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Juan Carlos Monedero

24/04/2025 - 12:03 am

Felipe Calderón: un colaboracionista contra México

Felipe Calderón, que es un colaboracionista de la derecha española y norteamericana contra México, maniobró para que el Consejo de Europa descalificara al Gobierno de Claudia Sheinbaum. Muy patriota no parece.

Han estado quemando esta Semana Santa al Judas Trump en muchos pueblos del continente, también en México. La gente se olvida de que Judas, aunque de diferentes pueblos, era connacional de Jesucristo.

Donald Trump necesita poner de rodillas a todos los países que pueda para que le aporten la plata de los que le financiaron la campaña y también la bajada de impuestos que prometió a sus electores. Los votantes norteamericanos, salvo los más fanáticos, que existen, están asustados y ven que algunas decisiones, como expulsar a los emigrantes, no solventan los problemas, sino que los agravan. Trump y la derecha global necesita recuperar la fuerza que tuvo y no sabe cómo. Y, como hicieron los romanos contratando a Judas, necesita traidores.

Es un error pensar que puedes hacerte con un país sólo con la fuerza, a no ser que extermines a todo el mundo, como hicieron los estadounidenses con los indios americanos. Mal precedente, pero aunque usen leyes del siglo XVIII, estamos en el siglo XXI.

EU necesita aliados internos, porque no puedes luchar contra todos al mismo tiempo. Hasta Hernán Cortés lo vio con claridad durante la Conquista. De hecho, la gran baza del actual imperio, los EU, siempre ha sido contar con colaboracionistas. Y por eso EU, invariablemente, ha apoyado los golpes de la derecha en América Latina, en África o en Asia: para contar con colaboradores fieles que les permitan mantener el american way of life, esto es, el modo de vida norteamericano.

Con la mera fuerza no puedes mantener una ocupación, porque el pueblo finalmente se levanta. Necesitas que los sometidos no piensen que tienen otra alternativa. Por eso, los romanos, además de contratar a Judas, cuando invadían a otro pueblo, nada más derrotarles y tras ejecutar a una buena parte de los resistentes, iban al templo de los derrotados a darle las gracias a sus dioses por haberles dado a ellos, los romanos, la victoria. Ahora no hace falta porque ya vemos nosotros Netflix por nuestra propia cuenta.

Cuando los nazis empezaron su expansión territorial, lo primero que hicieron fue buscar nacionales de cada país para justificar la invasión. Así lograron el apoyo del mariscal Petain en Francia, y montaron el Gobierno colaboracionista de Vichy. Su única virtud fue permitirnos hoy disfrutar de la película Casablanca. No deja de ser curiosa la inconsistencia de esa derecha que, siendo anticomunista y conservadora, pero también nacionalista, permiten que las botas de militares de otros países dejen siempre pisar esa patria a la que dicen querer tanto.

Los nazis desplegaron una diplomacia colaboracionista muy relevante. En Noruega se aliaron con Vidkun Quisling, con Mussolini en Italia, con Franco en España. Igual con Ante Pavelic en Croacia y con Ion Antonescu, en Rumanía.

Es verdad que cuando perdieron, los colaboracionistas recibieron un duro castigo de sus propios compatriotas y muchos de ellos terminaron ejecutados. Cómo olvidar la imagen de Mussolini cabeza abajo en la plaza de Loreto en Milán, después de que fuera apresado cuando intentaba huir hacia Suiza vestido con un uniforme de soldado alemán.

Pero el colaboracionismo nunca se acaba. Siempre los invasores van a encontrar apoyo entre las gentes del país que ocupan. Y aquí entra en escena Felipe Calderón.

Ha estado recientemente en Europa Francisco Javier Ramírez Acuña. Este Senador del PAN aprovechó su intervención en el Consejo de Europa para disparar contra la reforma del Poder Judicial, con la intención de sembrar dudas en Europa sobre la democracia en México. Por si fuera poco, vinculó la reforma con supuestos intereses del narcotráfico:

“En México -leyó Ramírez Acuña- el debate sobre la elección de jueces, magistrados y ministros se ha sellado con una reforma constitucional apresurada, cuya implementación dista mucho de ser clara y eficiente”.

Y continuó: “La independencia judicial es clave para garantizar el Estado de Derecho y evitar cualquier forma de subvención a grupos interesados en que se sesgue en la justicia. Hoy dicha independencia se ve puesta en duda en virtud de la evidente participación de intereses ajenos a la ciudadanía ayudando de manera evidente a unas y otras candidaturas”.

Aprovechó también, a ver si incrementada los daños, para hablar del tema de los desaparecidos en México, y terminó pidiendo al Consejo de Europa que “tutele” a México para que no se descarríe y se despeñe en el acantilado de las dictaduras:

“Aquí -afirmó desde Estrasburgo- la experiencia del Consejo de Europa en su fuerte defensa de la independencia judicial puede servir como un referente valioso, la cooperación en este ámbito, la observación y seguimiento de esta organización amiga nos permitiría fortalecer nuestras instituciones y garantizar un acceso efectivo a la justicia para todos los ciudadanos”.

Dejemos de lado la hipocresía de que sea precisamente el PAN, actual aliado de las ruinas del PRI, el que hable de corrupción de la justicia, cuando el Secretario de interior de Felipe Calderón, Genaro García Luna, hoy condenado en EU, trabajaba para el Cártel de Sinaloa. Por cierto, a su mujer, Linda Cristina Pereyra, un tribunal le hizo un enorme favor ordenando desbloquear las cuentas bancarias de un dinero que, al estar vinculado a alguien que había estado trabajando para un cártel, provenía, entre otras razones, de la desaparición de mexicanos y mexicanas.

Lo relevante es que la presencia en Francia, en Estrasburgo, de Ramírez Acuña era una maniobra articulada con la derecha española y, de paso, con la vieja geopolítica dictada desde EU. Todo con la colaboración de Felipe Calderón. La derecha mexicana vino a Europa a colaborar con los intereses que intentan debilitar o acabar con el Gobierno de la 4T, en un momento en el que Donald Trump incrementa la presión sobre el Gobierno de Morena y de la Presidenta Claudia Sheinbaum.

Este Senador del PAN, Acuña, fue Embajador en México durante el Gobierno de Felipe Calderón, con el que tiene amistad. Y no es gratuito que haya sido invitado a Estrasburgo a este foro del Consejo de Europa.

El marco inicial era un documento que simplemente buscaba reforzar las relaciones entre el Consejo de Europa y América Latina. Pero en ese documento, la 4T salía bien parada, y la derecha no estaba dispuesta a tolerarlo.

El Partido Popular había organizado presentar una enmienda que iba a dejar mal internacionalmente al Gobierno de Claudia Sheinbaum. La visita del antiguo Embajador al Consejo de Europa coincidía con una enmienda que intentó colar el Partido Popular contra México, junto a otras enmiendas, contra Venezuela y contra Cuba. El apoyo que no tiene la venezolana María Corina Machado en su país suele dárselo la derecha en el Consejo de Europa o en el Parlamento Europeo.

El Consejo de Europa no es un sitio tan importante como el Consejo Europeo, aunque suenan casi igual, que es donde se sientan los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea.

Pero cuidado, porque, como dice la Biblia, no desprecies a la serpiente porque no tiene cuernos. El Consejo de Europa, que es donde habló Acuña, y esto es muy importante, tiene una influencia clara en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, lo que a su vez desata todo un abanico de descalificaciones en múltiples instituciones que debilitan a cualquier Gobierno. Aprietan una tecla por aquí, y provocan un tsunami a 9300 kilómetros de distancia.

Felipe Calderón desde España, no para en su cruzada contra la 4T. Amparado por la derecha extrema de Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular, intenta constantemente deslegitimar internacionalmente el Gobierno de Claudia Sheinbaum, acusándole en estos foros de ir contra la independencia de la justicia, de vulnerar el Estado de Derecho o, incluso, de favorecer a narcotraficantes. Lo que, como decía, no deja de ser irónico viniendo del jefe de García Luna.

En el proyecto de resolución del Partido Popular, al final del párrafo 8, y reforzando la crítica de Ramírez Acuña, pretendió aprobar lo siguiente, dentro de un documento que, inicialmente, simplemente buscaba, como digo, reforzar las relaciones entre el Consejo de Europa y América Latina:

"La Asamblea [del Consejo de Europa], con profunda preocupación, considera las reformas judiciales implementadas en México como una amenaza para la independencia del sistema de justicia y recomienda que las autoridades mexicanas consideren el asesoramiento de la Comisión de Venecia".

Es decir, proponía al Gobierno de México que diera marcha atrás en la reforma constitucional de la justicia y que, una vez más, se pusiera bajo alguna tutela de un organismo internacional, que por lo general están sometidos, cada vez más, a enormes intromisiones. Dicho más sencillo, que México renuncie a su soberanía y a sus reformas políticas. Poco patriótico.

Este intento del PAN y del PP de golpear con argumentos jurídicos al Gobierno de Claudia Sheinbaum coincide prácticamente con la celebración en Santo Domingo del World Law Congres, el Congreso Mundial de Derecho, que tendrá lugar los días 4, 5 y 6 de mayo en Santo Domingo. ¿Y a quién le van a conceder la Medalla de Honor de la Asociación Mundial de Juristas. Pues a Norma Piña. ¿Y a qué político invitan de México a hablar en este relevante foro? Pues resulta que el Senador mexicano invitado es Marko Cortés, del PAN.

Tenemos que advertir que una parte de la pelea política actual es cultural, y se da en foros internacionales donde la derecha se mueve como pez en el agua, conoce los trucos legales y leguleyos, tiene los contactos y, como viene demostrando, va debilitando en estos foros a los gobiernos progresistas que les han derrotado en las urnas. La votación de la enmienda contra el Gobierno de México en el Consejo de Europa la presentó el Partido Popular a última hora del jueves, cuando todos los asambleístas tienen que irse corriendo de Estrasburgo para regresar a sus países, y quedan pocos diputados y senadores para votar.

La voluntad del “colaboracionista” Felipe Calderón y el PAN no era otra que debilitar a Claudia Sheinbaum, aunque con ello debilitaran también a México. México es el país que tiene los vínculos más fuertes con el Consejo de Europa. Desde 1999 disfruta del estatus de Estado observador en este organismo, de la misma manera que el Congreso mexicano es observador en la Asamblea del Consejo. La declaración que se votaba la semana pasada buscaba, como decía, reforzar las relaciones entre el Consejo de Europa y Latinoamérica.

El ponente, Antonio Gutiérrez Limones, Senador andaluz del PSOE, exaltaba a México en la declaración:

“La Asamblea quisiera elogiar la importante contribución realizada por la delegación del Congreso mexicano en tanto que observador a la labor de la Asamblea, y el papel desempeñado por México como Estado observador en el Consejo de Europa, ambos durante más de 25 años. Por tanto, invita a México y a su Congreso a continuar impulsando la labor y los valores del Consejo de Europa, inspirando así a otros países de la región y a sus asambleas nacionales interesadas en reforzar sus relaciones con la Organización”.

No es gratuito el ataque que orquestaron previamente contra Fernández Noroña por el viaje que hizo a Madrid, a ese mismo foro, hace unas semanas. Porque con esos ataques y el escándalo creado, lo que buscan es desanimar a que ningún político viaje fuera de México, de manera que se deje a la derecha todo el terreno libre para que puedan hacer todo tipo de tropelías, lo que a su vez se traduce, finalmente, en presión hacia los gobiernos de izquierda.

Felipe Calderón, que es un colaboracionista de la derecha española y norteamericana contra México, maniobró para que el Consejo de Europa descalificara al Gobierno de Claudia Sheinbaum. Muy patriota no parece.

Fueron mexicanos de a pie que viven en Madrid los que vieron la maniobra, y defendieron a su Gobierno por compromiso. Pueblo mexicano que ha permitido que la 4T ganara, y, por lo contrario, perdiera el PRIAN en su intento de hacer daño a la Cuarta Transformación. Mera voluntad de pueblo despierto y consciente que empezó a descolgar teléfonos, hablar con diputados, secretarios, amigos, para convencer a unos docenas de políticos de izquierda que no se marcharan antes de la votación de Estrasburgo. Así se derrotó la enmienda del PP y del PAN.

En este mundo acelerado donde las brújulas se han desmagnetizado, donde la crisis del modelo neoliberal abre paso a gobiernos de izquierda, pero también, allí donde la izquierda no hace sus deberes, le brinda la alfombra roja a gobiernos de extrema derecha, en un mundo, digo, donde los cambios geopolíticos amenazan los privilegios de las élites, el ámbito internacional es otro espacio de batalla política. Ahí está Trump pateando el tablero del orden político mundial o Noboa quebrando el derecho internacional o haciendo fraude en las elecciones.

Todos los organismos internacionales nacieron con la guerra fría o con su influjo. Hay que reinventarlos. Las medidas de Trump se han convertido en una guerra financiera porque sus cañones, como el FMI o el Banco Mundial, ya no funcionan como hace una década. Para cambiar el mundo hay que estar en el mundo.

Por eso mismo, las embajadas no pueden ser lugares de recompensa para retiros dorados, sino espacios de duro trabajo que defiendan los intereses de los países en la línea que marquen los gobiernos, y que no se conviertan, como ha pasado tantas veces, en espacios de conspiración contra los gobiernos de cambio.

Quizás el Embajador mexicano más legendario fue Gilberto Bosques. Fue Cónsul en Marsella durante la Segunda Guerra Mundial. Salvó a más de 40 mil personas (judíos, republicanos españoles, antifascistas) de los nazis y del régimen de Vichy. Rentó dos castillos para usarlos como refugios temporales. Emitió visas mexicanas que permitieron la huida de miles hacia América. Incluso fue arrestado por los nazis junto con su familia, pero resistió y nunca colaboró.

Igual que Felipe Calderón. Todo depende de en qué lugar de la historia quiere ponerse cada uno.

Juan Carlos Monedero
Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

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