciudad de México.

La organización ambientalista señaló que actualmente, más de 34 millones de personas padecen hambre en América Latina a causa de un sistema alimentario fallido, basado en un modelo de agricultura industrial que más allá de “erradicar el hambre para un desarrollo sostenible” –como dice el lema de la Conferencia- beneficia a las grandes corporaciones, produce alimentos de bajo contenido nutricional, sobre explota recursos naturales y hace un uso desmedido de agrotóxicos.

Hace apenas un par de semanas, más de un centenar de asociaciones civiles y movimientos sociales denunciaron el intento de la agroindustria por reenfocar las políticas y recursos de la FAO hacia el apoyo a cultivos y animales genéticamente modificados.

Los inconformes expresaron su preocupación sobre el Simposio Internacional “El papel de las biotecnologías agrícolas en los sistemas alimentarios sostenibles y la nutrición”, que la FAO celebró en su sede en Roma, del 15 al 17 de febrero de este año.

La FAO ha reconocido que medio millón de plaguicidas obsoletos se encuentran dispersos en los países en vías de desarrollo. Estos productos químicos tóxicos, abandonados o almacenados en lugares inapropiados, tienen el potencial de contaminar un radio de 300 metros a la redonda y un mínimo de 50 centímetros hacia abajo en el suelo.

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En América Latina y el Caribe, Argentina, Brasil y México son los principales actores en materia productiva y comercial de alimentos y productos alimenticios, por el tamaño de sus economías dentro de la zona. Los tres países en conjunto concentran casi dos terceras partes de la superficie y de población de la región, lo cual deja ver la importancia de sus mercados internos.

“Es necesario que esta conferencia en México sirva para comprometerse con los pequeños agricultores que producen el 40 por ciento de los alimentos que consumimos a nivel nacional, y más del 80 por ciento a nivel regional, a través de la adopción de medidas que impulsen la transición a la agricultura ecológica, con una visión unificada de la FAO y los gobiernos participantes”, dijo Sandra Laso, vocera de la campaña Comida Sana, Tierra Sana de Greenpeace México.

Por su parte, Marina Lacôrte, vocera de Greenpeace Brasil, declaró que su país, al igual que “otros de América Latina, destina una cantidad desproporcionada de recursos políticos y económicos para la agricultura tóxica e industrial a la cual se le asignan 200 mil millones de reales en subsidios mientras que la producción familiar y ecológica, únicamente recibe 3.5 mil millones, aunado a la falta de acceso a los mismos. Esta ha sido una elección política de los gobiernos en las últimas décadas, un escenario insostenible que necesita un cambio urgente”.

La agricultura ecológica garantiza la soberanía alimentaria, medios de vida rurales justos y dignos para las personas, la protección de la biodiversidad e impulsa también la producción de alimentos para el beneficio de la gente, la creación de sistemas resilientes para hacer frente al cambio climático y al sistema económico, y aumenta la fertilidad del suelo sin usar sustancias químicas ni transgénicos que minan el desarrollo sostenible de las comunidades y ponen en riesgo el medio ambiente, concluyó la asociación internacional.

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