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Melvin Cantarell Gamboa

13/12/2022 - 12:05 am

El planeta y sus enemigos I

Si partiéramos de la presunción de que los conceptos no pueden substituir los hechos, que la realidad, es decir, la naturaleza no entiende de promesas ni de ilusiones, entonces, es urgente buscar las soluciones en otro lugar diferente o lo que es lo mismo, no debemos buscar al gato en un cuarto oscuro, con los ojos tapados, donde no hay gato; de otra manera, no será posible restaurar la biósfera ni establecer una nueva relación con el planeta.

El sol se pone detrás del logotipo de la COP27 afuera de la sede de la Cumbre Climática de la ONU COP27, el sábado 12 de noviembre de 2022, en Sharm el-Sheikh, Egipto.
“Para empezar, hay que detener los flujos de violencia ecológica que desató la revolución industrial y poner coto a la codicia que hoy domina la voluntad de ganancia de los países ricos y altamente desarrollados, de los grupos de élite, de los gigantescos consorcios empresariales y financieros dominados por la pasión de posesión y a sus pulsiones de dominación que no obedecen, ni obedecerán jamás a los dictados de una razón razonante y razonadora”. Foto: Peter Dejong, AP

Introducción

Todos los días los medios de comunicación difunden información sobre el peligro de extinción de la raza humana a causa del cambio climático y la contaminación de la biósfera del planeta. Para abordar el problema, del 6 al 18 de noviembre pasado, en Sharm el Sheij, Egipto se realizó la Conferencia sobre el Cambio Climático (COP27) sin que se obtuvieran avances significativos, excepto, quizá, el acuerdo para proporcionar financiamiento por pérdidas y daños a los países vulnerables afectados por desastres climáticos.

Pero ¿por qué no se progresa sobre el asunto a pesar del fatalismo que acompaña a los argumentos que en esas reuniones se exponen? ¿En verdad no existen soluciones, o importan más los intereses económicos y políticos de los países más ricos y de las gigantescas corporaciones internacionales? ¿Por qué nos engañan? Y, lo que es más reprobable: ¿Por qué nos dejamos engañar?

La mayoría de los seres humanos no problematiza lo que está sucediendo porque o no está en su imaginario o bien ignora el tema o simplemente no le interesa; esto permite a quienes dicen ocuparse del asunto, sin compromisos de ningún tipo, “darnos atole con el dedo”, engatusarnos con el embrujo verbal del que dice poseer un conocimiento profundo de la ciencia o de las necesidades sociales y humanas cuando, en rigor, tanto el científico como el político, que son los que encabezan las mencionadas reuniones, se sirven de su posición para decirnos lo que les conviene; el científico consigue objetivos personales bajo el principio de “saber es poder” y el político se escuda en su cargo representativo, sin embargo, ambos ejercen su poder contra la sociedad en favor de los amos y verdaderos dueños del negocio, es decir, los empresarios, industriales, banqueros y comerciantes que han convertido en mercancía los recursos de la litósfera (gases, petróleo y metales), la hidrósfera (aguas, mares, ríos) y envenenado la atmósfera, pero que persisten en conservar su dominio, acrecentar su poder y multiplicar su riqueza sin ceder nada ni importarles las consecuencias; pues no desdeñan medios que puedan alimentar su avidez, ya que carecen de principios y su instinto los hace despiadados y acomodaticios, con el agravante de que se proclaman buenos y bienhechores de la humanidad cuando sus acciones responden al modelo de intoxicación que está matando al planeta; mientras nosotros, inocentes e ingenuos nos dejamos seducir.  

Hace años que venimos escuchando a científicos y políticos hablar de la espada de Damocles (amenaza persistente de un peligro) que pende sobre nuestras vidas debido al envenenamiento del medio ambiente que puede conducir a la extinción de la raza humana y, no obstante, permanecemos inconmovibles y haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora, nada.

Ahora bien, los resultados de la COP27 se resumen en dos puntos: 1) Que los “especialistas” y los representantes de los gobiernos que se reunieron no están haciendo lo correcto para resolver el actual estado de cosas, porque no quieren comprometer ni su poder ni los beneficios que de éste se derivan, y, en consecuencia, prefieren comportarse en exceso tibios y medrosos para no correr riesgos; 2) nos engañan porque fingen tomar las medidas adecuadas para eliminar las causas que provocan la amenaza haciendo del conocimiento científico un uso instrumental y pragmático sin cambiar nada y, de ahí la razón por la que hasta el momento todos sus acuerdos han fracasado, mientras la exposición a los peligros empeora cada día más.

Si conociéramos mejor a quienes participan en esas reuniones, veríamos que sólo tienen el cuidado de decir las cosas que convienen a su sinecura y a lo que les incumbe y favorece; en tanto que nosotros pensamos, ilusamente, que debemos adherirnos acríticamente a sus conjeturas, pues por su posición y saber los obliga a no actuar en forma fraudulenta, lo que es falso.

Si partiéramos de la presunción de que los conceptos no pueden substituir los hechos, que la realidad, es decir, la naturaleza no entiende de promesas ni de ilusiones, entonces, es urgente buscar las soluciones en otro lugar diferente o lo que es lo mismo, no debemos buscar al gato en un cuarto oscuro, con los ojos tapados, donde no hay gato; de otra manera, no será posible restaurar la biósfera ni establecer una nueva relación con el planeta.

Para empezar, hay que detener los flujos de violencia ecológica que desató la revolución industrial y poner coto a la codicia que hoy domina la voluntad de ganancia de los países ricos y altamente desarrollados, de los grupos de élite, de los gigantescos consorcios empresariales y financieros dominados por la pasión de posesión y a sus pulsiones de dominación que no obedecen, ni obedecerán jamás a los dictados de una razón razonante y razonadora.

Considero que hay que empezar por abandonar la sumisión general, cobarde y abúlica, que caracteriza a quienes renuncian a defender a los otros con tal de conservar lo poco que tiene, me refiero a los científicos, la clase media ilustrada, los intelectuales, los periodistas que pueden difundir el problema y contribuir a su comprensión.   

Etienne de la Boétie dijo a la edad de 17 años: “Para ser libres, la resistencia verdaderamente determinante está en el rechazo de la servidumbre voluntaria” (La servidumbre voluntaria. Tusquets editores). Efectivamente, cuando cada uno comprenda lo que nos corresponde hacer para salvar al planeta, seguramente nos negaremos a seguir servilmente los dictados y la voluntad de la minoría que hasta hoy ha gozado de los bienes que la naturaleza puso a disposición de todos. Si los que hoy somos mayoría sumáramos nuestras individualidades con conocimiento de causa podríamos constituir finalmente una potencia formidable capaz de romper los obstáculos que se interponen en la toma de medidas radicales, necesarias y suficientes, para superar el desastre ambiental.

Antes de continuar voy a permitirme en esta introducción al tema, exponer dos ejemplos que pueden darnos una idea de lo que hay que hacer para desbrozar el terreno hacia una posible solución y que, al mismo tiempo, produzca los efectos deseados: el primero se refiere a la ruptura de un obstáculo que se presenta como insalvable y, segundo, las condiciones que debe reunir la solución de un problema para materializar un auténtico cambio y no ser inducidos a la aceptación del “gato pardismo” de aquellos que piensan que hay que cambiar algo para que todo siga igual. 

La inteligencia se distingue por sus estrategias para plantear problemas y buscar soluciones; para lograrlo debe aprender a romper todos aquellos esquemas que nos obligan a pensar atados a las formas cognitivas y espirituales que se nos han impuesto; para las resoluciones de un problema donde parece no existir una respuesta es necesario comprometernos con la incógnita y no con el método, es decir, obrar con reglas propias determinadas por las propiedades del objeto y no seguir un camino predeterminado, si de lo que se trata es de conseguir un resultado inédito: Se trata de un ejercicio mental: alinea nueve puntos de tres en tres hasta formar un cuadrado perfecto, une los puntos con cuatro líneas rectas sin levantar la pluma o el lápiz; exacto, no lo lograrás sin rebasar los límites establecidos por el cuadrado. Lo mismo sucede con todos los problemas que se nos presentan por complejos que parezcan, no encontraremos una solución real, sin romper los límites que lo constriñen. 

El otro ejemplo: en 1832 Evaristo Galois, joven matemático y revolucionario francés de 19 años, puso fin a una dificultad del álgebra abstracta que ocupó la atención de colegas de la talla de Pascal, Abel, Jacobi y otros, hasta que Newton encontró una salida intermedia con su conocido binomio (binomio de Newton). El desafío matemático era cómo resolver ecuaciones polinómicas de más de dos potencias.  Un mes antes de su trágica   muerte el 22 de abril de 1832, el adolescente francés había sido liberado de su encarcelamiento, después de ser acusado de sedición tras un desafiante brindis en nombre de Luis Felipe I, rey de Francia. Al salir de la cárcel y llegar a su casa, Galois recibe la visita una persona que dice sentirse ofendido por los amores de su novia con Evaristo y lo reta a duelo, éste tratando de evitar el desafío pide a uno de los acompañantes del supuesto ofendido, que lo contacten con sus amigos para calmar al injuriado y posponer el desafío, pues se encontraba muy enfermo; el hombre del encargo regresó varias horas después fingiendo no haberlos encontrado. Galois se sintió obligado a aceptar el duelo. Después se supo que quienes lo visitaron y la mujer que conoció en la cárcel eran agentes de la policía francesa que formaban parte del complot planeado por el Gobierno para asesinarlo; aceptó, pues, el desigual duelo (el policía desafiante era campeón de esgrima y buen tirador). Presintiendo su muerte, escribió en una noche varios cuadernos en los que desarrolló las ecuaciones que daban solución al mencionado problema algebraico. Escribió Galois aproximadamente once cuadernos de ecuaciones, en el último, el de las conclusiones escribió: “para encontrar la respuesta correcta a una ecuación de esta naturaleza, hay que determinar las condiciones necesarias y suficientes que debe reunir la formulación algebraica, sin importar el número de potencia, para que tenga solución, sin importar el número de potencias”; cierto, estas dos condiciones son extensivas a cualquier inconveniente o dificultad si lo que realmente se desea es encontrar una solución eficaz. Galois fue herido de bala en el duelo y llevado por sus amigos al hospital Cochin, donde murió el 31 de mayo de 1832. Con su teoría, Galois había llegado más lejos que cualquier otro matemático en el campo del álgebra y su resolución, como mencionamos, puede ser aplicada en muchos otros campos, en especial, al que aquí nos ocupa.

Para enfrentar, pues, correctamente la agonía de este planeta y la impotencia de la humanidad para superar el desafío, debe irse más allá de los límites establecidos en las propuestas actuales, es decir, sobrepasar revolucionariamente las fuerzas ciegas y bárbaras que nos condujeron a esta situación crítica y después definir con veracidad las condiciones necesarias y suficientes que deben reunirse para que el problema que nos preocupa tenga una respuesta concluyente.

Hasta el momento todo se ha reducido a criticar y señalar los abusos del sistema sin tocar ni cambiar nada de fondo, es decir, sin tocar drásticamente ninguna de las múltiples causas que lo nutren, ni siquiera los símbolos que ideológicamente lo hacen fuerte e inamovible (confort, consumo, calidad de vida, crecimiento del producto interno bruto, etc., etc.) lo que lleva a sospechar que no es posible, hasta, el momento, visualizar una solución de fondo a futuro. ¿Puede haberla? (Continuará).

Melvin Cantarell Gamboa
Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.

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