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Juan Carlos Monedero

22/05/2025 - 12:03 am

¿Quién asesina a políticos en la 4T?

Los terroristas mexicanos están en guerra con el Estado y con el Gobierno de México, y también hay personas de otros países, especialmente de los EU, que están en guerra con México y los mexicanos, y con el Gobierno de Claudia Sheinbaum.

Siempre se ha diferenciado la violencia política y la violencia común. De hecho, las dictaduras quieren presentar la violencia para traer la democracia como violencia de delincuentes comunes, mientras que los delincuentes comunes, en democracia, quieren presentar la violencia como una reclamación política. En las guerras actuales, guerras de cuarta generación, la guerra psicológica es una de las armas. Se busca crear terror. Los que generan violencia en democracia para generar miedo y ansiedad son terroristas.

La principal razón de un Estado es garantizar la vida. La segunda, la propiedad privada. Para quitarte tus bienes, tu cosecha, tus animales, tu casa, solían matarte. La antigüedad está llena de casos donde se saqueaba una ciudad y se mataba a sus habitantes. En la modernidad también. En Palestina está pasando ahora mismo.

También hay muchos ejemplos donde se secuestraba a gente y se hacían peticiones imposibles con la amenaza de matarla si no se cumplía con las exigencias.

En Europa, los Estados nacieron como instituciones mafiosas que ofrecían seguridad de ellos mismos. Un señor feudal ofrecía ayuda frente a otro señor feudal, igual que la mafia ofrece ayuda frente a otros mafiosos. Si no hubiera señores feudales ni mafiosos, no haría falta el Estado. Pero hay señores feudales, hay mafiosos, hay ejércitos y hay países que querrían invadirte si no pudieras defenderte.

Poco a poco, los Estados fueron ajustándose con las demandas de la población. El libro clásico de Hobbes sobre el Estado, el Leviatán, es de 1651, camino de 400 años. Pero seguimos leyéndolo y nos sirve. El inglés Hobbes toma el nombre de Leviatán de la Biblia. El Leviatán era un descomunal animal marino en forma de dragón. El Estado, pensaba este original pensador, era igualmente bestial y peligroso. Era parte del problema y parte de la solución.

En la portada original del libro, Hobbes puso al monarca que representa a la nación como una persona compuesta de personas. Eso significa que cada uno de nosotros renunciamos a una parte de nuestra libertad para entregársela al Estado, quien al sumar todas esas pequeñas libertades, concentra el poder. Si todos obedecemos a la policía, la policía concentra un gran poder.

El poder del Estado tiene que estar legitimado. Es decir, la ciudadanía obedece solamente si está más o menos de acuerdo con el derecho a mandar que tienen los que mandan. Cuando eso no ocurre o aumenta la violencia estatal para silenciar las protestas o estallan las revoluciones, como pasó en México en 1910. El Estado tiene razón de ser cuando se encarga de cuidar la paz, la armonía y el bienestar del conjunto o, por lo menos, de una mayoría. Cuando una parte de la ciudadanía cree que eso no está pasando, siempre se levanta contra los gobernantes.

En nuestras sociedades formalmente democráticas, el Estado tiene que hacer cumplir la Constitución, y la Constitución recoge principios como la igualdad ante la Ley, así como el derecho a la dignidad igual de todas las ciudadanas y ciudadanos. Como decíamos, el pueblo obedece cuando las autoridades garantizan la paz, la vida y el bienestar.

Por eso, los enemigos de un Estado y, con más frecuencia, los enemigos de un Gobierno cuando gobierna la izquierda, atentan contra la paz, la vida y el bienestar, intentando crear terror en la sociedad. Es decir, son terroristas.

Los terroristas mexicanos están en guerra con el Estado y con el Gobierno de México, y también hay personas de otros países, especialmente de los EU, que están en guerra con México y los mexicanos, y con el Gobierno de Claudia Sheinbaum. Ahí está la barrera que han levantado en la frontera, los aranceles, las amenazas y las armas que venden a los cárteles que siembran el terror en México. Igual que los ucranianos y los rusos están en guerra entre ellos, y se mandan a matar sus generales y a bombardear zonas civiles para aterrorizar a la sociedad, los enemigos de México y de su Gobierno hacen lo mismo.

Los que han mandado asesinar a Ximena Guzmán, la secretaria particular de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, y a José Muñoz, su coordinador de asesores, buscan aterrorizar a la ciudadanía y poner de rodillas al Estado queriendo poner de rodillas al Gobierno.

Y digo no quien los ha asesinado, que es un peón sangriento que ha ultimado esa decisión, sino los que han decidido asesinar a dos políticos comprometidos con la 4T, los terroristas que han contratado sicarios, les han dado las armas, vehículos y dinero para quitarle la vida a dos personas e intentar generar un clima de inseguridad.

Al ser el Estado el encargado de garantizar la vida y la propiedad, cuando intereses particulares se infiltran en el Estado es como poner a la zorra a cuidar a las gallinas. Si esos intereses particulares son, además, delincuenciales, como ocurre con los cárteles o con el paramilitarismo, y se infiltran en el Estado, como pasó con el Cártel de Sinaloa en el Gobierno de Felipe Calderón o con las autodenominadas Autodefensas Unidas de Colombia con los presidentes Uribe y Álvaro y Jesús Santos, ocurre lo peor que puede ocurrir en la política: que es cuando los ladrones y los asesinos son los que dirigen el país.

García Luna, el Secretario de Seguridad de Felipe Calderón está preso en EU por estar a sueldo de los narcos y Uribe está ahora mismo siendo enjuiciado en Colombia.

Los delincuentes que estaban en el Gobierno en México, igual que los delincuentes que estaban en el Gobierno en Colombia, se oponen de manera furibunda en contra del Gobierno de Claudia Sheinbaum (o ayer del de López Obrador) y en contra del Gobierno de Gustavo Petro. También están en contra de cualquier Reforma Judicial, pues esos delincuentes habían convertido a muchos jueces en delincuentes y se ayudaban mutuamente. Zorros y lobos comiéndose a bocados el Estado de Derecho en sus países.

Los que pierden negocio cuando entra en el Gobierno un equipo decente que ya no les deja robar y matar con impunidad, van a hacer todo lo posible para tumbar ese Gobierno. Es un buen negocio invertir en lograr que gobiernen sus amigos. Y cuidado, esto vale para los narcos, para los empresarios que ya no hacen negocio y también para otros gobiernos de otros países que quieren conseguir beneficios.

Para eso, unos y otros utilizan medios legales que les permite el mercado, como comprar medios de comunicación, medios ilegales, como poner a jueces en nómina para que les hagan favores, y medios terroristas, como asesinar a gente como manera de mandar un mensaje a todos los políticos para que se dejen comprar. Asesinar políticos es casi lo último en esa escala. En España, en el caso de ETA, cuando dieron el salto a matar dirigentes políticos estaban diciendo que ya no cabía negociación alguna, sino sólo métodos de guerra. Querían que el estado respondiera de la misma manera para que el pueblo entendiera el conflicto como una guerra y lograr así más apoyos. Fue cuando desde el Estado se crearon los GAL, el Grupo Antiterrorista de Liberación, el terrorismo de Estado (compuesto de policías y mercenarios), que le dio una década más de vida a la banda terrorista. Para luchar contra los terroristas políticos que tienen apoyo popular no conviene tomar atajos

Asesinar políticos es un salto. Si los asesinos de Ximena Guzmán y de José Núñez hubieran podido comprarles, no les habrían asesinado. Cuando te compran te dejan en paz. Son mensajes disciplinadores, tanto a los políticos en general como a los equipos de dirección. Quieren sembrar el terror.

Cuando no se cumple la seguridad en un país, se dice que estamos ante un estado fallido. Por eso los terroristas intentan quebrar la sensación de seguridad del pueblo, matando a plena luz del día. Los cárteles querrían poder comprar al Gobierno como hicieron con, al menos García Luna, en el Gobierno de Felipe Calderón. Si no pueden, hacen atentados.

Donald Trump también tiene interés en que el Gobierno de Claudia Sheinbaum se debilite. Usan muchas artimañas. No olvidemos que EU deportó a El Salvador a las maras salvadoreñas que estaban en cárceles norteamericanas con el único objetivo de que delinquieran en ese país y, así, debilitar al Gobierno de izquierda vinculado al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Y EU financió con droga a la Contra, un ejército principalmente de mercenarios que quería tumbar al Gobierno sandinista en Nicaragua.

Claro que hay que pensar, al menos como hipótesis, en intereses oscuros vinculados a los cárteles y a los EU en los asesinatos de colaboradores íntimos de la Jefa de Gobierno Clara Brugada. Puedes pensar que todo es una casualidad, pero los ingenuos no suelen ser antepasados de nadie. Y es verdad que existe el azar, pero en política no suele haber casualidades.

Un país que no atienda a la seguridad es un país con el contrato social roto. Nayib Bukele gobierna en El Salvador porque, aun rompiendo el Estado de Derecho, ha terminado con el terror que las maras imponían en el país.

Igual que en barriadas de muchos lugares de América Latina, son los delincuentes, paramilitares, narcos, los que ponen orden y paz ganándose el apoyo vecinal aun siendo ellos mismos asesinos.

La oposición a la 4T va a usar la inseguridad para golpear a Claudia Sheinbaum. Y no será extraño que alguno tenga planes para colaborar en el asunto, como esa gente que rompe ventanas por la noche en una vecindad y al día siguiente va por las casas vendiendo alarmas.

La inseguridad en México es real y una parte es inducida. La real hay que solventarla y la inducida castigarla con enorme dureza. Porque por ese hilo puede desmadejarse un Gobierno. No olvidemos que alguno de los candidatos que se postularon para sustituir a López Obrador, quiso hacer de la inseguridad su motivo de campaña en la encuesta.

En España, durante la Transición tras la muerte de Franco, había jueces y policías que soltaban a delincuentes para que sembraran el desorden y tuvieran nostalgia de Franco. Por supuesto, los medios de comunicación se encargaban de magnificar los delitos.

La decisión de frenar las causas de la violencia, es decir, la pobreza, la ausencia de Estado, la corrupción judicial, etc. es propia de gobiernos que quieran ser progresistas. También lo es perseguir a los grupos delincuenciales, especialmente cuando pretenden echarle pulsos al Gobierno de un país democrático. Y, como siempre, para solventar los problemas estructurales de un país, es esencial el apoyo popular.

Décadas de violencia no se paran en siete años, pero es urgente lanzar a la sociedad el mensaje claro de que se están tomando medidas para frenarla. Las mejores trampas son las que tienen algo de verdad. Y si la oposición a la 4T ve en la inseguridad un filón electoral, la convertirá en la contraparte de la Reforma Judicial y querrá presentar al Gobierno como un Gobierno que debilita a los jueces y fomenta la violencia.

No hay mayor violencia que la que ejercen los dueños del capital. Son los que generan las guerras, producen armas y las venden, depredan el medioambiente, desestabilizan gobiernos, y nombran presidentes y candidatos.

Decía Hobbes en el Leviatán que cuando el Estado no garantiza la vida, se da por roto el contrato social y los ciudadanos, entonces, tienen derecho a desobedecer. Y eso es lo que querrían los cárteles, la oposición mexicana y Donald Trump para disparar contra la 4T.

Juan Carlos Monedero
Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

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