Jaime García Chávez
12/02/2024 - 12:01 am
Entre tenebras anda la corrupción en Chihuahua
Por circunstancias como esta, y porque el ciudadano de a pie, a veces espectador pasivo, es el que siempre resulta perdedor, es que sigo pensando que el poder es el problema.
Hace un tiempo escribí un artículo que en el título, me pareció, se resumía en buena medida el fondo del texto: “El poder es el problema”. A la vista de los hechos de corrupción que se siguen destapando en la política local –la nacional no está exenta–, tengo la convicción de que aquel artículo podría tener algo de continuidad. El destape, sin embargo, ahora proviene del Partido Acción Nacional, que trastoca, justo en las inmediaciones del Segundo Informe, la casi inmaculada imagen que la Gobernadora María Eugenia Campos Galván se ha venido comprando mediáticamente desde hace casi tres años para sí y para el panismo al que pertenece.
En el nuevo escándalo que desnuda al PAN de nuestros días se encuentra una figura principal, Fernando Álvarez Monge, tan camaleónico como lo fue en su época el político francés Joseph Fouché, conocido en la historia por ser el fundador del espionaje moderno y ser caracterizado, según su biografía, “por su habilidad para asegurarse su propia supervivencia” y “por mantenerse a flote a toda costa, independientemente de quien ocupe el poder, además de su desmedida ambición”.
Fouché fue, en efecto, el creador y jefe del Ministerio de Policía de Francia y luego, en su chapulineo –como se diría hoy–, presidente de la Comisión Ejecutiva de Gobierno durante la etapa napoleónica. Como revolucionario saltó del bando de los girondinos a los jacobinos encabezados por Robespierre, y fue encargado de implantar El Terror, (etapa de la Revolución francesa caracterizada por un estado de excepción durante la dictadura del llamado Comité de Salvación Pública). Cuando esta fracasó, se hizo del lado de la monarquía.
Quizá Fernando Álvarez Monge no tenga la grandeza malévola de Fouché o el genio perverso de su sucesor, Charles Maurice de Talleyrand, pero al menos ha tenido la habilidad para cambiar de bando en los momentos precisos. Aunque también fue favorecido por un pariente muy famoso, el hoy fallecido Luis H. Alvarez, quien catapultó la carrera política de su sobrino Fernando.
Siguiendo las líneas del uso político de la consanguinidad, Álvarez Monge logró que su esposa, Rosa Isela Martínez Díaz, fuera diputada local en 2021, con posibilidades de acudir a la reelección este año.
Álvarez Monge fue diputado federal y tuvo cargos en su partido a nivel nacional; fue dirigente del PAN estatal y fue coordinador de la bancada panista en el Congreso del Estado en la etapa corralista, una institución que, por cierto, fue objeto de robo y fraude en el que aparece su nombre y el de varios políticos y funcionarios de aquella administración, con conexiones en la JMAS, con complicidades de parientes cercanos de varios de ellos y hasta con vínculos con la empresa fraudulenta ARAS, contra cuyos directivos, hoy prófugos, obran decenas de demandas judiciales.
Es un caso que fue dado a conocer por la Auditoría Superior del Estado en 2022 por un desfalco que ronda los 5 millones de pesos, consistente en el robo y malversaciones del fondo de ahorro de los diputados de la legislatura pasada, tan sólo en lo detectado en el mes de enero de 2021, dentro de una trama que alguna prensa dio en llamar como la “conexión Delicias”, debido al paisanaje que comparten las y los involucrados.
Corral, quien acaba de abandonar las filas del PAN para sumarse, aunque sea en la foto, al equipo de la candidata morenista Claudia Sheinbaum, es archienemigo de María Eugenia Campos. Pero en la transición de 2021, Álvarez Monge sacó su manual de supervivencia y se convirtió en director de la Comisión Estatal de Vivienda y luego en el secretario de la gobernadora Campos Galván.
Y es desde esa posición, justamente, desde la cual supuestamente extorsionó, amenazó y “desterró” al empresario Cuauhtémoc Romero, quien en una entrevista en video en “Al Chile, con Meme Yamel” difundió respaldo documental de las denuncias que contienen las supuestas componendas que involucran a Álvarez Monge; al actual coordinador de los diputados panistas locales, Alfredo Chávez Madrid; al expriista, exmorenista, excandidato perdedor del PAN a la alcaldía de Juárez y secretario de Educación y Deporte durante los inicios del maruquismo, Javier González Mocken; también al hoy director del Instituto Chihuahuense de Infraestructura Física Educativa, Raúl García Ruiz, y al Comité Municipal del PAN en Ciudad Juárez. Todo ello, para financiar la campaña electoral panista de 2021.
Como titular de Vivienda, se dijo en la entrevista, Álvarez Monge le propuso al empresario Bedolla que comprara casas abandonadas por el Infonavit en la ciudad de Delicias y luego las comercializara, a cambio de su respectivo porcentaje.
De este asunto de corrupción ningún bando panista sale ileso. Javier Corral debió saber cómo se movía Álvarez Monge desde su posición en el Congreso local, y la Junta de Aguas; debieron saberlo también los diputados y diputadas leales al corralismo durante ese periodo. Y debió saberlo María Eugenia Campos, pues fue un caso público, y aún así se lo llevó a su redil, quién sabe bajo qué promesas foucheanas.
Pero tampoco el empresario Romero Bedolla sale librado, porque su demanda representa la antítesis de lo que se espera de la política en relación con el poder económico. Con Bedolla nos damos cuenta de que los “moches”, el “cochupo”, las prebendas, las trampas y los acuerdos deshonrosos gozan de cabal salud entre los hombres y mujeres en el poder y empresarios con mucho o poco capital para invertir en sus campañas electorales; esto, aunque el lopezobradorismo lo presente hoy como algo “ejemplar”, porque en pleno proceso electoral representa un tache para el Chihuahua de Maru Campos, casi del mismo modo que al presidente de la república le significó la publicación –temporal y desactivado diplomáticamente por Estados Unidos– de que había recibido dinero del narco para financiar su campaña de 2006.
Por circunstancias como esta, y porque el ciudadano de a pie, a veces espectador pasivo, es el que siempre resulta perdedor, es que sigo pensando que el poder es el problema. Está por verse si las bases panistas reclaman o no la transparencia que urge ante estos hechos, o si el ciudadano sin partido sale a exigir, cuando menos, la renuncia de quienes no sólo no saben gobernar, sino que se aprovechan de sus posiciones para robar, así, burdamente.
De otro modo, estos políticos a sueldo seguirán repitiéndose en Joseph Fouché, “el genio tenebroso”, como lo calificó muchos años después el gran escritor que fue Stefan Zweig.
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