Fabrizio Lorusso
Las heridas de los 43 y de las más de cien mil personas desaparecidas, si bien son de larga data, quedan abiertas en este sexenio y se heredan al siguiente, independientemente de quién será la ganadora. La crisis se vuelve más grave conforme se procrastinan respuestas dignas para las víctimas.
La Ley zedillista augura al trabajador y a la trabajadora que no sobreviva más de quince años después de jubilarse, de lo contrario tendrá que volver a trabajar, ser mantenida por sus parientes, o a ver cómo le hace y si logra “programarse” (ya sea para morir a tiempo, o bien, para ahorrar de su propio ahorro-pensión durante la vejez).
En conclusión, la carta pretende mantener alta la atención, solicitar posturas y funciona como un machote para su envío a las instituciones de las y los académicos que deseen expresar solidaridad y apoyo.
Adaptando al caso una frase de la escritora Francesca Gargallo, cabe decir que Milei no es un loco, sino un hijo sano del necroliberalismo, del capitalismo y, claro está, del patriarcado.
Lo pensaría mil veces antes de justificar tales experimentos, aunque de momento se vendan bien, pues explotan la legítima desesperación de la gente y proyectan un imaginario de éxito y eficacia inmediatista, típico de la era tiktokera.
En Guanajuato, de donde surgió la necesidad de visibilizar la problemática de la violencia y la resistencia de las familias, el sistema de procuración de justicia y el Poder Judicial fracasan en su papel de garantes del estado de derecho, de la protección y la convivencia social, ante el desbordamiento de crimines de alto impacto y violaciones graves a los derechos humanos en la entidad.
“El efecto, me parece, es el de normalizar el fenómeno de la desaparición y de las violencias en general, ya que estas no necesariamente se corresponden con “delitos”, aunque son parte integral de las crisis que vivimos en el país”.