La realidad política nacional es desoladora y no parece que vaya a ver algo que le devuelva la esperanza. Foto: Isaac Esquivel, Cuartoscuro.
México tendrá, además de elecciones importantes en los estados para renovar administraciones municipales y congresos, una elección presidencial que empieza a imponerse como la más polémica de la historia política mexicana reciente.
Esta misma controversialidad ha generado movimientos sísmicos en los partidos más representativos.
Salvo la candidatura de López Obrador, que parece inamovible desde que formó su propio partido para evitar que le descarrilaran sus aspiraciones presidenciales, se erigió juez y parte desde un principio, lo más significativo del próximo panorama comicial es la llamada formación del Frente Ciudadano por México (antes Frente Amplio) conformado por los partidos PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, contra un PRI (desprestigiado, por lo demás) que querrá mantener sus antiguas alianzas con partidos como el Verde Ecologista y eventualmente Nueva Alianza, además de otros institutos que parecen haber nacido de su propio nicho, como el mismo PES.
Esta reconfiguración partidista, sobre todo la del Frente Ciudadano, han creado -para mal- una nueva idea de lo que originalmente se creía que iban a ser las candidaturas independientes, vistas éstas como reales ofertas ciudadanas que pudieran reemplazar al desprestigiado sistema de partidos.
Sin embargo, más allá de que será muy difícil que el Frente Ciudadano pueda realmente prosperar (las luchas internas parecen irreductibles), las candidaturas independientes se han desfigurado totalmente con la llegada de actores políticos con poca credibilidad como ciudadanos, como ha sido el caso de Margarita Zavala, ex panista y ahora candidata “independiente”, o el mismo Bronco, que al asumir el cargo de gobernador de Nuevo León prometió no ser un chapulín más de la política, con lo cual no renunciaría a su mandato, cosa que ahora vemos que no fue así.
Estos candidatos que más bien deberíamos llamar “dependientes”, toda vez que será muy difícil desligarlos de los institutos políticos en donde hicieron su larga carrera, han venido a quitarle el sentido real a las candidaturas realmente independientes, incluso a atropellarlas con su sola presencia.
Así como anteriormente los actores políticos que no encontraban satisfechas sus aspiraciones en sus propios partidos emigraban a otros partidos de diferente filiación ideológica (no importa que fuera antagónica), hoy está claro que utilizarán la modalidad que les ofrece la candidatura independiente para poder entrar sin mayores obstáculos, lo cual es muy lamentable, como lamentable será también ver que el Frente Ciudadano se disuelva por las propias ambiciones partidistas o se disuelva cuando estas ambiciones mismas impidan el paso a la construcción de verdaderas candidaturas ciudadanas.
Por donde se le vea, pues, la realidad política nacional es desoladora y no parece que vaya a haber algo que le devuelva la esperanza, por lo que (dado que las candidaturas independientes serán un fiasco en el mayor de los casos) se busquen otras alternativas para sacar del atasco a este país que ya no tolera más corrupción e impunidad.
Abogado criminalista y doctor en Letras. Es autor de la “Trilogía de Colima”, publicada por Penguin Random House e integrada por las novelas Conducir un trailer (2008/Premio Memorial Silverio Cañada 2009), 41 (2010/Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor 2012) y El Crimen de Los Tepames (2013/Finalista del Premio “Películas de Novela”). Su má reciente libro es La brújula de Séneca: manual de filosofía para descarriados (Grupo Almuzara, 2014). Por su trayectoria como escritor y académico, fue incluido en El mundo en las manos. Creadores mexicanos en el extranjero (2015), publicado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Actualmente es jefe del Departamento de Español de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda).
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