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Sergio Saldaña Zorrilla

01/05/2018 - 12:00 am

Nuestro creciente déficit comercial petrolero

Desde que se implementó la reforma energética, las finanzas públicas del país se han complicado enormemente y se han agrandado los desequilibrios macroeconómicos. Mientras los ingresos petroleros se han reducido drásticamente, el déficit comercial del país se ha incrementado notablemente, lo cual contribuye a explicar la devaluación de más del 60% del peso frente al dólar entre 2014 y 2017, así como el endeudamiento público, que actualmente alcanza niveles cercanos al 50% del PIB.

Mientras en 2012 los ingresos petroleros representaban el 38% de los ingresos públicos, para 2018 se prevé contribuyan con sólo el 8%. Foto: Especial.

Cada día aumenta el déficit comercial petrolero de México. Después de décadas de superávit, desde 2014 somos importadores netos del sector. Desde que se implementó la reforma energética (agosto de 2014), ha habido una fuerte caída en la producción de petróleo, gas, petroquímica y derivados. Esto ha sido, a todas luces, intencional por parte del gobierno mexicano, pues la capacidad instalada de PEMEX está siendo subutilizada y han frenado la reinversión en ampliación de capacidad.

Las principales consecuencias negativas de lo anterior son:

i) Debilitamiento de las finanzas públicas del país, pues derivado de la reducción productiva de PEMEX, los ingresos petroleros públicos se han desplomado y contribuido al actual déficit público;
ii) Fuerte caída en los niveles de inversión pública debido a la menor disponibilidad de recursos públicos;
iii) Creciente presión sobre el peso mexicano (derivada del aumento del déficit comercial), lo cual contribuye a explicar parte de la devaluación de más del 60% del peso frente al dólar desde 2014;
iv) Aumento de la deuda pública (para compensar el déficit comercial), deuda que actualmente alcanza niveles cercanos al 50% del PIB;
v) Altas tasas de interés debido a las crecientes necesidades de endeudamiento público. En suma, esta caída de los ingresos petroleros ha desencadenado desequilibrios macroeconómicos que eran perfectamente evitables.

INGRESOS PETROLEROS

Durante los últimos seis años, la contribución de los ingresos petroleros a los ingresos públicos de México ha caído en 80%. Los ingresos petroleros consisten en la suma de dinero percibida por el gobierno mexicano del valor de la venta de petróleo, gas, productos petroquímicos y derivados extraídos y transformados en el país.

Mientras en 2012 los ingresos petroleros representaban el 38% de los ingresos públicos, para 2018 se prevé contribuyan con sólo el 8%. La mayor parte de la explicación de esta caída se encuentra en las siguientes variables, medidas durante el mismo período: a) la caída del 24% en la producción de petróleo crudo; b) la caída del 35% del precio medio ponderado de la mezcla mexicana de petróleo; c) la reducción de 43% en la elaboración de gasolinas y diesel; d) la caída del 31% en la producción de petroquímicos; e) la caída del 21% en la producción de gas natural.

Para darnos una idea de la magnitud del declive, nótese que los ingresos públicos petroleros que se han dejado de percibir en 2018 en comparación con 2012 equivalen a 4.27 veces el valor esperado del déficit público para 2018. Esto es, de haber continuado constantes los precios y la producción petrolera, en 2018 obtendríamos un superávit fiscal superior al 6% del PIB.

BALANZA COMERCIAL PETROLERA

En 2017, el déficit comercial petrolero fue equivalente al 99% del déficit comercial de toda la economía mexicana (350 y 354 mil millones de pesos, respectivamente). Como se observa en la siguiente Gráfica, hasta agosto de 2014, mes en el que se consuma la aprobación del paquete de leyes de la reforma energética, teníamos un marcado superávit en nuestra balanza comercial petrolera (que es el resultado de las exportaciones menos las importaciones de petróleo, gas, petroquímica y derivados). Sin embargo, a partir de que entra en vigor la reforma energética, nuestro superávit petrolero se ha convertido en déficit hasta ahora.

Nuestro déficit comercial de gasolinas es incluso superior al déficit comercial de toda la economía mexicana (401 vs 354 mil millones de pesos, respectivamente). El déficit comercial de derivados del petróleo (gasolinas, diesel y otros subproductos de las refinerías) es aún superior al déficit comercial petrolero (el cual se compensa un poco por las exportaciones de crudo).

LA SOLUCIÓN

Necesitamos abrogar la reforma energética. Si lo hacemos cuidadosamente, podríamos corregir este déficit comercial. Ello reduciría la presión sobre nuestro tipo de cambio y muy probablemente se apreciaría el peso mexicano. Otro efecto positivo de equilibrar la balanza comercial se encuentra en que se reduce la necesidad de endeudamiento público a fin de mantener la balanza de pagos en cero, con lo que las tasas de interés tenderían a la baja. Lo anterior generaría un círculo virtuoso de fortalecimiento del peso, reducción de las tasas de interés, aumento de la producción y de las exportaciones.

Estas son metas realistamente alcanzables en un periodo de entre tres y cinco años una vez abrogada la reforma energética. También implica el fortalecimiento tecnológico de PEMEX por medio de la reinversión para la ampliación de la capacidad productiva. Lo anterior es especialmente necesario en la refinación, actividad que, como vimos en la sección previa, representa nuestra mayor fuga de divisas en este momento.

La construcción de refinerías es clave para corregir los desequilibrios macroeconómicos actuales de México. PEMEX necesita al menos construir unas 6 refinerías con una capacidad productiva mínima de 110 mil barriles diarios distribuidas geográficamente de manera óptima para minimizar los costos de transporte. La inversión necesaria para esto es de aproximadamente 140 mil millones de pesos anuales durante tres años. Esta inversión se podría financiar holgadamente con tan sólo el 20% del dinero que desvían anualmente los gobernadores de los ramos 28 y 33 del Presupuesto de Egresos de la Federación. Es por ahí.

@SergioSaldanaZ

Sergio Saldaña Zorrilla
Doctor en Economía por la Universidad de Economía de Viena (WU-Wien), en Austria, ex-funcionario de la ONU (CEPAL) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT.

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