“Los escritores tenemos que vender y no estar alejados del mercado”, dice en la FIL Guadalajara Juan Villoro

03/12/2013 - 12:00 am

Beatriz Melussi

Juan Villoro. Foto: Cuartoscuro
“Los escritores tenemos que vender”, dice Juan Villoro. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo/dpa).– El escritor mexicano Juan Villoro cumple una intensa actividad en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, pero observa escéptico lo que ve a su alrededor.

“La cultura tiene un ritmo lento y las ferias son una aceleración artificial de ese ritmo”, dijo en entrevista con la agencia dpa el autor de Dios es redondo y El testigo, que recibirá en Guadalajara el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez.

Villoro, de 57 años, uno de los autores contemporáneos más importantes de México, sabe, al mismo tiempo, que no hay más remedio: “Los escritores tenemos que vender y no estar totalmente ajenos al mercado”.

–Todo el mundo quiere entrevistarlo en esta Feria. ¿Qué es para usted el arte de la entrevista, tan cultivado por la reciente ganadora del Premio Cervantes, Elena Poniatowska?

–Me dio mucho gusto que le dieran el Premio Cervantes a Elena Poniatowska porque en su obra tiene mucha importancia la entrevista y mucha importancia el arte de escuchar. En la obra de Elena, la entrevista es la matriz de todo. Una crónica, un reportaje, incluso una novela como “Leonora”, nacen de sus entrevistas periodísticas. Pocas bibliografías han dependido tanto de las voces ajenas como la de Poniatowska. Es absurdo decir que el autor le da voz a los que no la tienen, pero lo que sí puede hacer el escritor es escuchar a los demás.

–Uno de los temas que predominan en esta Feria del Libro es el auge de la industria editorial, cómo todo es marketing.

–¡Claro! La feria es un fenómeno de la industria, no de la cultura. Por supuesto que puede tener derivados culturales, como el originado en un encuentro casual de dos personas que se ponen a discutir sobre un título, pero en general la Feria del Libro está aquejada de gigantismo. Es una máquina de vomitar actividades y confunde la estadística con el éxito.

–Pero es la más importante en español.

–A lo que uno aspira aquí es a comunicar algunas cosas que vayan un poquito más allá de las ventas y el mercado editorial, pero me gustan más las ferias de Santiago de Chile o de Bogotá, donde el espacio reservado a la cultura es más fuerte. Hay más pausas. En la Feria de Guadalajara he visto cómo alguien le pasaba un papel a José Saramago cuando ya era Nobel, diciéndole que terminara su charla porque tenía que pasar el siguiente conferencista. La cultura tiene un ritmo lento y las ferias son una aceleración artificial de ese ritmo.

–Usted tiene una relación distante con la FIL, algo así como “comes y te vas”.

–Precisamente porque es una feria muy aturdidora y uno se siente esclavo de esa dinámica vertiginosa. Vengo, hago lo que tengo que hacer y me voy.

–Israel como invitado de honor es otro de los grandes temas aquí.

–Sí, porque hay una sensación de territorio ocupado y eso es grave. Fue muy molesta esta idea de frontera vedada con la implementación de unas medidas de seguridad que no sé si fueron necesarias. Creo que hubiera sido mucho más interesante imitar iniciativas como “El diván de Oriente y Occidente” (West-Eastern Divan Orchestra) que hicieron Edward W. Said y Daniel Barenboim, es decir, producir un punto de encuentro entre Palestina e Israel porque eso sí hubiera sido un proyecto realmente cultural.

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