Contra la tensión espacial o cómo evitar “un día de furia en Marte”

30/06/2015 - 12:05 am
Una cosa es llegar al Planeta Rojo y otra, muy diferente, lidiar con los efectos del viaje. Foto: Wikimedia Commons
Una cosa es llegar al Planeta Rojo y otra, muy diferente, lidiar con los efectos del viaje. Foto: Wikimedia Commons

Ciudad de México, 30 de junio (SinEmbargo).- Dentro de las próximas dos décadas la llegada del ser humano a Marte se concretará. Sin embargo, el trayecto: sortear los peligros y riesgos que pudieran surgir en el camino e incluso otros inconvenientes que pudieran aparecer, no son la principal preocupación de algunos investigadores, sino la misma estancia en el Planeta Rojo.

El miedo a lo desconocido forma parte importante de la vida de un explorador. No obstante, en el caso de aquellos a los que les toque ser los pioneros marcianos, la incertidumbre se acentúa desde ahora puesto que no lidiarán con condiciones similares a las de la Tierra. A pesar de eso, un reto al que tendrán que enfrentarse no será para nada algo ajeno a la vida cotidiana en nuestro mundo. Se trata de soportar el aislamiento, confinamiento y vida en un espacio reducido durante un periodo prolongado de tiempo.

“Cuando ocurre un mal día, no es tan fácil de atenderlo en el espacio”, dice Douglas Vakoch, un psicólogo clínico y científico en el Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI, por sus siglas en inglés). “Es inherentemente difícil, psicológicamente, asegurarse de que los astronautas sean capaces de manejar esto.”

Desde hace un par de años la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, en inglés) conduce una investigación al respecto, contratando a psicólogos de la Universidad Estatal de Michigan (MSU) para promover el desarrollo de un sensor psicosocial en forma de “insignia” que los astronautas podrían usar durante su misión al Planeta Rojo, dio a conocer entonces The Verge.

El sensor se encarga de monitorear los cambios de ánimo de los astronautas. Foto: Michigan State University
El sensor se encarga de monitorear los cambios de ánimo de los astronautas. Foto: Michigan State University

De acuerdo con el médico y líder del proyecto, Steve Kozlowskias, las insignias de bolsillo se diseñaron para realizar un seguimiento de los marcadores fisiológicos de la salud psicológica de un astronauta tales como la presión arterial y el ritmo cardíaco, así como la dinámica de sus interacciones sociales.

“Nunca se puede asegurar que nada malo va a pasar”, dijo Kozlowski. “Pero una manera coherente de evaluación de las interacciones y el estrés… es una manera de protegerse contra las consecuencias negativas.”

De esta manera, una conversación entre dos astronautas podrá ser seguida de cerca con el parche/monitor que identificará elementos de la plática como su duración, patrones vocales que indicarán el estado de ánimo de cada interlocutor y quién es el que termina la interacción verbal. A partir de esto, los sensores le proporcionarán “retroalimentación directa” a los astronautas sobre su comportamiento.

Un sensor, por ejemplo, podría recomendarle a los exploradores espaciales hacerse cargo de cierto comportamiento agresivo o advertirles de alguna interacción inapropiada. “No quiero que esto sea un sistema de observación tipo Gran Hermano”, dijo Kozlowski. “Esto es más sobre darle a los miembros del equipo la oportunidad de autorregular su propio comportamiento.”

Aunque son raras las discrepancias entre astronautas, esto no quiere decir que no estén presentes. El sensor no dejará que permanezcan ocultas. Foto: Wikimedia Commons
Aunque son raras las discrepancias entre astronautas, esto no quiere decir que no estén presentes. El sensor no dejará que permanezcan ocultas. Foto: Wikimedia Commons

Es precisamente la autorregulación uno de los elementos primordiales durante una misión tripulada a Marte. Un viaje al cuarto planeta del Sistema Solar será más largo que cualquier viaje espacial que algún ser humano haya hecho antes. La NASA prevé una duración de dos y medio a tres años para la primera misión, con una tripulación viajando en una cápsula de alrededor del tamaño de una pequeña cocina.

Por si fuera poco, los astronautas recorrerán alrededor de 537 millones de kilómetros en los que no serán capaces de ver la Tierra. Eso podría plantear graves problemas psicológicos, dice el médico Nick Kanas, profesor de psiquiatría de la Universidad de California en San Francisco.

En una investigación llevada a acabo por Kanas, los astronautas citaron el hecho de ver la Tierra desde el espacio como el aspecto más positivo de su misión. En un documento publicado en 2010, advierte que la ausencia de un planeta visible “puede dar lugar a un aumento de los sentimientos de aislamiento, la nostalgia, disforia, o incluso pensamientos suicidas o psicóticos”.

Sin embargo, a pesar de que el cine de ciencia ficción nos haya acostumbrado a lo contrario, históricamente son raros los desacuerdos entre astronautas. Esto se debe, en parte a que los astronautas son muy cautos al momento de admitir algún tipo de “lucha” psicológica o desacuerdos con miembros de la tripulación, una reticencia que los nuevos sensores de la NASA detectarán.

Mejor así antes de que un día, sin previo aviso, por fin exploten.

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