Ciudad de México, 19 de noviembre (SinEmbargo).- Del 27 de agosto al 5 de noviembre tuvo lugar en el legendario Foro Alicia un Seminario de Periodismo y Rock ideado por el periodista no menos icónico y dedicado del género David Cortés.
Las conferencias abarrotadas por un público ávido en discutir sobre los rockstars vernáculos y sobre todo por la posibilidad de vislumbrar un futuro para la historia de un estilo musical que parece en nuestros días descargado de sustancia discursiva demostraron lo pertinente de la propuesta.
Sirvió además para disfrutar del profesionalismo de Cortés, quien acompañado en la organización del seminario por el joven periodista Alejandro González Castillo, tuvo el tino de reunir voces disidentes y muchas veces encontradas entre sí, para de ese modo ofrecer un panorama amplio y muy enriquecedor del tema convocante.
El experto en jazz Antonio Malacara, el joven escritor y rockero irredento Arturo Flores, el siempre revulsivo y provocador Hugo García Michel, sin dejar de destacar la presencia del experimentado y entrañable Chava Rock, entre muchos otros periodistas y aficionados a la investigación y análisis de la música popular, dieron cuenta de puntos de vistas disímiles y vivificantes a la vez.
El oficio periodístico aplicado al rock, analizado en un periodo que arrancó en los ’60, cuando circularon revistas como México Canta, Pop, posteriormente Conecte y Banda Rockera, encendió ánimos y generó consignas interesantes alrededor de un tema que no es menor en un país como México, con una vasta población juvenil.
Del seminario surgirán pronto un libro y tal vez un documental que condense lo mejor de las 10 mesas de discusión y los 27 ponentes que se dieron cita en el Alicia. Mientras tanto, recibimos a David Cortés en nuestra redacción, para hacer un balance del seminario y de paso hablar de lo que más nos gusta: periodismo y rock o siempre viceversa.
Nacido en ciudad de México, lleva 30 años ejerciendo el periodismo de música. Ha colaborado en medios como Milenio, La Jornada, La Crónica Hoy, Día Siete, La Mosca en la Pared, además de escribir libros como El otro rock mexicano, 100 Discos esenciales del rock mexicano y La vida en La Barranca, entre otros.
–Este seminario de nueve semanas de Periodismo y Rock, ¿qué te dejó, además de (me imagino) un profundo cansancio?
–Me dejó mucha satisfacción. Yo no esperaba la respuesta que hubo del público que abarrotó cada una de las sesiones y tampoco que los compañeros lo tomaran con tanta seriedad. Los profesionales se desnudaron un poco y mostraron su ideología, sus sentimientos, alrededor del tema. Son personas con las que te topas a menudo en la fuente periodística, pero platicas de otras cosas, no de temas medulares de nuestro quehacer. El seminario me dejó también la sensación de que nos queda un arduo trabajo por delante y que hay muchas cosas por hacer.
–Hay muchas cosas además que nunca se contaron, hay una narrativa ausente, lo que explica en cierto modo el estado terminal en que parece encontrarse el rock mexicano.
–Sí, casualmente en la última mesa, el 5 de noviembre, no se habló nada de rock, sino de pop. Y lo que me parece, sin querer ser chauvinista, que ya va siendo el momento de hablar de lo que se hace en México. Que reconsideremos y revaloremos nuestro rock, para ponerlo en su justa dimensión.
–¿Qué es el rock mexicano?
–Es algo complejo de definir. Se trata de una materia poliédrica, tiene muchas caras y cuando hablamos de rock mexicano debemos definir a cuál de todos los tipos de rock que hay nos referimos.
–¿Tienes alguna preferencia?
–Siempre me ha gustado el rock progresivo y el experimental.
–¿Dirías que entregaste tu vida al rock?
–Sí, la verdad que sí. Es una apuesta que hice en un momento determinado de mi vida y no me arrepiento. No ha sido un camino fácil, pero me ha dado muchas retribuciones que no esperaba. Si comparamos lo que hacemos en México, con lo mismo que se hace en países industrializados, sí tenemos que aceptar que no estamos bien pagados, por lo que esas retribuciones a las que hacía referencia no son de ningún modo económicas.
–¿No extrañas poder hacer una buena revista de rock que no existe en México? ¿Los chavos que abarrotaron el Alicia pagarían 30 o 40 pesos para leer una revista de rock bien escrita y bien fotografiada?
–Sí, creo que sí. El problema está, creo, en que los periodistas y yo entre ellos no somos buenos vendedores de nuestros proyectos ni tan buenos publirrelacionistas como quisiéramos. Esto de ir a gestionar recursos, de ir a poner la cara para conseguir lo que hace falta para hacer una revista, como que no se me da mucho. Valdría la pena intentarlo, claro y no sólo para satisfacer la demanda de las nuevas generaciones, sino de esa gente aficionada a la música, mayor de 35 años, que está totalmente desatendida. Qué bueno sería tener una revista de música al nivel de las inglesas, que son tan buenas.
–Y generar nuestra propia información, sin tener que traducir siempre la de los especialistas de habla inglesa
–Tengo muchos años en esto y a menudo me desencanto por esa tarea pendiente que no sé si veré concretarse alguna vez en nuestro país. Me llama mucho la atención como muchos periodistas de rock evaden el papel de crítico musical y optan por la de divulgador solamente, lo cual para mí implica cierta falta de responsabilidad en el oficio.
–De todas las cosas que has hecho, desde dirigir la revista Pulse!, hasta hacer la biografía de La Barranca, ¿cuál te ha dado más satisfacción?
–Sin duda el libro El otro rock mexicano, porque invertí mucho tiempo y estudio. Fue un gran esfuerzo. Nunca tuve ninguna pretensión tipo “voy a hacer un gran libro”. Simplemente me puse a trabajar en él, sin dimensionar el alcance que luego iba a tener. El libro 100 discos esenciales del rock mexicano implicó preguntarme muchas veces en qué me había metido. Lo hicimos con Alejandro González Castillo sin tener de antemano una editorial interesada en publicarlo.
–¿Te gusta ser visto como una especie de decano del rock en México?
–Me gusta porque es una categoría fruto de mi trabajo. Es el resultado de hacer las cosas con seriedad y profesionalismo. Es verdad que a veces me enojo un poco y pierdo –como dicen- el sentido del humor…al igual que tú que te enojaste tanto cuando Los Tigres del Norte cerró el Vive Latino (risas)
–Es verdad (risas)
–No tengo nada contra ellos, pero es un grupo que tiene sus propios espacios y nunca los han compartido. ¿Entonces por qué nosotros tenemos que ir de agachones y compartir nuestros de por sí escasos escenarios?
–¿Cómo ves la escena del rock nacional?
–Hay muchos grupos que desaparecieron, hay otros que regresan y están los que siguen ahí pero ya no tienen la potencia del ayer. Me viene a la mente el concierto que vi recién de Jumbo. Fui por cuestiones de trabajo, sin mucha expectativa y salí profundamente complacido. Es un grupo que quizá por no ser nuevo no está ahora en el centro mediático. No sé. En el rock mexicano creo que hay cosas valiosas que se pierden mientras se valoran algunas menos importantes. Además, siempre digo, menos críticas y más hacer. Si no te gusta la escena del rock, haz otra. Si crees que los periodistas de rock siempre somos los mismos, escribe tu blog, haz tu revista, deja de quejarte y ponte a trabajar.
–El público también tiene mucha responsabilidad. Muchos artistas pop de otros países vienen aquí y suelen ser condescendientes con México, cuando en realidad lo que hacen es defender un negocio millonario…
–Sí y luego los escuchas decir que el público mexicano es el más noble. Lo que suelo pensar al respecto es que ojalá fuera más noble pero de sangre. Somos muy duros con nuestra gente, con nuestros artistas. Periodistas como tú, a pesar del tiempo que llevas viviendo entre nosotros, no alcanzan a comprender por qué todavía los mexicanos no podemos abrazar lo que hacemos. Tiene que ver con nuestra idiosincrasia. Ahora viene por ejemplo el nuevo disco de Pink Floyd. ¿Nuevo? Son cosas viejas, enlatadas, que estos cabezones sacaron a la luz, pero de nuevo nada y, sin embargo, ahí salen todos a comprar el disco.
