Filippo Inzaghi, el futbolista que solo anotaba goles y que según Ferguson “debió nacer en fuera de lugar”

09/08/2013 - 12:30 am
Foto: Twitter
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Ciudad de México, 9 de agosto (SinEmbargo).- “Debió haber nacido en fuera de lugar”, frase histórica de Sir Alex Ferguson refiriéndose al italiano Filippo Inzagui que constantemente caía en posición indebida. El goleador italiano fue un oportunista que aprovechó su buena fortuna para construir una carrera que todo ariete en el mundo envidia. Pippo jugó profesionalmente durante 21 años con un promedio de un gol cada dos partidos.  Llegó a ser el segundo máximo anotador de la Champions League solo por detrás de Raúl. Lejos de la estadística, era su pasión dentro de la cancha la que siempre llamó la atención.

Hombre de pelo ordenado y gestos duros, se convirtió en un prototipo de jugador que estaba lejos de ser aquel que atraía los reflectores por su habilidad circense con el balón o por su espectacularidad en los remates. Pippo estaba siempre ahí. Devorador del área grande, ponía todo su empeño humano en empujar esa pelota que parecía perdida en medio de tantas piernas. El gol, materia prima del deporte más popular del mundo, fue el sustento que le hizo ganar una Copa del Mundo que nadie esperaba para Italia y dos Champions.

En tierra de Paolo Rossi, goleador letal que brilló en el mundial de España en 1982, una generación creció viendo y disfrutando con las maravillas del delantero elegante que se hizo ídolo en Madrid alzando la copa del mundo. Después, un delantero espectacular nacido en Holanda, llegó a Milán para revolucionar lo que el mundo conocía como atacante. Marco van Basten brilló con luz propia en un equipo histórico que jugaba como ningún otro en el mundo. En ese contexto creció en Piacenza el pequeño Filippo que desde temprana edad no quiso otra cosa en su vida que no fuera emular a sus dos grandes ídolos.

Foto: EFE
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Inzaghi debutó en el equipo de su localidad a los 18 años. Tras dos préstamos a equipos de divisiones inferiores donde hacia saber que su única cualidad era la de anotar goles. El Parma lo puso en la órbita de la Serie A, donde sólo anotó dos goles. Una de esos festejos fue frente a su amado Piacenza. “Lloré todo el día”, declararía después el letal artillero. Apasionado por lo que hacia, la furia con que Inzaghi gritaba sus goles pasó a ser su carta de presentación. Amado o criticado, sin medias tintas, sus festejos llamaban la atención de todo el mundo. Al borde de las lágrimas, sus compañeros le daban un abrazo colectivo.

Como a Marco van Basten, las lesiones de rodilla fueron su única pesadilla. Pippo se levantó de dos cirugías severas de ligamentos para seguir haciendo lo que mejor sabía hacer. Llegó a Milán en 2001 para volverse ídolo Rossonero. Dos goles frente al Liverpool, le dieron una Champions a la escuadra italiana y de paso lo consolidaron como uno de los mejores delanteros europeos en la historia. En 2006, formó parte de ese equipo italiano que eliminó a la local Alemania para después dejar sin esperanza a la Francia de Zidane. Filippo siempre fue un ganador apasionado que disfrutaba lo que hacia.

El año pasado, se retiró tras una recaída en sus rodillas y tras ser informado por el club milanés que su contrato no sería renovado. El delantero no alargó la situación. En medio de muchas especulaciones sobre un traspaso a un equipo de menor tradición en Inglaterra, anunció su retiro de las canchas. La noticia llenó de melancolía a todos aquellos que lo vieron jugar con ese trote lento, mientras se iba colocando en ese lugar donde solo él sabía que iba a caer la pelota. Futbolista de recursos, hombre apasionado, cumple hoy 40 años. La mitad de su vida dedicada a gritar goles, 330 en 667 partidos jugados. Una cifra alucinante, digna de apasionado del balón.

Foto: Facebook
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