En Música ocular, Sordos expresan sus sueños: “queremos hacemos cine”

06/06/2013 - 11:39 am

Por Haydée Torres Vargas

México, 6 Jun. (Notimex).- Entre los oyentes, quién podría enterarse de los sueños de los Sordos, de sus deseos, proyectos, ilusiones, de sus dudas, sus miedos; el director José Antonio Cordero brinda esa oportunidad con su filme documental Música ocular.

Esta historia de siete jóvenes sordos de Oaxaca inicia con el andar pausado de Erik, sobre un camino empedrado a la orilla de la bahía de Puerto Ángel, donde el mar mueve con armonía pequeñas lanchas de pescadores, mientras él admira sereno su mundo silencioso.

Tras la proyección del documental, en pre-estreno, el presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Ricardo Bucio Mújica, reconoció que “Música ocular” logra lo que pocas veces es posible, crear una obra inclusive de verdad.

Explicó que resultan hasta “extrañas” en la sociedad las cosas verdaderamente inclusivas, porque casi todo está pensado y “diseñado por personas sin discapacidad para personas sin discapacidad”, y este documental rompe con eso.

Este es un documental hecho por sordos, sobre su cultura y donde se utiliza de principio a fin la Lengua de Señas Mexicana (LSM), pero es una película sonora, con música de Tareke Ortiz, a lo que se suma una gran carga visual, por lo que los oyentes pueden entenderla, es una película para todos.

En entrevista con Notimex, José Antonio Cordero explica que los sordos tienen gran capacidad para representar visualmente las emociones, tal vez porque no tienen una sobrecarga auditiva, como los oyentes.

Sobre esto, abunda que los oyentes “lo ponemos todo en las palabras”, aunque se trate de emociones o ideas, en cambio los sordos lo hacen con su lengua de señas y las expresan corporalmente, recurren a una rica representación visual.

A partir de su experiencia durante la filmación, Cordero sostiene que los sordos tienen la capacidad de expresar incluso lo abstracto, de expresarlo de una manera muy interesante para, por ejemplo, contar sus sueños, pesadillas o miedos.

Recuerda cómo lamenta: “si yo hubiera podido filmar todo lo que quería, hubieran sido no una sino 10 películas, porque todo lo que me contaban ellos era interesante y cómo actuaban sus propios sueños también”.

En la entrevista, el cineasta se refirió a los hallazgos de Oliver Sacks, un neurólogo inglés, que sostiene que los sordos, y de ahí viene el nombre de la película, tienen una capacidad de hacer música ocular, es decir, de generar patrones visuales que son como la música.

Después de que se proyectara la película en un cineclub del sur de la Ciudad de México, Nidia Díaz Aroche interpretó una canción en lengua de señas, lo que aprovechó Cordero para ilustrar lo anterior, al describirlo como “un poema donde no hay una sola palabra”.

Y se explayó diciendo que “con la Lengua de Señas los sordos se expresan como con patrones musicales, como la poesía escrita o leída y es música, porque hay versos y rimas en las formas del lenguaje de señas”.

Al recordar qué lo motivó a hacer esta película, José Antonio Cordero llevó su mente a una playa de la costa oaxaqueña, donde un oyente, él mismo, y un sordo, Erik, uno frente al otro, no pudieron comunicarse. Refirió a esto como su propia discapacidad.

Luego del impacto de esa experiencia de incomunicación, decidió aprender Lengua de Señas y hacer la película, que es constancia de lo que viven siete jóvenes sordos que protagonizan “Mundo ocular” y que se mueven entre “Piña Palmera” en Zipolite, pasando por Mazunte, Pochutla y Puerto Ángel.

Cuando niño, Erik, uno de los protagonistas, recibía frecuentes manotazos de su padre al descubrirlo “hablando” en lengua de señas, por eso, a escondidas platicaba así con su hermana; además le prohibía usar sus manos para darse a entender mejor, debía tomarlas por detrás a su espalda e intentar hablar.

En el filme, el sueño recurrente de Erik es que su padre fallecido regresa a verlo, alegre y con buen ánimo para decirle que sólo se había ido a aprender Lengua de Señas; casi incrédulo le pregunta: ¿entonces, papá, te fuiste a aprender Lengua de Señas porque sí me amas?

Otro sueño de Erik está relacionado con su sexualidad, es gay y le ilusiona pensar que aparece un joven como él, que lo quiera, pero es difícil conocer a alguien en ese rincón del país, tener un novio, cree que eso podría suceder, tal vez, en la Ciudad de México.

A su vez, Elizabeth, otro de los personajes de la cinta, acusa las dificultades que tienen los sordos para estudiar, sin maestros que usen la LSM, ni intérpretes, quiere viajar al Distrito Federal, le gustaría tanto continuar la universidad.

Los padres de Elizabeth le cuestionan cómo, siendo sorda, podrá conseguir dinero para rentar un cuarto, pagar todo lo que necesita para estudiar, su comida, todo; ellos prefieren que se quede, se case y tenga hijos, aunque ha demostrado que puede, porque ya terminó la prepa.

En cuanto a las falsas ideas que se tienen sobre los sordos, Cordero se refirió al error de relacionar el ser sordo con una debilidad mental, “eso me pone muy enojado”, además porque no tienen acceso a una educación y “eso es culpa de los oyentes y de las autoridades de países como el nuestro”.

Abundó “cuando fui a Washington (a la universidad de Gallaudet) veía licenciados, doctores, ingenieros, poetas, escritores, en fin, al rector de la universidad que es sordo, me daba tanto coraje que eso no pudiera pasar en México, porque es un problema de educación nada más”.

Elizabeth dice “yo quiero ser”; de los siete sordos de la película, la que vive en el pueblo más aislado y sin embargo es quien logra terminar la prepa, sabe leer y escribir, quiere ser maestra y quiere ir a la universidad, enfatiza el director.

Cordero invita a imaginar todo lo “qué podrían hacer los sordos que viven en la Ciudad de México si aquí hubiera una universidad para ellos, si aquí hubiera una preparatoria, entonces, creo que es lo que más me molesta de los prejuicios de los oyentes hacia los sordos”.

“Lo que me gustaría hacer ahora es ir a las cámaras de Diputados y de Senadores y exigir que se ofrezca la educación gratuita para todos los sordos, te digo esto porque yo creo que el cine, de verdad, pienso yo, que el cine es una obra artística y no tienen tanta fuerza como quisiera”, para transformar esa realidad.

Ojalá, expresa Cordero, “lo que quisiera es que esto inspirara a los sordos y a los oyentes para decir esto tiene que cambiar, la educación al menos” para los sordos no puede seguir siendo un sueño, tiene que ser una realidad.

“Música ocular” se exhibirá desde el 14 de junio en la Cineteca Nacional, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM y en las salas Cinemanía de Plaza Loreto y de Huayamilpas.

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