VIDEO: “Mi mamá tuvo que ir al psicólogo por cómo me veía”, dice joven mexicano que se tatuó los ojos

25/08/2020 - 4:31 pm

Alrededor de sus ojos, hay tinta oscura impregnada en su piel, misma que asemeja las cuencas oculares; de igual forma, esa misma tinta cubre su nariz, de manera que parece el hueco de la cavidad nasal de un cráneo, lo mismo ocurre con los dientes, pues el tatuaje hace las veces de los grupos dentales y la ausencia de labios, pero lo más asombroso son sus ojos, que también están tatuados.

Ciudad de México, 25 de agosto (SinEmbargo).- Muchas personas, sobre todo jóvenes gustan de hacerse tatuajes, colocarse argollas en los lóbulos y colocarse  piercings en los labios, las cejas, el ombligo; sin embargo, algunos otros (los menos) deciden hacer cambios radicales en su cuerpo y llevan su aspecto a otro nivel.

El youtuber Yulay se dio a la tarea de adentrarse en la vida de uno de estos chavos que decidió cambiar su apariencia exterior para siempre. Así que entrevistó a Ricardo, un joven de Ecatepec que se hace llamar “el calaca”, y vaya que lo parece.

Alrededor de sus ojos, hay tinta oscura impregnada en su piel, misma que asemeja las cuencas oculares; de igual forma, esa misma tinta cubre su nariz, de manera que parece el hueco de la cavidad nasal en un cráneo; lo mismo ocurre con los dientes, pues el tatuaje hace las veces de los grupos dentales y la ausencia de labios, pero lo más asombroso son sus ojos, totalmente negros, también tatuados.

Ricardo “el calaca” comenzó a hacerse tatuajes a los 14 años, luego de que su tío, un tatuador, falleciera.

“El calaca” recuerda que lo que más le agradó de aquél primer tatuaje fue la sensación de dolor. A partir de ese momento, ya no pudo parar.

Al día de hoy, este joven perdió la cuenta de cuántos tatuajes lleva, pero afirma que tiene el 75 por ciento de su cuerpo tatuado, incluso los genitales.

“Es algo íntimo, pero en la parte [del pene] lo tengo tatuado de abajo y también en la parte de arriba. Y también unas caniquitas, que son implantes. Es para darle más satisfacción a la mujer con la que estás en la intimidad”, dice.

“Al momento de hacértelo es doloroso, pero cuando sana… ¡ufff!”.

A Ricardo lo para la policía unas ocho o nueve veces por semana. Foto: Captura de pantalla.

No obstante, las modificaciones que se ha hecho “el calaca” no sólo han sido a base de tinta, sino incluso físicas: en la frente se aprecia uno de los “cuernos” que se hizo en la frente (tenía dos, pero uno se lo arrancaron durante una pelea).

Dada su apariencia, “el calaca” ha tenido que lidiar con gente que le teme e incluso, dice, es común que la policía lo revise unas ocho o nueve veces por semana.

Quizá lo más doloroso que Ricardo ha tenido que enfrentar son las palabras de su madre: “el primer día que llegué a mi casa, mi mamá me dijo que yo no era su hijo. Mi mamá no es de poner cuadros en la casa, y ese día puso uno mío sin el tatuaje de la cara. Ahý me di cuenta que [ella] necesitaba un psicólogo. Tardó tres o cuatro meses en estar yendo al psicólogo y entendió que yo era su hijo”, relata.

Al final, su madre entendió que era un gusto de Ricardo, lo aceptó y le dijo que le echara ganas.

Por su parte, su pareja (quien lo conoció sin el rostro tatuado) siempre lo ha apoyado, e incluso, dice él, lo ve más guapo.

Su rostro le ha impedido conseguir trabajo en alguna compañía, por lo que ha tenido que abrirse paso por sí mismo. Es tatuador y actor, pues ha participado en algunos papeles tanto en telenovelas como el películas.

Al verlo, muchos lo asocian con delincuentes, se cruzan la calle y piensan que es una mala persona, pero no, nunca ha tenido que ver con asaltos ni se ha relacionado con el crimen.

Pero dentro de todo lo malo que aparentemente hay en su aspecto, “el calaca” rescata que muchos niños le piden fotos y se ríen con él. “A ellos no les da miedo todo esto, es algo nuevo para ellos. Es muy bonito sentir eso”.

 

 

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