Si la secuencia genética del virus detectado en los embalajes de bacalao coincide con la hallada en humanos, podría poner sobre la mesa la posibilidad de que se origine a través de criaturas acuáticas, y no murciélagos o pangolines.
Pekín, China, 19 de octubre (EFE).- China halló, por primera vez, una muestra viva del coronavirus SARS-CoV-2 en el embalaje de paquetes de bacalao congelado importado, recibidos en el puerto oriental de Qingdao, escenario del último rebrote en el país asiático.
El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de China indicó que se trata de “la primera vez que se ha confirmado fuera de un laboratorio que este nuevo coronavirus puede sobrevivir durante un largo periodo en el exterior del empaquetado de productos en condiciones especiales de transporte refrigerado”.
Este hallazgo podría significar que “el coronavirus usa los productos refrigerados como portadores”, lo que posibilitaría su propagación “transfronteriza y a larga distancia”, informó anoche el diario estatal Global Times.
“Los virus supervivientes en la superficie de los productos podrían infectar a quien entre en contacto con ellos sin usar protección”, lo que coloca en situación especialmente arriesgada a los trabajadores del sector, sostienen las autoridades sanitarias chinas.
EL RIESGO PODRÍA SER MUY BAJO PARA LOS CONSUMIDORES
No obstante, aseguraron que no se han detectado hasta el momento contagios de coronavirus a través de la ingesta de alimentos, por lo que consideraron “muy bajo” el riesgo de infección para el público general. La fuente no especificó de dónde procedía el embalaje infectado.
Citado por Global Times, el subdirector del Departamento de Biología de Patógenos de la Universidad de Wuhan, Yang Zhanqiu, opinó que este descubrimiento “ayuda a avanzar en la investigación sobre la capacidad de supervivencia del virus, sobre su estructura vital y, lo más importante de todo, sus orígenes”.
Según Yang, si la secuencia genética del virus detectado en los embalajes de bacalao coincide con la hallada en humanos, podría poner sobre la mesa la posibilidad de que se origine a través de criaturas acuáticas, y no murciélagos o pangolines.
Las autoridades sanitarias chinas concluyeron la semana pasada que el origen del rebrote detectado el pasado 11 de octubre en la ciudad de Qingdao, en el este del país, se debió precisamente a que dos estibadores del puerto contrajeron el virus al entrar en contacto con productos que contenían restos del virus.
Estos dos positivos, diagnosticados el pasado 24 de septiembre, recibieron tratamiento en el Hospital de Dolencias Pectorales de Qingdao, donde se localizó semanas después el reciente rebrote.
Las pesquisas oficiales concluyeron que una mala desinfección del aparato de tomografía axial computarizada (TAC) de ese hospital, después de su uso por parte de un infectado, propició la propagación del virus en el centro, y que resultó en el contagio de 13 personas.
Para frenar el rebrote, Qingdao puso en marcha una campaña de análisis a toda su población concluida el pasado viernes, y en cinco días realizó casi 11 millones de pruebas de ácido nucleico a sus habitantes, sin hallar más positivos que los 13 anunciados previamente.
El último parte de la Comisión Nacional de Sanidad de China, publicado hoy, apuntó que hay en el país asiático 249 infectados activos, de los que 4 se encuentran en estado grave.