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Alejandro Calvillo

18/06/2019 - 12:04 am

Coca y Bimbo contra los niños mexicanos

“Coca Cola tiene una larga lista de casos de escándalo muy bien documentados: creando instituciones y financiando a científicos para que argumenten que su producto no daña la salud”.

“Llave entregada a un legislador después de su recorrido por la exposición de Coca Cola FEMSA en la que le mostraron su ´responsabilidad´ con la salud,los plásticos, el agua y el empleo, todo instalado en contra esquina del Senado de la República”. Foto: Especial

Si algo se puede hacer frente a la epidemia de obesidad y diabetes que se vive en México es con los niños y es urgente hacerlo. Si actualmente más del 70% de la población adulta mexicana presenta sobrepeso y obesidad, se estima que uno de cada dos niños mexicanos menores de 10 años va a desarrollar diabetes a lo largo de su vida. De hecho, ya somos el país de gran población con mayor incidencia de muertes por diabetes en el mundo.

Bimbo se ha sumado a la estrategia desarrollada por Coca Cola-FEMSA para bloquear la única posibilidad que tienen los padres de familia, los adolescentes, los propios niños, la población en general, para saber de forma sencilla y rápida, si un producto tiene altas concentraciones de azúcar, grasas, sodio. Bimbo y Coca Cola FEMSA se oponen a un etiquetado que advierta a los consumidores si el producto presenta un alto contenido de estos ingredientes y pretenden que se establezca un nuevo etiquetado frontal en alimentos y bebidas que oculta el contenido alto de azucares, grasas y sal.

En 2011, a través de ConMéxico, y con la complicidad de COFEPRIS y Secretaría de Salud, establecieron un etiquetado frontal en alimentos y bebidas que no es entendible e induce al consumo de cantidades de azúcar que representa un riesgo a la salud. Frente a la propuesta de un etiquetado de advertencia, como el establecido en Chile, Perú y próximamente en Uruguay, que indique si el producto es alto en azúcares, grasas y sal, apoyado por las representaciones de las organizaciones de Naciones Unidas en México, por un amplio grupo de expertos nacionales, por el Instituto Nacional de Salud Pública y numerosos organizaciones civiles, Bimbo y Coca encabezan una batalla en contra que busca mantener a los consumidores mexicanos ciegos frente a los que se llevan a la boca.

La estrategia de cabildeo ha llevado a Coca Cola FEMSA al grado de establecer un centro de cabildeo en la misma contra esquina del Senado de la República. A parte de que Bimbo y Coca Cola agasajan a Senadores de la Comisión de Salud en el Club de Industriales, Coca Cola FEMSA lleva a los legisladores a recorrer la “exposición” que se encuentra a puertas cerradas a unos pasos del Senado. En ella, a través de pasillo y diversos salones, se explica que todo lo que se dice de esta empresa es falso, que esta empresa hace todo lo contrario a lo que se dice de ella. Los invitados recorren las diferentes facetas críticas de la refresquera: no es una de las mayores contaminadoras de plásticos del planeta y el país, recicla; no es cierto que extraiga el agua de los acuíferos en regiones donde las comunidades carecen del recuso, siembra árboles para capturar la lluvia; no es cierto que tenga responsabilidad en la epidemia de obesidad y diabetes, tiene productos sin azúcar y promueve la actividad física; en fin, genera empleos. El recorrido termina con la entrega de una lleva de Coca Cola al visitante para que sepa que siempre puede visitar a la empresa.

Coca Cola tiene una larga lista de casos de escándalo muy bien documentados: creando instituciones y financiando a científicos para que argumenten que su producto no daña la salud, para que afirmen que las políticas regulatorias como impuestos, prohibición de la publicidad, etiquetados de advertencia, son contraproducentes; financiamiento a asociaciones de profesionales en salud para neutralizarlos o para que argumente a su favor, asociaciones de diabetes, de nutrición, etc; introducir aliados en los gobiernos, especialmente, en las áreas regulatorias; atacar a quienes promueven las políticas regulatorias que afectan sus intereses, etcétera, etcétera, etcétera.

En algún momento, la empresa Bimbo mostró cierta ética al establecer criterios más o menos razonables, para que aquellos productos que no cumplieran con ellos no los publicitaría a niños, lo que comprendía, además de la publicidad, no incluir regalitos o promociones en los mismos. Los pastelillos de Marinela y los productos de Barcel dejaron de publicitarse para niños. La experiencia duro poco, unos meses, el suficiente para ver que, por ejemplo, sus ventas de Barcel sin promociones para niños, caían frente a las Sabritas con tasos. Les comentamos que solamente una regulación para todos podría poner el piso parejo, no respondieron nada, no podían sugerir una regulación al seguir siendo parte de ConMéxico, lidereada por el radicalismo de Coca Cola FEMSA, opuesta a cualquier regulación. Bimbo ha decidido ponerse ya totalmente del lado de Coca Cola FEMSA, parte importante de su producto se vende a través de las cerca de 20 mil tiendas Oxxo, encargadas de la venta de los tres productos claves en la epidemia de enfermedades no transmisibles: cigarros, alcohol y comida chatarra.

¿La pregunta es si el interés de una industria que debe mostrar cada tres meses a sus accionistas que sus ganancias han aumentado, para los cual debe vender más, debe participar en el diseño de una política de salud pública que debe estar dirigida a que venda menos de parte de sus productos?
Durante la administración anterior, la más corrupta que hemos vivido, la política de salud pública de combate a la obesidad estuvo al servicio de la industria de ultraprocesados y bebidas azucaradas, sometida a sus designios, estableciendo etiquetados, regulaciones a la publicidad ya a los alimentos en escuelas, que fueron una profunda simulación. Fue el más claro ejemplo de interferencia del poder económico sobre el poder político.

Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet. Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.

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