“Mi fortuna es que me han comprado el dolor, las heridas, lo erótico”, dice la artista Toni Guerra

21/08/2016 - 12:01 am

Toni Guerra, una de las artistas plásticas más reconocidas de Guadalajara celebra este 2016 sus 35 años en el mundo del Arte. Incluida en la magna exposición de 100 pintores de Jalisco que incluyó óleos de Clemente Orozco y al doctor Atl, su obra se ha desplegado durante todo el año en varias muestras, que seguirán hasta que concluya diciembre.

Por Rosa Esther Juárez

La artista con un retrato. Foto: Rosa Esther Juárez
La artista con un retrato. Foto: Rosa Esther Juárez

Ciudad de México, 21 de agosto (SinEmbargo).– Pareciera que no hay material que se le resista. De sus manos han salido grandes cuadros abstractos, esculturas en parota, piezas de cerámica, dibujos a lápiz en medianos y grandes formatos. Y de su boca salen siempre borbotones de palabras. Muchas de ellas, críticas y sabias. Esta chaparrita hiperactiva, creció en una familia ecléctica con un padre regiomontano y comerciante que tuvo el primer súper del pueblo al que le llamaban Ultramarinos, en Tampico. “Eramos muy bohemios, mi madre empezó pintando y dijo que después se decidió por las letras porque era más fácil en Tampico escribir que pintar, en cuanto a que el pintor necesita un espacio físico, pintaba excelentemente y dibujaba muy bien. Mi hermana escribía poesía, entonces sí, se veía mucho un ambiente de letras en casa porque mi mamá pasó toda la vida escribiendo y leyendo.

Nacida en Tampico, Toni Guerra (1950) echó raíces en Guadalajara a sus cortos ocho años de edad, donde se convirtió en una las mejores artistas plásticas del país. Este 2016 celebra sus 35 años de gran expresionista. Con más de 130 exposiciones entre colectivas e indivudales, en su obra, hay curvas, sensualidad, colores voluptosos. Sus piezas de cerámica se han mostrado en el Museo Franz Mayer en dos ocasiones, en el Museo Pantaleón Panduro. Sus grandes pinturas han sido acogidas en el Centro Cultural Cabañas, y en otros museos del país. Tiene coleccionistas dentro y fuera de México. Egresada de la Escuela de Artes Plásticas de Guadalajara, de la que también ha sido profesora, en su taller Exagono se dedica a producir obra y a enseñar algunas de las técnicas que mejor domina.

– ¿Cómo es que “Diario de un Vigilante”, pieza figurativa formó parte de la reciente exposición 100 pintores de Jalisco en el Cabañas, si tú eres reconocida por tus piezas abstractas?

– Yo la elegí, es dibujo y la mayoría de obra que se expuso era pintura, pero a mí me importa el dibujo como un código personal. Me interesa como un lenguaje autónomo que no está sosteniendo a la pintura o la escultura o a la gráfica. El código del dibujo por sí mismo vale, como línea, como forma, el blanco y negro. Me gusta mucho dibujar. Un tiempo se me etiquetó como pintora y no como dibujante pero siempre he dibujado, desde hace muchos años. Y también hago trabajo abstracto, esta pieza es significante no nada más por el título sino porque ganó una bienal importante, hace ya casi diez años, la Bienal Silvia Pawa de México-Israel de entre 800 obras.

Creo que he perseguido el discurso plástico, pero de pronto se atraviesa, a veces en el dibujo he hecho cosas, a veces hasta surreales, fue interesante ahorita que mencionaste esta pintura prefigural que hago, porque tienes razón eso me lo dijo hace muchos años Aranguren, me dijo “tú obras es prefiguratva, no es tan abstracta”. Es como algo que se quiere conformar, no soy tan abstracta como me tachan, estas cuestiones que entran como dices en el dibujo, el código de dibujo que me llevan a otro mundo, el blanco y negro. La pintura es más emotiva.

– En tu trabajo convergen varias formas de expresión, por un lado el dibujo, por otro los lenguajes abstracto-figurativo, ¿cómo logras transitar con esta facilidad?

– Creo que parte de las artes plásticas es esta curiosidad matérica y el cuerpo también, el cuerpo del pintor, el pintor es cuerpo, es casi como el bailarín. Hay la parte visual del pintor y la parte háptica, táctil. Lo matérico es muy importante y va ligado a ese momento de tu vida, a tu sensualidad, a la necesidad de velocidad, a lo mejor para trabajar algo o la actitud morosa de estar ahí dale que dale, reflexionando o meditando, partes depresivas que no quieres avanzar y que estás atorado en una pieza. A lo mejor en otro momento te pones con valores lineales porque tienes toda la paciencia…

"Torso". Foto: Rosa Esther Juárez
“Torso”. Foto: Rosa Esther Juárez

– ¿Cómo pasas del óleo, el carboncillo, la madera, la cerámica tan distintos materiales?

– Son temporadas en mi vida, a mí me gusta la experiencia con diferentes materiales y sí como, digamos, una serie puedo apegarme a lo mejor un año en el que no suelto el temple porque estoy ahí atrapada. O si estoy con mucho valor lineal eso me puede llevar al grabado, fácilmente puedo estar haciendo dibujo con línea pero para eso fácilmente me voy al taller de grabado, busco a Pepe o a Alejandro Camacho que son los talleres con los que he trabajado. Me considero afortunada en cuanto a la vivencia, los resultados no son siempre lo que tú esperas pero vas buscando la técnica y si empiezas a trabajar, y la técnica no responde a lo que tú piensas, porque a lo mejor estás muy inquieto y traes una técnica que te está deteniendo la mano, (es lo que te decía del cuerpo), mandas al diablo la técnica, tomas una más ágil.

– Tú consideras a la cerámica como una forma expresiva del futuro….

– Le di a la cerámica las primeras probadas hacía los ochenta, en la escuela, y me cautivé desde entonces. Implica muchas cosas que no son manipulables, vamos, hay como un rigor técnico. Tienes que tener un rigor técnico, una capacidad de tolerancia y de despedida. De hallazgos y de despedidas porque una pieza de cerámica puede volar en el horno y todas tus ilusiones se fueron con ellas, entonces tienes que tener una gran tolerancia. La cerámica no te permite un narcisismo artístico.

– Es un trabajo en equipo ,y además, muchas cosas no están bajo tu control…

– Exactamente, así es, entonces dependes mucho de tu equipo, dependes del azar, de las travesuras que haga el horno, de la colocación de la pieza en el horno y lo bello es que está apegada a los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. La prevención es fundamental, exige oficio y humildad porque si la pieza se te llega a craquelar por un error tuyo pues vuélve a empezar, ya que está seca y que tú calculas que puede entrar a primera horneada, entra a sancocho, si se salva de sancocho ahí se vio cómo la construiste y cómo la cuidaste, entonces ya la hiciste, después de sancocho viene otra prueba de fuego, literalmente, que es entrar a segundo fuego, es la colocación de esmaltes y entra de nuevo a fuego que puede ser baja, media o alta temperatura. Esto va a depender la materia prima en la que estés trabajando, el tipo de esmaltes. Es toda una alquimia. Es un proceso complejísimo no tienes idea, muy delicado que absorbe mucho.

– Pero supongo que es con la pintura con la que te sientes más cómoda….

– Con la pintura sí, como yo empecé (profesionalmente) como pintora más que como dibujante. Aunque era dibujante antes de entrar a la escuela. Nunca tuve problema con el dibujo figurativo, y además, fui maestra de dibujo muchos años en la escuela y no tengo ningún problema. El asunto de haber experimentado en lo abstracto obedece a otras necesidades interiores. Para mí el dibujo es una parte fundamental y pugné mucho por una bienal de dibujo en Jalisco, sigo pensando que hace falta. Porque creo que el dibujo es un código independiente a la pintura, tiene que valer por sí mismo. No está al servicio de la pintura ni de la escultura, es una forma.

– Me parece que en tu pintura hay mucha sensualidad, los colores cambian, podemos ver grises de una gran gama pero de pronto también una irrupción de colores….

– Efectivamente, la pintura para mí me toca todo este mundo de la sensualidad y las emociones. Es más epidérmica y trae toda esta memoria corporal, porque un pintor tiene los códigos, el visual y el cuerpo, hay pintores de cuerpo y hay pintores de ojo.

– El de ojo supongo que es un poco más abstracto….

– El ojo de pronto es como el policía de la mano, el del cuerpo es el impulso, lo que la mano hace. Que la mano tiene su propia sabiduría, que es el gesto, que es la emoción y lo cínico, el ojo va siguiendo, es más rápida a veces la mano.

– Es como si la obra se hiciera de bulto….

Sí como de bulto. Por eso no toco la obra de mis alumnos, porque es el gesto, el toque que tiene la parte vital de cada pintor y si está temblorosa, pues hay que aguantar la línea temblorosa y no hay porqué hacerla de otra manera.

El paisaje marino de toni Guerra. Foto: Rosa Esther Juárez
El paisaje marino de toni Guerra. Foto: Rosa Esther Juárez

– ¿Es la aceptación de la propia forma de expresión?

– Mira, que no es lo mismo defender un estilo y estarte autoplagiando a estar en continúan búsqueda, muchas veces aventándote sin paracaídas. Es decir, sí sostienes pero eso le tocaría a un curador, seguir tú línea de hace cuarenta años si hay una permanencia en ti en el gesto, en el impulso, pero creo que hay que aventurarse, esto retomando un poco lo que me preguntabas hace rato de que de repente sentías que transito.

– ¿Hay alguna función de estos lenguajes? ¿Responde a una necesidad de expresión específica? ¿Tú hablas de una cosa con lo abstracto y de otra con lo figurativo?

– Sí responden. Ahorita pensé que estos cambios van con la vida misma, de pronto hay esta nostalgia de volver a los diecisiete, pero también hay cosas a las que no quisiera volver jamás, ni a esa juventud, no gracias, besos, bye. A lo que sigue, a enderezar la carreta.

– Es lo que dices, una búsqueda, evitar el autoplagio…

– Es que esta búsqueda de la pintura para mí proyecta la esencia de tú camino, de cómo vas, es un autorretrato contigo, donde yo al pintar, me regresa la voz interna, lo que no puedo manipular de mí, todo ese mundo inconsciente por eso es necesario encontrarme en ese espejo. Y muchas veces, la primera sorprendida soy yo, al pintar una cosa mientras pensaba pintar otra. De repente te traiciona la mano, o la paleta, o estás más violenta de lo que crees.

– ¿Cómo se mide el éxito de una exposición?

– Creo que eso tiene que ver con la personalidad del artista, como la mire el artista. Hay quienes a través de su vida han apostado por una satisfacción económica y acumulan una economía saludable. Otros viven a través de premios, de reconocimientos, becas y se dedican literalmente a ser becarios. A muchos les va muy bien porque enganchan una beca tras otra, porque si ya te dieron una te dan la que sigue y la que sigue.

– No tendrían la intención de vender las obras…

– No, porque apuestan por su propuesta, digamos intelectual, y por un compromiso durante un período de sacar una serie. Yo he sido jurado, he trabajado con esto, y a veces he visto muy manipulado el discurso, cómo venden la propuesta ya manejado para que les den la beca. Hay algo ahí que no me ha dejado buen sabor de esta costumbre, porque se llega a ser un hábito saltar de beca a otra, a otra, es válido seguramente para los que les ha resultado, yo tengo mis dudas respecto a eso. Hay otro tipo de pintor que por necesidades infantiles, o vete tú a saber provenientes de qué, tienen necesidad de reconocimiento y de prestigio y por eso apuestan, con necesidad de ser vistos, de ser valorados, de ser queridos finalmente, de gozar de un respeto dentro de la comunidad.

– Crean un personaje de sí mismos…

– Así es, y además lo saben vender. Y bueno está el otro artista que le tira a las galerías, no a museos sino a vender en galerías.

– Has logrado vivir del arte. Pasaron los tiempos de lo mecenas, aunque ahora hay becas, ¿cómo se hace para vivir del arte?

– Mira, yo jamás he sido becaria de nada, nunca he recibido un dinero gubernamental de ninguna parte. He vivido de mis clases, vivido modestamente, sacado adelante la carreta. Y sí, vendí mi exposición primera que tuve, fue algo muy extraño. Fue en la Casa de la Cultura Jalisciense y me la dio Luis Valsoto.

– ¿Quién compra las obras de Toni Guerra?

– Tengo más fama de ser afortunada que de lo que soy, pero sí hemos sobrevivido bien mis hijas y yo de esto. Yo repito a mis alumnos: ‘no hago la obra con destino, por encargo, no’. Tampoco no sé a dónde voy, ni busco al comprador, esto ha sido posterior, ha sido muy interesante porque ha habido épocas muy interesantes, épocas muy dolorosas de mi vida donde he pintado y donde ha salido de todo esto. Entonces, no tengo obra mía, debe de estar colgada en alguna pared, la fortuna mía es que sí me han comprado el dolor, las heridas, la desesperanza, lo erótico.

– ¿Cómo influye el mundo en el acto creativo? ¿De dónde surge el tema de una pieza?

– Creo que cualquier actividad relacionada con la creatividad artística tiene que ver con el mundo, con tu comunicación con el mundo. Y eso va más allá de la comunicación humanista, con la capacidad de conmoción, de conmoverte, creo que el artista es un ser que se conmueve, que tiene esta capacidad de conmoción y vibra. Pero además es una especie de sensor que, probablemente en muchos casos, si se tiene fortuna, se comunica con este inconsciente colectivo o bien abreva de la naturaleza, abreva de los animales, del cosmos o de la experiencia existencial como tal, muy abstracta. Vamos, hubo un tiempo en que el arte estaba vinculado al servicio tanto de la religión como de la historia, era crónica digamos, porque los artistas plásticos de alguna manera narraban.

– Era como muy literal su relación con los acontecimientos sociales….

– Así es, sociales, pero incluso descriptivos de la naturaleza por eso toda esa época naturalista donde nosotros conocemos todos esos territorios en el mundo a través de los ojos de los artistas antes de que se usaran las cámaras.

– ¿Para qué sirve la pintura?

– No creo que esté al servicio de nada simplemente es, y no tiene que servir ni a la religión ni a la política, ni a nada.

– A fines de los setenta y durante los ochenta, viviste en Guadalajara momentos fuertes de definición de los artistas, ¿en tu caso, qué sentido tiene hacer arte?

– En mi caso creo que va pegado a la parte filosófica. Para mí es una necesidad interna de expresión pero creo que el arte sí tiene una función social pero sin querer, no voluntarísticamente. No creo en este artista que va con bandera: es como hablar de la sensualidad, se tiene pero no tienes que hacer una boca sensual, a lo mejor a la persona que está en frente de ti le gustan tus muñecas, tus nudillos. Creo que el arte sí tiene una función social y el artista debe ser auténtico. Puede que sea el portador del inconsciente colectivo, si uno tiene suerte y esta capacidad de captar lo que anda por ahí en la atmósfera colectiva, y lo sueltas en una obra. Pero no voluntarísticamente esto sólo si verdaderamente lo pudiste integrar, porque te lo tragaste, digo si te tragas la violencia es tuya entonces si la regresas el espectador lo va a sentir y se va a sentir encontrado en ella. Veo que la función del arte es completarte, irnos completando, hacer esas grandes redes de comunicación que atraviesan fronteras y que hacen ecos por todas partes para irnos sintiendo menos solos.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video