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Ernesto Hernández Norzagaray

08/12/2017 - 12:00 am

La “locura” de AMLO

“Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo” y, ahí fue cuando vino la pregunta precisa a AMLO: ¿Esta amnistía alcanzaría a los líderes de los cárteles?

López Obrador al final con su posicionamiento fija agenda y los otros aspirantes van detrás cuestionando con la retórica y resultados de siempre. Foto: José I. Hernández, Cuartoscuro

“Vamos a explorar todas las posibilidades, desde decretar una amnistía, escuchando también a las víctimas, hasta exigir al gobierno de Estados Unidos que lleve a cabo campañas para aminorar el consumo” y, ahí fue cuando vino la pregunta precisa a AMLO: ¿Esta amnistía alcanzaría a los líderes de los cárteles?

La respuesta, no se hizo esperar, “si es necesario…vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas, los familiares de las víctimas. No descartamos el perdón…si está de por medio la paz y la tranquilidad de todo el pueblo”, (Animal Político), ha dicho López Obrador, en una entrevista donde como siempre los periodistas van por la nota y eso es comprensible, y necesario para salirse de los guiones previsibles, retóricos, insustanciales.

Y así, como es comprensible la tarea del periodismo, resulta incomprensible la reacción de uno de los segmento de la izquierda que se ha agarrado de la eventual amnistía y no de un del abanico de posibilidades por presentar que es la tarea de un líder político –en el resto del cuadrante resulta lógico y hasta necesario en clave de fobias, maniqueísmo mediático y  competencia por los votos.

López Obrador al final con su posicionamiento fija agenda y los otros aspirantes van detrás cuestionando con la retórica y resultados de siempre. El tema ya está en la opinión pública y la comentocracia  en su mayoría cuestiona no lo sustantivo sino da alas a lo polémico, lo mediático, lo escandaloso, lo que enturbia el ambiente y la comprensión.

Y con ello se abren los bandos. Quienes no sin desconcierto apoyan a su líder y los que van con todo llegando a decir que Morena es un partido narco por haber postulado candidatos que estaban bajo sospecha o haber tenido supuestos vínculos con los cárteles, algo que seguramente es cierto en algunos de estos casos, pero perfectamente puede hacerse extensivos a todos los partidos y especialmente al PRI.

Acaso, no dice nada, el encarcelamiento de Mario Villanueva y Tomás Yarrington, los señalamientos contra Eugenio Hernández etc. o, los dirigidos contra los Moreira y los Duarte incluido el mismísimo Raúl Salinas de Gortari.

El restablecimiento de la paz ha sido posible en países como El Salvador, Irlanda, España y Colombia en las últimas década, sé que se dirá que es diferente, que cada proceso es distinto, que en aquellos países había un problema político y aquí es uno de crimen organizado.

El Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) buscó no sólo derrocar “a la dictadura neofascista sino establecer un gobierno de corte socialista-revolucionario; el  Ejército Republicano Irlandés (ERI) quería la independencia de su país del Reino Unido; lo mismo Euskadi ta Azkatasuna (ETA) en el Reino de España que durante 60 años cometió actos terroristas dentro y fuera del País Vasco y, por último, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que buscaron desde principios de los pasados años sesenta el establecimiento de una Colombia socialista llegando a tener en su mejor momento más de 14 mil efectivos en los distintos frentes regionales.

En el caso que nos ocupa, si bien es un problema de delincuencia organizada, de carteles criminales, el sustrato de aquello y este, es la violencia, la espiral creciente de pérdidas de vidas que este año cerrara con un record histórico y mucho, gracias a las facilidades y complicidades que han encontrado en la política.

Entonces, la diferencia entre estas experiencias, está en la voluntad y el método de pacificación, si fallan las instituciones con sus estrategias de combate al crimen organizado y pactos mafiosos con los líderes de los cárteles, porque no explorar caminos inéditos que han sido exitosos en otros países.

Es donde cobra sentido el planteamiento de paz de López Obrador pero no en clave de “amnistía” sino de una estrategia global donde se involucre el análisis de “todas las posibilidades” y quizá en el más amplio espectro social, no como un asunto de las cúpulas de la guerra, ansiosos de la aprobación de la ley de seguridad interior por el Senado de la República.

La sola propuesta con todas las limitaciones de una entrevista banquetera ha provocado reacciones virulentas, a bote pronto, en clave de suma cero, donde lo que pierde uno lo gana el otro. Y eso es cálculo electoral. No es entrar a la discusión del tema o si, se entra por el umbral de una puerta desgastada, buscando ofrecer más de lo mismo, nada que ver con una cultura de la paz, y la explicación es que en ello siempre ha habido negocios, ganancias, y por lo tanto, pareciera que lo menos interesante es pacificar el país.

Lo bueno de todo esto es que ya se puso sobre la mesa el tema y López Obrador y sus asesores en materia de seguridad deben explicar con todo detalle para espantar elucubraciones, maledicencias y cálculos electorales.  Mejor, todavía, con la propuesta los otros aspirantes a la Presidencia de la República estarían obligados a ir más allá del discurso rutinario  que se niega cotidianamente cuando existe una reducción de derechos en muchos espacios de nuestra vía pública.

Y eso significa quizá sin querer, queriendo, que el tabasqueño generó agenda y eso para alguien que es puntero en todas las encuestas de intención de voto, es caviar con champagne, todos están hablando de él y su “locura”. Se encuentra en los medios de comunicación en forma gratuita, mientras sus adversarios gastan millonadas en imagen, asesores e insumos preelectorales.

Quiero, terminar este texto, aceptando la necesidad de explorar todas las posibilidades para pacificar el país, haciendo referencia a uno de los argumentos que se han esgrimido para descalificar la propuesta en lo particular y es la que tiene que ver con las familias de las víctimas, y lo voy a decir con palabras de Juan Manuel Santos, el mandatario colombiano, quien se propuso poner fin a una guerra de más de sesenta años entre el Estado y lo que se llamó “narcoguerrilla” y “organización terrorista” teniendo la oposición de una buena parte de la sociedad.

Esa oposición que llegó a ganar por décimas el plebiscito sobre el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC (50.2%), pudo derrotar, más no impedir que el Presidente Santos ganara el Premio Nobel de la Paz en 2016.

Al recibir el premio Santos dijo lo que podría ser una lección para México:

“Las víctimas quieren la justicia, pero más que nada quieren la verdad. Mientras muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz, son las víctimas las más dispuestas a perdonar, a reconciliarse, y a enfrentar el futuro con un corazón libre de odio”

¡Que así sea!

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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