EL OUTFIT DE LAS POLÍTICAS MEXICANAS

21/10/2011 - 12:00 am

La mujer en la política no es noticia. Ni aquí ni allá. La presencia femenina en los estamentos del poder ya es una postal cotidiana y muchos de los puestos de gobierno más encumbrados están a cargo de férreas e inteligentes damas.

Históricamente, eso sí, podría decirse que la irrupción femenina en el poder es casi reciente. Y como presencia un tanto nueva para los analistas y críticos de la imagen, hay que decir que ellas enfrentan un desafío extraordinario, mayor que el de sus colegas hombres.

Si los varones se ven bien y cumplen ciertos requisitos con un traje de buena marca y corte, para la mujer es un poco más complicado. No hay un manual que indique de qué manera debe vestir una fémina que transita diariamente los pasillos del poder. Como siempre, en todos los casos, debe primar el sentido común.

Pero, ¿cómo hacer cuando en la imagen de la mujer son muchas las cuestiones a tener en cuenta?: maquillaje, accesorios, vestidos, zapatos. ¿Altos o bajos? ¿Brillante u opaco? ¿Cargado o tenue?

Una decisión incorrecta puede hacer caer irremediablemente la carrera de una política. Por el contrario, muchas veces la mujer es juzgada por su aspecto más que por su capacidad de gobierno y así nos va.

 

La Margarita de nuestro descontento

“Mi doméstica viste mejor que la señora Calderón”: el dictamen de una usuaria de Internet donde se discutía el estilo en la vestimenta de Margarita Zavala fue implacable.

Un testimonio, sin dudas, que se ha repetido a lo largo del sexenio, en un terreno donde la militante panista y presidente del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF),  siempre ha salido perdedora, sobre todo en comparación con su colega estadounidense Michelle Obama.

Mientras la esposa del primer presidente afroamericano de los Estados Unidos es considerada la Primera Dama con más estilo del mundo, nuestra señora Calderón es criticada por “no llevar con poca alegría” los trajes que le diseñan especialmente creadores nacionales como el famoso Macario Jiménez.

La voz popular, siempre voluble, maneja en este tema un componente emocional que potencia el riesgo de las contradicciones. Si una mujer joven como Margarita elige una vestimenta sencilla, arraigada en los símbolos culturales de mayor tradición vernácula, es criticada.

Si, como la ex primera Dama de Filipinas, Imelda Marcos, o la actual presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, tuviera debilidad por los zapatos y los trajes lujosos, la condena social no tardaría en venir y menos tardaría en diluirse.

 

Pégame y llámame Martha

Para Primera Dama que cometiera excesos, privilegiando un estilo ampuloso, cercano a la pompa de los new rich mediante ropa, maquillaje y accesorios de dudoso gusto y gran ostentación, el ejemplo de Martha Sahagún de Fox es paradigmático.

En su tiempo, “Marthita” debía tolerar la crítica mediática que le pegaba con notas condenatorias a su manera de vestir y de mostrarse, tanto en actos oficiales como en sus actividades privadas.

No faltaron entonces los adláteres que defendieron los trajes y zapatos de la señora Fox, diciendo que “no era para tanto”, que su vestir era “sencillo” y que no “gastaba demasiado” en su aspecto.

Sin embargo, fue la propia oficina del presidente Vicente Fox, quien había informado que, desde su llegada a Los Pinos, la esposa del mandatario había gastado 1.87 millones de pesos (equivalentes a 170 mil 780 dólares), una suma que, como es obvio, escandalizó a la opinión pública.

Según la siempre afilada escritora y periodista Guadalupe Loaeza, “Marthita” quería verse entonces como “La Reina de México”.

 

La vestimenta en el ojo del huracán

El caso que nos ocupa es el de las damas, pero ellos no van en zaga a la hora de mostrar los trajes de mejor costura, a juego con los zapatos y las corbatas, conscientes todos y todas en la importancia de la ropa a la hora de construir un discurso de cara al ojo mediático.

La ropa da pistas interesantes y una buena o mala elección de la vestimenta resulta determinante en la percepción y valoración que los medios de comunicación y los ciudadanos tienen sobre la gestión de un determinado político, dice los expertos en imagen.

En el caso de las mujeres, tanto si cumplen o no una función de gobierno, no es banalidad decir que se nota si se ha preocupado o no por cuidar su imagen pública.

En un mundo donde las apariencias deciden muchas de las situaciones que deberá afrontar una persona a lo largo de su vida, las mujeres de la política son cabalmente vigiladas por un tribunal mediático que las condena o las premia según criterios misteriosos pero lapidarios.

El vestido rojo y negro de Michelle Obama en el discurso de aceptación presidencial o el traje típico que lució Margarita Zavala en el Grito de la Independencia, todo converge en una lupa pública que les baja o les sube el pulgar a las primeras damas de la moda.

La euforia por el primer discurso de Barack Obama como presidente electo de los Estados Unidos no impidió que al día siguiente los medios mencionaran lo que consideraron “una opción desfavorable” en el vestido que lució la esposa del flamante mandatario, Michelle.

Un sondeo de opinión llevado a cabo por el periódico USA Today, reveló que 65% de los 10 mil encuestados desaprobó la vestimenta de la abogada y próxima Primera Dama estadounidense.

Se trataba de una prenda negra y roja, diseñado por el modisto cubano Narciso Rodríguez y que Michelle, de 44 años, portó con un escote más cerrado que en el modelo original.

El agua no va a llegar al río en este tema tan superfluo como interesante, puesto que doña Obama ya se ha ganado el título de la mujer más elegante de la política en 2008, otorgado por la revista Vanity Fair.

Todo esto pasa en Estados Unidos, país que aun en los 15 minutos de fama de cualquier ciudadano de pie, aparece la necesidad de un estilista personal.

Otra Primera Dama muy observada en lo que hace a las cuestiones fashions es Carla Bruni, la esposa del presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.

Claro que la ex modelo y ahora cantante, flamante madre de una nena Sarkozy, está como es lógico habituada a las pasarelas y sabe cómo sacar partido de su imagen, por cierto muy bien dotada en forma natural.

El examen más duro fue el primer viaje oficial que la pareja gala realizó a Inglaterra. Carla eligió para el magno acontecimiento un traje gris de Dior que despertó elogios a su paso y que la convirtió, para la exigente prensa británica, en “la versión europea de Jackie Kennedy”.

 

El estilo de Josefina Vázquez Mota

La ascendente precandidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, es vista como una mujer “arreglada y fina”, que opta por vestidos de corte recto y que en los últimos tiempos ha dejado de lado los trajes sastre.

Su estilo femenino y cuidado es elogiado por los expertos en moda.

“Una de las grandes fortalezas de la imagen de Josefina Vázquez Mota es su vestimenta o “fachada personal”. Suele utilizar colores claros (con excepción de eventos más formales). Estas tonalidades atraen nuestra atención, por lo que la panista sobresale del “montón”, sobre todo cuando el montón viste trajes oscuros”, analiza el Blog “En busca de Antares”, especializado en lenguaje corporal e imagen pública.

“Por otro lado, la vestimenta de Vázquez Mota reafirma su orgullo de ser una mujer dentro de la política. La ropa que utiliza está llena de indicadores de sexo femenino (claro que dentro de lo políticamente correcto) faldas, ropa no entallada, pero tampoco holgada, insinuación de escote, aretes, etcétera. En pocas palabras, ella refuerza su imagen femenina y no busca opacarla como muchas otras mujeres dentro de la política (pelo corto, ropa sobria, holgada, lisa y oscura, etcétera)”, agrega.

 

El estilo autóctono de Beatriz Paredes

“Sí, usa huipiles, pero de Pineda & Covalín, carísimos”, otra vez el dictamen implacable de la anónima e inimputable voz popular en la red. Pero, a estas alturas, ¿alguien puede a imaginar a la rotunda política priísta Beatriz Paredes vestida de otra manera?

No obstante, Paredes tiene muchos detractores en este campo. “Creo que hay ropa más estética para ocultar los kilos de más, esas túnicas tan folclóricas que parecen sabanas son 100% horribles.”, escribe un bloguero.

Su decir es testimonio compartido por muchas personas que no sólo ven en la vestimenta tradicional de Beatriz un pésimo gusto y un descuido estilístico de grandes dimensiones, sino también el gesto hipócrita de una política adscrita a un partido que, como el PRI, representa lo más rancio de una casta gobernante totalmente alejada del sentir popular.

“Viste como los indios, pero pertenece a un partido que siempre ha reprimido a los indígenas”, suelen decir los usuarios de Internet.

“Para mí la ropa es una expresión cultural, hace mucho tiempo aprendí a apreciar el trabajo que hay detrás de una prenda artesanal mexicana, centenares de horas de esfuerzo de mujeres artesanas, entonces también vestirme con ropa mexicana es un poco un homenaje, y me parece que corresponde más a la complexión de las mexicanas”, le comentó Beatriz Paredes al periodista José Guaderrama, en una entrevista publicada en la revista Día Siete.

 

Alejandra Barrales, cuando menos es más

De rotundos 44 años, esta morena elegante luce cuerpazo en la Asamblea Metropolitana y es famosa por sus piernas bien torneadas que suele dejar ver cuando porta sus trajes color crema, de falda corta y chaqueta muy bien cortadas.

Alejandra Barrales tiene un estilo sobrio y, en su caso, lo menos fue más. La diputada posó en 2006 para la revista H Para Hombres, en donde fue calificada como “la política más sexy de México”.

Barrales dice que tiene poco tiempo para ir de tiendas y niega tener una estilista personal. Al contrario, se ufana de ser ella la que se peina, se maquilla y elige su propia ropa.

 

Rosario, la gran transformación

El caso de la ex alcaldesa metropolitana Rosario Robles es paradigmático y fue comparado en su momento con el de la política conservadora María Julia Alsogaray en la Argentina. En tiempos de Carlos Menem, en la banal y frívola Argentina del uno a uno, ésta última abandonó las vestimentas grises para lucir, apenas tapada por un abrigo de pieles, en la portada de la revista Noticias.

Rosario Robles, quien, como describe la periodista Adriana Cópil: “Gracias a que una intervención quirúrgica con láser le corrigió la miopía y el astigmatismo, su rostro se liberó, a fines del 2002, de los toscos anteojos de pasta que la habían caracterizado desde décadas atrás.”, comenzó a usar faldas más cortas, un maquillaje impecable y una mirada siempre brillante.

Ambas pasaron de ser militantes políticas para mostrarse, en la función de gobierno, como mujeres deseables y atractivas. Las dos pagaron muy caro su osadía y la explosión de la imagen fue tanta en María Julia Alsogaray como en Rosario Robles, el síntoma de su declive y descrédito políticos.

 

Las fashion victims

Entre las políticas atosigadas por la imagen aparece una lista encabezada sin dudas por la líder de los maestros mexicanos, la controvertida Elba Esther Gordillo, quien usa bolsas Louis Vuitton  y Prada, valuadas en 50 mil pesos y gasta un presupuesto entero en su vestuario Armani.

Sus marcas preferidas son Chanel, Roberto Cavalli, Tiffany y Prada. “Para ordenar y mantener la enorme cantidad de prendas que tiene, la maestra mandó hacer un vestidor computarizado que costó un millón de dólares y que es parecido al que tiene la reina de Inglaterra, Isabel II”.

Para conservar “oxigenados sus abrigos de pieles” Elba Esther adquirió un refrigerador de 250 mil dólares.

Otra de sus debilidades son las cirugías plásticas. La líder del SNTE contrató una membresía en las mejores y más exclusivas clínicas de Londres para tener derecho a hacerse una cirugía al año, lo que le significó un gasto de 200 mil dólares”, revela un artículo publicado en La tarde, de Tamaulipas.

 

La juventud de Gabriela Cuevas

La política panista Gabriela Cuevas tiene a favor su juventud para ser siempre mencionada entre las mujeres más guapas de la política mexicana.

Su estilo de vestimenta, en cambio, crea controversias. De una fase esplendorosa y chillona, ha pasado en los últimos tiempos a una elegancia proverbial que suele ser elogiada por los expertos.

Tal como sucede en el blog Modarquía, que ha destacado que “aunque actualmente su mejoría es notoria, mantiene su gusto por los accesorios de plástico: antes, la pulsera amarilla Nike de la Fundación Lance Armstrong. Ahora, la bisutería azul aparece en escena combinada en exceso con sombras del mismo color.”

 

La ropa de la crisis

En los tiempos que corren, la austeridad es una obligación moral para quienes, desde su trinchera política, hacen alardes de bregar por los derechos de sus congéneres. Las mujeres de la política y del poder no están exentas de ello.

Es así como se ha visto lo que en tiempos pasados hubiera resultado inimaginable: repetir traje en los actos públicos.

Quien lleva la delantera en este rubro es la princesa Letizia, la esposa de Felipe de España. Hay un vestido en particular, diseño de Felipe Varela, en patchwork azul, que la otrora periodista usó en cinco actos oficiales.

En las antípodas se encuentra la incombustible política derechista Sarah Palin, quien durante su fallida campaña electoral como candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, fue denunciada por gastar 150 mil dólares en vestuario, maquillaje y peluquería.

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video