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Un misterio prehispánico

¿Por qué cayó Teotihuacán? Un estudio plantea una hipótesis: fueron 5 terremotos

26/04/2024 - 5:30 pm

En su esplendor, Teotihuacán poseía una población y una infraestructura urbanas que no tuvieron similar hasta el surgimiento de México-Tenochtitlan, pero cayó abruptamente, víctima posiblemente de un gran incendio y de saqueos. Ahora, un equipo de investigadores mexicanos y españoles propone una catástrofe natural como uno de los motivos de ese inesperado desenlace.

Ciudad de México, 27 de abril (SinEmbargo).– Los mexicas le llamaban tlalollin. La Tierra, nuestro planeta, “tropezaba” con el Sol o con otros astros. El piso, la superficie, se estremecía. En este lado del mundo ha temblado siempre y siempre temblará, dicen desde siempre los que la habitan. Antes, cuando México era todavía un lugar que identificamos como parte de Mesoamérica, ahora, en el presente, cientos de años después de aquellas civilizaciones. Y también en el futuro. La constante del tiempo es el movimiento.

Es por ello que ahora un grupo de investigadores mexicanos y españoles publican un estudio realizado en Teotihuacán, la gran ciudad del mundo antiguo prehispánico: concluyen que ahí también la tierra se movía. Y que la huella de estos megaterremotos se encuentra en sus templos. También proponen que fue uno de estos cinco movimientos telúricos violentos registrados el que contribuyó a la caída de aquella civilización con la que los migrantes de Aztlán, antes de fundar México-Tenochtitlan, se maravillaron: una ciudad tan majestuosa que sólo los dioses podían haber sido responsables.

Se trata del estudio “Cultura antigua de Teotihuacán afectada por megaterremotos durante el Período Epiclásico temprano”, publicado en la edición de mayo del Journal of Archaeological Science: Reports

Los mexicas bautizaron a Teotihuacán muchos años después de la caída de la ciudad. Foto: Diego Sánchez, Cuartoscuro

“El estudio nace por Víctor Hugo Garduño Monroy, de la Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo, en Morelia. Nos planteó hacer un viaje para conocer esta zona de trabajo. Encontramos, junto con los arqueólogos, que había una muestra de efectos compatibles con terremotos de alta intensidad afectando a diferentes edificios de Teotihuacán”, relata el doctor Raúl Pérez López, del Instituto Geológico y Minero de España, en entrevista con GALILEO, el programa sobre ciencia de Estudio B.

“Encontramos que había en la Ciudadela, en el Templo de la Serpiente Emplumada, en la escalera que estaba cubierta, que los bloques estaban girados: era roca volcánica tremendamente dura, desplazados sin un patrón. Estaban rotas, como si algo o alguien se hubiera dedicado a romperlo, que es lo que nos dio la idea que podría ser un efecto por una sacudida horizontal, que realmente es lo que hace un terremoto. Esto genera daños, es muy evidente cómo se ve en la escalinata oeste”, detalla.

A partir de ahí, los investigadores vieron nuevos efectos de la vibración sobre estos edificios que dio lugar a ruptura en casi todas las esquinas de los bloques. “Son cosas que no se rompen con gente andando por las escaleras”, señala Pérez López. Esos bloques tenían que ser hostigados con mucha aceleración, a alta frecuencia. “Lo sabemos por el ángulo: cuando tienes una roca fresca y la partes, el ángulo te da la respuesta”, explica el experto.

Un mapa general de los terremotos que atravesó la civilización teotihuacana. Foto: Pérez-López et al. Journal of Archaeological Science

Teotihuacan significa el “lugar donde fueron creados los dioses” y debe su nombre a los mexicas, que la llamaron así seis siglos después de su abandono. Alcanzó los 22 kilómetros cuadrados de extensión y fue uno de los polos culturales del área conocida como Mesoamérica. Su alcance abarcó desde el norte hasta el sur del México actual, así como Guatemala y Honduras, regiones con las que mantuvo un intercambio traducido en influencias estilísticas y arquitectónicas.

En su esplendor, Teotihuacán poseía una población y una infraestructura urbanas que no tuvieron similar hasta el surgimiento de México-Tenochtitlan. Tuvo una población aproximada de 100 mil habitantes durante su apogeo (350-450 de nuestra era) y llegó a ser la sexta ciudad más grande del mundo, sólo detrás de lugares como Roma, Constantinopla y Alejandría.

“En Teotihuacán, con trabajos arqueológicos previos y con lo que hemos hecho, son cinco terremotos superiores a 8 de magnitud. ¿Cómo respondían los teotihuacanos? Ellos fueron conscientes, por la pirámide, por la construcción que tiene, soporta bastante bien las vibraciones, pero la parte superior se destruía, si tenían estructura de madera, o un templo, eso se venía abajo. Y los muros orientados sobre todo hacia al sur o al oeste se derrumbaban. Los teotihuacanos convivieron con los terremotos y trataron de evitar los daños”, indica Pérez López.

Evidencias de cómo los movimientos telúricos impactaron en los edificios teotihuacanos. Foto: Pérez-López et al. Journal of Archaeological Science

El primer gran terremoto se registra en el periodo Tzacualli-Miccaotli (entre los años 50 y 150 de nuestra era), la cual afectó sobre todo a la Pirámide de la Luna y a la del Sol y dejó daños en el Templo de Quetzalcóatl.

El segundo está ubicado en el periodo Tlalmimilolpa (entre los años 200 y 250 de nuestra era), con intensidad menor que el primero en la lista pero aún así de un alto nivel. El tercero y cuarto sismos son imposibles de diferenciar estos dos eventos, ya que ocurrieron entre el año 400 y el 525 de nuestra era, peró si que fueron los más devastadores, afectando escalinatas, niveles destructivos en la pirámide de la Luna, colapsos masivos de muros y causando incendios.

El quinto temblor identificado se relaciona con el colapso de la ciudad.  “La intensidad macrosísmica podría interpretarse a partir del abandono de la ciudad, incendios y destrucción de edificios”, explica el estudio. El grupo de científicos asegura que la caída de Teotihuacán podría haberse visto “reforzada por un terremoto, como factor desencadenante adicional”.

Esta investigación se complementa con otras pasadas y sus propuestas no chocan con otras sobre la caída de Teotihuacán. Foto: Pérez-López et al. Journal of Archaeological Science

“Este tipo de terremotos, en todo el mundo hemos visto, en yacimientos arqueológicos, los fuegos que tiene la gente en las casas provoca incendios, como en Lisboa en 1775, cuando el incendio fue peor que el terremoto. Esto aumenta el daño. Y sabemos que en la última fase de los teotihuacanos hubo un incendio grande. Esto puede provocar que se acrecente el daño del terremoto. El daño puede ser asumido por las estructuras, pero el fuego, o otros efectos como revueltas internas, o problemas con vecinos, pueden aprovecharse de ese momento de debilidad. Nosotros no sabemos realmente qué pasó. Lo que tenemos son cinco grandes terremotos y los teotihuacanos hicieron todo lo que estaba en sus manos, toda su tecnología, de sobrevivirlos”, destaca.

En ese apartado coincide Natalia Moragas, del Departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona, y una de las científicas que firma el estudio. “Reconozco que me da miedo que se que quede la investigación en un titular tipo: ‘A¡aaahhh, los teotihuacanos murieron por un terremoto’ y se quede allá en el tema. Las investigaciones ni son tan fáciles ni tan tajantes”, le dijo a SinEmbargo.

“Este artículo trata un estudio de caso sobre Teotihuacán pero forma parte de una línea de investigación más compleja del equipo mexicano-español de especialistas en sismología. La belleza de esta investigación es la posibilidad que supone tener una herramienta más que nos permita poder tener una metodología específica para comprender fenómenos tan complejos como la vida cotidiana en la antigua ciudad en este caso y en la Antigüedad en general. Cada especialista tiene la mirada entrenada para ver de una determinada manera un objeto, un edificio, un dato… Es por eso que la interdisciplinariedad es tan interesante”, completó.

La investigación hace énfasis en que los grandes terremotos pudieron debilitar a la ciudad y provocar así su caída abrupta. Foto: INAH vía Cuartoscuro

Después de la destrucción y abandono de la ciudad en la primera mitad del siglo VIII –la región fue ocupada por toltecas y hacia el siglo XIV por los mexicas, quienes utilizaron el lugar como centro religioso hasta la llegada de los españoles– las ruinas se imbuyeron de la leyenda.  Sin embargo, la caída, abrupta, de esta gran ciudad, todavía deja muchas dudas a los expertos.

Además del gran incendio y del saqueo que se proponen como el final abrupto, los expertos también consideran que otros factores, incluidas las catástrofes naturales contribuyeron a su final: tales como sequías que podrían haber afectado la productividad agrícola, provocando escasez de alimentos y conflictos sociales; inestabilidad social y política interna; cambios en las rutas comerciales o perturbaciones económicas; invasiones o presiones de grupos vecinos, como los toltecas o los mayas, podrían haber tenido un papel en la caída de la ciudad; y también enfermedades introducidas a través del contacto con otras poblaciones podrían haber devastado a los habitantes de Teotihuacán.

Ahora, este trabajo, dedicado al doctor Garduño Monroy, quien murió a finales de 2019 y a quien está dedicado el trabajo de forma póstuma, además de ser uno de los autores principales, arroja nuevas evidencias del posible final de la gran ciudad del mundo antiguo en Mesoamérica.

Manuel Gonzalez
Ciudad de México | 1993. Estudió periodismo. Actualmente trabaja como Editor en la redacción de SinEmbargo MX. Antes, fue corresponsal para Infobae México, la Agencia Alemana de Prensa (dpa) y El País América. Tiene un blog (Apuntes en la ciudad), un newsletter (Apuntes subrayados) y un podcast (Al otro lado del sueño) personales.
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