Ignorancia “progre” y chantaje intelectual: el caso Tom Zé y la Coca Cola en Brasil

15/09/2013 - 12:00 am
Foto: Especial
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Por Leonardo Tarifeño

Ciudad de México, 14 septiembre (SinEmbargo).- Es triste constatar que la política tradicional se ha convertido en una superstición que reemplaza a los verdaderos dioses por convicciones de cartón.

El último ejemplo a la vista fue el episodio que le tocó vivir al gran artista brasileño Tom Zé, quien a sus 76 años y con más de cuatro décadas de impecable trayectoria ética y creativa se vio obligado en marzo a donar los 80 mil reales que había ganado como locutor de un anuncio televisivo de Coca Cola.

La propaganda en cuestión, un aviso institucional sobre Coca Cola y el próximo Mundial de futbol que tendrá sede en Brasil, produjo una auténtica ola de insultos (“mané”, “velho babão”, “bundão”) y acusaciones de corrupción contra el legendario músico brasileño en las redes sociales, situación a la que el propio artista respondió con un descargo en su página de Facebook, la donación del dinero y una irónica canción compuesta a propósito, “Tribunal do Feicebuqui”.

Cabe recordar que todo esto ocurrió antes de la aparición del movimiento de “indignados” en Brasil, donde los gastos oficiales por la organización del Mundial representan uno de los principales motivos de la muy justificada ira popular.

En su descargo, Zé recordó que grabar es cada vez más difícil, y dio a entender que ese dinero le hubiera podido ser útil para producir discos que las grabadoras con las que trabajó (Luaka Bop y Biscoito Fino, entre ellas) ya no están en condiciones de apoyar.

LA CRISIS TERMINAL DE LAS DISQUERAS

Foto: Especial
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Nadie ignora que las compañías discográficas atraviesan una crisis que podría ser terminal; la novedad del asunto es que el público, políticamente ciego a la carrera y la vida de un artista en particular (quien, por cierto, trabaja como jardinero), utiliza la excusa ideológica para chantajear a quien menos lo merece, un tropicalista original olvidado por sus compañeros de ruta y auténtico modelo de artista innovador, intachable e iconoclasta.

A sus casi 80 años, Tom Zé hubiera podido vivir mejor y producir más con un dinero cuyo origen no tenía por qué manchar su imagen.

Pero muchos de sus fans no lo vieron así y una vez más demostraron que el prejuicio es el grado cero de la política tradicional. Quizás los nuevos movimientos políticos, por ejemplo el de los “indignados”, sean más justos y sensatos a la hora de darse cuenta de quiénes son los verdaderos enemigos.

La conclusión que saco de esto es que, sin dudas, el desafío de la época consiste en abrir la cabeza de una buena vez y pensar un poco. Porque, con admiradores así, ¿quién necesita enemigos?

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