La poca ayuda para los sirios alimenta la ola de refugiados que buscan llegar a Europa como sea

05/09/2015 - 10:18 am
Grupos de refugiados comienzan a salir de Budapest a pie hacia Austria. Foto: EFE
Grupos de refugiados comienzan a salir de Budapest a pie hacia Austria. Foto: EFE

Por Kathy Seleme

Beirut, 5 sep (EFE).- La escasez de ayuda humanitaria para los refugiados en los países vecinos de Siria, sumada al estancamiento y la mayor crudeza del conflicto, alimentan cada vez más la ola migratoria que está llevando a miles de sirios a huir hacia Europa.

La portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Dana Suleiman, consideró que, aunque hay varios factores detrás del aumento de los refugiados, la razón principal es la disminución de la ayuda humanitaria a los países vecinos de acogida.

“El Programa Mundial de Alimentos les concedía 27 dólares mensuales (por persona) hasta el año pasado, en julio lo disminuyó a 19 y en la actualidad es de 13.5 dólares”, explicó a Efe Suleiman.

Esa ayuda es imprescindible para los refugiados sirios, pues su situación es “cada vez peor”, lo que hace que no les importen los peligros, y por eso “se arriesgan en busca de una vida mejor”, dijo.

Suleiman recalcó que Europa tiene que “comprender que esta gente no tiene ninguna alternativa y está dispuesta a todo para tener un futuro”, lejos de los bombardeos del régimen, de la represión del Estado Islámico (EI) y de la pobreza en los que les ha sumido la guerra en Siria desde marzo de 2011.

La portavoz de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Zizette Darkazalli, también subrayó que la “emigración masiva” es consecuencia de la disminución de los fondos humanitarios.

Hasta el pasado junio, la UNRWA entregaba 100 dólares mensuales para ayudas al alquiler pero, debido a la falta de fondos, ahora solo puede ofrecer 27 dólares mensuales para alimentación, detalló.

“Estas personas se encuentran en tal estado de desesperación y sin esperanza de cambio que no les importa correr riesgos excesivos para encontrar un lugar donde vivir de modo digno”, dijo a Efe la representante de la UNRWA.

Esta agencia se hace cargo de los palestinos que estaban asentados en Siria y se han visto desplazados por segunda vez debido a la guerra en ese país, y que, actualmente, tampoco pueden trabajar en el Líbano debido a su estatus legal.

Se calcula que unos 43 mil palestinos han huido de la guerra en Siria, después de verse acorralados por los bombardeos y por el EI, como pasó con la represión al campamento sirio de Al Yarmuk. Otros muchos siguen en los campos de refugiados, ante la falta de alternativas.

Dos expertos sirios que trabajan con los refugiados en el Líbano dijeron a Efe que el flujo migratorio hacia Europa se debe a la falta de seguridad y de esperanza y a las dificultades económicas.

“¿Qué pueden hacer las personas que no vislumbran una solución, que perdieron a sus seres queridos y sus bienes, que ya no tienen una casa donde vivir y que no son aceptadas en ninguno de los países de los alrededores?”, se preguntó uno de los expertos, que pidió el anonimato por temor a la represión.

Añadió que si los sirios hubiesen sido bien acogidos en otros países de Oriente Medio, “nunca habrían emprendido viaje a Europa”.

Explicó que en los países limítrofes con Siria, “la situación es delicada”, sobre todo en Jordania y el Líbano, ya que “sus Gobiernos no pueden hacer frente a las necesidades de los ciudadanos y los refugiados y la llegada masiva de prófugos los desestabiliza internamente”.

El otro analista, ex propietario de una oficina de contabilidad en Siria, detalló que entre 3 mil y 3 mil 500 sirios abandonan el país cada día, algunos incluso a pie, o por mar, hasta Turquía.

Este experto, que viaja con regularidad a Siria, relató que hay autobuses que conducen a los que huyen del país desde la frontera libanesa hasta Trípoli (norte del Líbano), para que desde allí puedan embarcar rumbo a Turquía o Grecia.

“Lo más triste es que los traficantes son los propios sirios”, se lamentó.

Otro de los factores que contribuye a que los sirios huyan de su país son las sanciones y las restricciones económicas: en Siria, no pueden hacer transferencias bancarias internacionales y escasean el combustible y los bienes de primera necesidad.

“La gente está inquieta ante la llegada del invierno sin calefacción, sin agua caliente o sin gas para cocinar. Además faltan medicamentos, sobre todo para las personas con enfermedades crónicas y que necesitan recibir tratamiento como la diálisis”, precisó.

Ambos expertos alertaron de que los sirios más pobres son los más vulnerables ante la situación de escasez y desesperación, por lo que muchos se han unido a los grupos radicales que luchan contra el presidente Bachar al Asad, ya que reciben un sueldo como combatientes.

REFUGIADOS EN HUNGRÍA: IREMOS A ALEMANIA INCLUSO A PIE 

“¡Vengan con nosotros! Sus hijos se lo agradecerán”, clama en árabe a través de un megáfono un hombre, que tiene el cabello pegado a la frente del sudor. Diez jóvenes que le rodean repiten una y otra vez: “Levántense, levántense, ¡vayamos a Alemania a pie!”. Y uno de cada diez de los aproximadamente 3 mil mujeres, hombres y niños que se encuentran varados en la estación Este de Budapest siguen el llamado.

“¡Vamos! Traigan las mantas y dejen el resto”, le dice un sirio a su mujer. Pero Shesud Jodeiralawi duda. A sus 22 años tiene dos niños pequeños y está embarazada de nueve meses. “¡Vamos! ¿Qué esperas?”, le dice su marido. “No hay otro camino”.

La joven toma a su hija Hala de la mano y se dispone a ponerse en marcha. “¿Qué otra cosa podría hacer?”, pregunta. “No nos dejan viajar a Austria en tren y quien sube al tren es llevado por los húngaros a un campo no sale ya de allí”, explica.

Ni los refugiados sirios que acampan en la estación Este de Budapest ni los afganos, albanos e iraquíes que han desplegado sus mantas en los túneles y pasillos quieren permanecer en Hungría.

¿Por qué ir a Alemania? Shesud dice que oyó decir a otros refugiados que consiguieron llegar “que allí te tratan mejor, que te dan un techo y suficiente dinero para vivir”.

La familia Jodeiralawi no era pobre hace cuatro años, antes de que estallara la guerra en Siria que ha empujado a aproximadamente la mitad de la población al desarraigo. “Un misil impactó en nuestra casa. Por suerte nosotros nos habíamos ido a un barrio más seguro”, cuenta la joven madre.

En Siria, ella y su familia se mudaron tres veces de ciudad. Vivieron en Damasco y luego en Al Raqqa y Al Mayadien. Cuando los ataques arreciaban, cambiaban de sitio. ¿Por qué finalmente se decidieron a huir a Europa? “Porque en algún momento perdí toda esperanza de que en Siria se lograría una solución que pusiera fin a nuestra miseria”.

Entonces decidieron cruzar la frontera y lo hicieron con un traficante de personas. Cruzaron a Turquía hace 20 días, su siguiente estación fue la ciudad turca de Esmirna, luego siguieron por Macedonia, Serbia… la misma odisea que recorren casi todos los sirios que ahora intentan llegar a Alemania o Suecia desde Hungría.

Frente a la estación se ha formado un grupo de unas 300 personas. Son en su mayoría hombres jóvenes que quieren marchar a pie a la frontera con Austria, aproximadamente a unos 170 kilómetros de la estación.

Dicen no tener otro modo de llegar. “Si quiero comprar un billete para el bus, el conductor me pide un pasaporte y ve que soy sirio y no me vende nada”, lamenta Hasan al Ibrahim. “¿El gobierno húngaro no se da cuenta de que con esas medidas alienta el negocio de los traficantes?”. Y a medida que Hasan habla se llena de indignación, exclama: “¡Los traficantes piden 700 euros por persona para llegar a Viena!”.

A su alrededor se va formando un círculo de personas mientras en la estación se ven jóvenes húngaros repartiendo frutas y pañales entre los refugiados.

“¿Y por qué no vienen del gobierno alemán a buscarnos directamente aquí?”, pregunta un sirio mayor que ha vivido dos años en un campamento de refugiados en Jordania. “Yo oí que nos quieren ayudar”, añade.

Lo que lamenta este hombre es que haya gente de otras nacionalidades que se quieren hacer pasar por sirios para ser ayudados. “Aquí todos dicen ‘I am Syrian'(soy sirio)”, critica mirando la bolsa que levantará en un minuto para ponerse en marcha hacia el oeste.

Luego mira nervioso a su alrededor, al oír gritos. Pero no son de los que acampan en la estación, sino de jóvenes fans de fútbol húngaros que beben cerveza ants de ver el próximo partido de fútbol contra Rumanía.

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