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Periodismo digital con rigor
08-12-2025 - 12:08 am
Si la 4T se siente de izquierda, debería actuar como izquierda. No me explico por qué le tiene tanto miedo a ser de izquierda y a reclamar que sean de izquierda aquellos a los que entrega porciones de poder. El discurso de izquierda es el que llena los zócalos a la 4T en cada convocatoria. A la 4T le encanta decirse de izquierda para llenar las plazas. ¿Por qué tiene tanto miedo, entonces, a deshacerse de los que no son de izquierda? ¿Por qué cobija a gente como Evelyn Salgado, Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal, Pedro Haces, Ricardo Gallardo o Adrián Rubalcava, entre tantos muchos? ¿Por qué los encumbra, cuando abiertamente son cualquier cosa, menos izquierda? ¿Por qué el miedo de la 4T a ser realmente de izquierda?
¿Qué tan de izquierda es la 4T? La pregunta no es para los núcleos de oposición porque la respuesta se distorsiona. Ricardo Salinas Pliego, el nuevo Claudio X. González, rebajaría el diálogo a una frase escatológica que no es siquiera de él: “Zurdos de mierda”, diría. Jesús Zambrano compararía la matanza de estudiantes de 1968 con alguna fuga de agua en alguna Alcaldía gobernada por Morena. Enrique Krauze diría que Porfirio Díaz fue un niño de pecho frente a las atrocidades que supuestamente ha cometido la supuesta dictadura de Claudia Sheinbaum. Es decir, no hay manera de esperar de los opositores un análisis limpio a partir de la pregunta; sólo vómito, palabras llenas de hiel y baba.
Pero la pregunta está allí, sigue allí. Quizás a la misma 4T no le interese responderla porque no tiene esa necesidad, sobre todo después del extraordinario apoyo popular mostrado en la concentración del sábado 6 de diciembre en el Zócalo de la Ciudad de México. La pregunta fuerza un análisis riguroso de eventos recientes y personajes que son parte de la coalición gobernante. Se complica para la misma 4T preguntarse qué tan de izquierda realmente es. Los políticos suelen transformar el pragmatismo en una concha gigantesca (y muy personal), en México y en el mundo.
Recientemente, por un evento vergonzoso y a la vez aleccionador, me encontré haciéndome esa pregunta. Como es de conocimiento público, Evelyn Salgado, la Gobernadora de Guerrero, le organizó un homenaje al asesino Rubén Figueroa Figueroa, uno de los verdugos más crueles de la izquierda, un torturador cruel y sanguinario capaz de tomar bebés de guerrilleros como rehenes y apuntales con su pistola en la cabeza. Su crío, Rubén Figueroa Alcocer, es otro matón y también ha recibido los reconocimientos de la mandataria guerrerense; es un tipo vinculado a la represión de campesinos y en particular, a la matanza de Aguas Blancas, por la que tuvo que pedir licencia. Pero la Gobernadora Salgado convive con él en eventos y seguramente lo seguirá haciendo, incluso en público, porque no se ha retractado del homenaje que le rindió a un opresor que encendería la ira de cualquiera que se sintiera de izquierda, y porque sus líderes en Morena no le reclamaron nada.
Esto último es importante. Es el núcleo de la discusión si es que queremos respondernos la pregunta de qué tan de izquierda es la 4T. Si alguien asesina a mi hermano carnal –y esto es completamente hipotético–, lo reconoce con desfachatez y además queda impune, ¿soy yo capaz de rendirle un homenaje al homicida? Si es mi hermano el agraviado, yo soy el agraviado, ¿qué no?; si es agraviada su descendencia, yo soy el agraviado, también, ¿no? ¿Cómo podría yo sentarme junto a la familia del asesino de mi hermano para dedicarle palabras aduladoras? A menos de que yo sea un insensible que raya en la imbecilidad, no veo cómo podría yo homenajear al asesino de mi hermano carnal.
Ahora, si el hijo del asesino de mi hermano es también un asesino y torturador, ¿cómo podría yo sentarme junto a un asesino y torturador cuyo padre, otro asesino y torturador, mató a mi hermano?
El 2 de diciembre de 1974, uno de los iconos de la izquierda internacional, el maestro Lucio Cabañas Barrientos, fue asesinado por una combinación de fuerzas federales y locales que lo persiguieron y que se atrevieron a torturar a comunidades enteras (y no se diga a la familia directa) que lo protegían en su clandestinidad. Durante la persecución, Figueroa Figueroa violó a la última pareja de Lucio, Isabel Ayala, mientras estaba detenida. Así lo cuenta Micaela Cabañas Ayala, hija del guerrillero; así lo contó la misma Isabel, quien resultó embarazada producto de esa violación.
La represión militar y política contra los movimientos sociales llevaron a Lucio Cabañas a renunciar a la vida pública y se fue a la clandestinidad. Fundó el Partido de los Pobres mientras su familia era conducida al Campo Militar Número Uno de la Ciudad de México, donde la tuvieron 18 meses. No es una suposición, no son siquiera los dichos de los sobrevivientes: la misma Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero lo dice así en su informe final de 2014, donde documenta violaciones a los derechos humanos, desapariciones forzadas y asesinatos durante la “guerra sucia”, en la que Figueroa Figueroa fue una pistola humeante. Y él, y su hijo que todavía vive, se han ufanado siempre de ser pistola humeante.
Cualquiera de nosotros, seres humanos, nos sentiremos agraviados por las atrocidades cometidas contra Isabel Ayala, Lucio Cabañas y la hija de ambos, Micaela Cabañas Ayala, a quien el asesino Figueroa Figueroa puso una pistola en la cabeza cuando era una bebé para que la esposa del profesor declarara dónde estaba. Asesino, violador, torturador: eso era ese personaje y ese es su legado hasta ahora, aún muerto.
Y cualquiera de nosotros que se sienta un ciudadano progresista tiene que sentirse doblemente enojado y doblemente agraviado con ese, ¿cómo decirle?, marrano que fue Gobernador de Guerrero. Piense como Micaela: ¿qué sentiría usted si le dijeran que siendo una bebé la tuvieron en el Campo Militar Número Uno, y que su madre quedó embarazada después de haber sido violada por el asesino de su padre, un profesor que dedicó su vida a los más pobres, un maestro que fue perseguido y luego ejecutado y su cuerpo expuesto como un trofeo? ¿Qué sentiría usted si fuera esa niña Micaela, indígena de la sierra de Guerrero, sin oportunidades y con los sueños rotos por un marrano al servicio del Estado? ¿Cómo se sentiría usted?
Bueno, ahora debemos preguntarnos quién es Evelyn Salgado, de dónde salió, a quién respeta si se sienta junto a un asesino y torturador para rendirle homenaje al padre, que también es un asesino y torturador. Debemos preguntarnos quién es Evelyn Salgado que es capaz de ignorar los 50 años del asesinato del profesor Lucio Cabañas y en cambio se rinde frente a la memoria nefasta de Rubén Figueroa Figueroa.
Obvio nunca consideraré a Evelyn Salgado de izquierda porque hace todavía más dolorosas sus decisiones soberanas. Pregunto quién es ella como para ignorar la historia reciente de México, y no en términos izquierda-derecha, sino por su propio papel en los intentos del viejo régimen corrupto, asesino y represor para mantenerse vigente; qué rol juega ella dentro de las élites guerrerenses que siguen detentando el poder e idolatran a la gente que torturó a los líderes de izquierda durante décadas y los asesinó, y los encarceló, y les cortó todas las vías civiles hasta volverlos parias sociales.
Pero resulta que Evelyn Salgado llegó al poder por la 4T. Y entonces me pregunto, con la mayor sinceridad posible y con ganas de encontrar realmente respuestas: ¿Qué tan de izquierda es la 4T si permite que la Gobernadora de Guerrero aplaste la memoria de un líder social icónico para la izquierda en el mundo, al tiempo que rinde homenaje a un represor de ultraderecha?
Lo más cercano a lo que Andrés Manuel López Obrador postula desde hace más de 30 años es Lucio, quien 40 años antes que AMLO enarbolaba una bandera que decía: “Por el bien de todos, primero los pobres”. Nunca se les olvide que fundó el Partido de los Pobres; que luchó contra los medios de comunicación porque, dijo, son “instrumentos de control burgueses”; que denunciaba cómo las élites se habían apoderado del modelo económico en su propio beneficio y cómo, por medio de caciques locales y enemigos del ejido, controlaban a los más necesitados. Lucio combatió a Luis Echeverría como lo combatieron Heberto Castillo, Rosario Ibarra de Piedra, Valentín Campa y otros muchos más que con su lucha facilitaron el cambio democrático en 2018 y que, aunque duela decirlo, llevaron también al poder a Evelyn Salgado.
Si la 4T se siente de izquierda, debería actuar como izquierda. No me explico por qué le tiene tanto miedo a ser de izquierda y a reclamar que sean de izquierda aquellos a los que entrega porciones de poder. El discurso de izquierda es el que llena los zócalos a la 4T en cada convocatoria. A la 4T le encanta decirse de izquierda para llenar las plazas. ¿Por qué tiene tanto miedo, entonces, a deshacerse de los que no son de izquierda? ¿Por qué cobija a gente como Evelyn Salgado, Adán Augusto López Hernández, Ricardo Monreal, Pedro Haces, Ricardo Gallardo o Adrián Rubalcava, entre tantos muchos? ¿Por qué los encumbra, cuando abiertamente son cualquier cosa, menos izquierda? ¿Por qué el miedo de la 4T a ser realmente de izquierda?
AMLO dijo en marzo de 2023: “Hoy de nuevo manifestamos, exclamamos a los cuatro vientos: nada de zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el Gobierno. No a las medias tintas, no aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías”.
Cuántas ganas de escuchar a López Obrador, otra vez, con la plaza llena.
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Siempre tuve una enorme fascinación por Lucio Cabañas. Desde que era un jovencito. Lucio, directo y honesto. Lucio, el que deja todo por los pobres. Se necesitaba ser Lucio para romper el cerco que le impuso su nacimiento en las sierras de Guerrero: indígena, pobre, con tremenda vocación social. Maestro. Y con la rabia suficiente para encender la sangre y para levantar el puño y maldecir.
Cuando un grupo de jóvenes de Chihuahua fue a verlo para pedirle un consejo y sugerirle un frente nacional, con esa misma candidez y con esa misma contundencia los bautizo como “Los Guajiros”. Guajiros, como sinónimo de “inocentes”, de “ingenuos”. Mi amigo Francisco Javier Pizarro era casi adolescente entonces. Yo era muy joven cuando Pizarro me lo contó con la misma candidez. Lucio se reía de ellos, de tan ingenuos. Lo que pensaba Lucio era en ganar su pequeña batalla, en su sierra, con el puñado que lo acompañaba. Y después pensar en ir más lejos.
Porque Lucio no tomó las armas por gusto: le cerraron las puertas y lo persiguieron hasta mandarlo a la clandestinidad. En cambio los Figueroa torturaron y mataron por gusto; porque tenían el poder y tenían las respuestas a tanta miseria e injusticia. Pero esas respuestas pasaban sobre su propia riqueza; sobre sus propios latifundios.
Pobres Diego Lucero Martínez, Avelina Gallegos y tantos que murieron tan jóvenes, en manos de un Estado represor que no les ofreció alternativas. Pobre Lucio, pobre Isabel, pobre Genaro Vázquez Rojas. Pobres. La única razón por la que celebro que no estén vivos es por, imagínense, la decepción que seguro se llevarían al saber que la izquierda finalmente se hizo del Gobierno en Guerrero, y que el primer homenaje fue al asesino y torturador Rubén Figueroa Figueroa. Asesino, violador y torturador de jóvenes. Con cuánta tristeza tendríamos que contarles, si volvieran, sobre las Evelyn y los Adán Augusto. Con cuánta desilusión y vergüenza, pero más vergüenza.
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08-12-2025 - 12:04 am
Hoy México necesita un empresariado que no sólo pida incentivos fiscales o regímenes especiales, sino que asuma su responsabilidad social como generador de empleos dignos, como motor de desarrollo regional, como pilar de estabilidad.

La reciente designación de José Medina Mora Icaza como candidato de unidad para presidir el Consejo Coordinador Empresarial a partir de este diciembre representa más que un cambio al frente de la cúpula privada. Es una ocasión para reflexionar, renovar compromisos y construir un canal efectivo entre el sector productivo y las urgencias reales del país.
Medina Mora no es una figura desconocida para muchos de nosotros. Fue presidente de Coparmex hasta hace un año, defendió la autonomía institucional y promovió una agenda de competitividad centrada en las MiPyMEs. Pero su nombramiento en el CCE representa una transición clave: de liderar en la representación empresarial interna, a asumir la voz de casi todo el sector privado nacional ante un contexto complejo, marcado por incertidumbres económicas, demandas sociales y la urgencia de restablecer la certeza para incrementar la inversión.
Este relevo ofrece una ventana de oportunidad –no un cheque en blanco–: la posibilidad de articular las voces fragmentadas del empresariado, recuperar la credibilidad institucional y promover una agenda que equilibre lo empresarial con lo social, lo productivo con lo humano. Pero para que esa oportunidad se concrete, se requiere visión, humildad y sentido de Estado.
Hoy México necesita un empresariado que no sólo pida incentivos fiscales o regímenes especiales, sino que asuma su responsabilidad social como generador de empleos dignos, como motor de desarrollo regional, como pilar de estabilidad. Un empresariado que reconozca que la prosperidad no se mide sólo en cifras de crecimiento o utilidades, sino en bienestar compartido, formalidad real y equidad.
El nuevo liderazgo del CCE puede —y debe— encabezar esta visión. Debe reivindicar el valor de las MiPyMEs, cuyo peso en empleo y tejido social conocemos de primera mano. Debe insistir en una agenda de formalización, en capacitación, en innovación, en financiamiento accesible y en políticas que permitan a quienes arriesgan y crean prosperidad hacerlo con seguridad, con certidumbre, con reglas claras.
Pero también debe servir para reconstruir confianza en las instituciones: en su capacidad para garantizar Estado de Derecho, certidumbre jurídica, transparencia y colaboración público-privada. En un momento en que reformas, incertidumbres y tensiones han erosionado parte del capital institucional del país, el liderazgo del CCE exige coherencia, responsabilidad y compromiso con el bien común.
Para Coparmex —y para quienes creemos en un México productivo, justo y moderno— este cambio de estafeta es motivo de esperanza, pero también de exigencia. Esperanza porque confiamos en que se puede retomar el rumbo de la inclusión, del crecimiento real, del diálogo. Exigencia porque no aceptamos improvisaciones, tibiezas ni agendas cortoplacistas.
En tiempos de desafíos económicos, sociales y globales, la unidad del sector privado debe ser más que retórica: debe ser acción concreta. Que la llegada de José Medina Mora al CCE no sea sólo un acto protocolario, sino el inicio de un nuevo pacto de responsabilidad empresarial con nuestros colaboradores, con nuestra gente, con México.
El país no necesita más titulares: necesita liderazgo tangible, resultados reales y una visión compartida. Tenemos esa responsabilidad histórica.
#OpiniónCoparmex
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08-12-2025 - 12:04 am
La crisis del fentanilo o epidemia de drogas en “América” es, ante todo, un desafío de salud pública y resiliencia institucional, no simplemente un asunto de seguridad. Las soluciones sostenibles requieren restaurar marcos de cooperación que integren prevención, rehabilitación y reducción de daños, además de reforzar los mecanismos anticorrupción y de transparencia financiera.

Nota: Esta es la segunda parte de un artículo que se publicó en inglés el 15 de noviembre del presente año, como parte de la serie de artículos de posición política del Instituto Jack D. Gordon de Política Pública de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés).
El 24 de noviembre pasado publiqué la primera parte de un análisis de política sobre las formas más eficientes para combatir la llamada crisis del fentanilo o epidemia de drogas en Estados Unidos y sus efectos en el resto del continente. La Casa Blanca da a conocer la Estrategia Nacional de Seguridad 2025 más recientemente (https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2025/12/2025-National-Security-Strategy.pdf). Su contenido confirma mi posición crítica ante la actual estrategia antinarcóticos de Estados Unidos, así como los verdaderos objetivos de geoestrategia y geopolíticos de esa nación. Todo ello plantea una problemática que debiera resolverse de otra manera.
Una estrategia integral para atender las causas profundas de la epidemia de drogas en Estados Unidos es la única solución viable para enfrentar una crisis que afecta a todo el continente. El gobierno de Estados Unidos debería centrarse tanto en la oferta como en la demanda de drogas. Por un lado, debería diseñar estrategias más efectivas para desmantelar redes de tráfico de drogas en las Américas. Tales estrategias deben incorporar una combinación adecuada de recopilación de inteligencia y acciones de aplicación de la ley dirigidas también a los “grandes” actores del comercio hemisférico de drogas (incluyendo bancos estadounidenses, empresas productoras de armas y compañías farmacéuticas). Por otro lado, el gobierno debe abordar las causas profundas (de raíz) del consumo de drogas. La estrategia de abatir capos (kingpin strategy) de la DEA y el enfoque unilateral en líderes criminales han demostrado ser fallidos para disminuir el consumo de estupefacientes; de hecho, la demanda de drogas genera su propia oferta.
Lo que ocurre en el territorio estadounidense es clave y debe abordarse: la enorme distribución de drogas dentro del país, las causas de la adicción y la producción de drogas sintéticas dentro de Estados Unidos. La lucha contra la corrupción que facilita la entrada de sustancias ilícitas y su acceso a cientos de miles de ciudadanos debe ser parte fundamental de esta estrategia integral. Las grandes farmacéuticas también deben rendir cuentas por su responsabilidad en la epidemia de drogas que afecta a la sociedad estadounidense. Atender las causas del consumo requerirá estrategias efectivas de prevención del abuso de drogas y de reducción de daños. Es esencial un enfoque de salud pública ampliado y bien financiado para combatir la epidemia de drogas en Estados Unidos.
La colaboración efectiva en operaciones antidrogas bien diseñadas que contemplen una mejor coordinación entre los países involucrados en el comercio regional de drogas y entre sus agencias de seguridad también es fundamental. La reforma institucional y la cooperación interinstitucional en cada país participante serían parte de una solución integral a este problema. Estados Unidos y sus socios regionales deben abordar las causas profundas de sus respectivos problemas relacionados con las drogas. Estos países también deben colaborar en el intercambio de inteligencia y en cerrar sus fronteras al tráfico de precursores de fentanilo procedentes de Asia. Es igualmente importante reconocer que los cárteles no son propiamente organizaciones terroristas internacionales (FTOs, por sus siglas en inglés) aunque los problemas vinculados al narcotráfico y la violencia relacionada con las drogas son extremadamente serios. Finalmente, el gobierno estadounidense debe prevenir el tráfico de armas y el lavado de dinero mediante la persecución efectiva de empresas productoras de armas y bancos internacionales involucrados en estas actividades.
Una combinación adecuada de programas de prevención, estrategias de reducción de daños, recuperación del abuso de sustancias y la adicción, así como la aplicación efectiva de la ley y la policía comunitaria, debe ser parte central de esta estrategia integral. Muchos expertos, analistas, activistas y políticos comprenden esta complejidad y ya han ofrecido recomendaciones detalladas para resolver la epidemia de drogas y el problema del narcotráfico en las Américas. Un primer paso sería combatir la desinformación con educación y datos fiables sobre las causas de esta crisis humana. Finalmente, es urgente desmontar las narrativas engañosas en torno a la crisis del fentanilo y la guerra contra los cárteles. La acción militar unilateral de Estados Unidos para resolver un problema regional de este tipo no parece ser una solución efectiva ni racional.
En general, la política de designar a los grupos criminales latinoamericanos como organizaciones terroristas internacionales redefine la cooperación internacional y reabre dilemas de larga data sobre soberanía, legitimidad y efectividad en la lucha contra el crimen organizado transnacional. La transición de marcos cooperativos y orientados a la salud—como el Marco Bicentenario—a un enfoque unilateral de contraterrorismo representa no sólo un cambio de política, sino una ruptura de paradigmas en la gobernanza de la seguridad hemisférica. El resultado de este movimiento podría ser catastrófico.
La reclasificación estadounidense de carteles y pandillas latinoamericanas como organizaciones terroristas transforma a estos grupos de sujetos criminales de justicia en amenazas de seguridad sujetas a acción extraterritorial. Este cambio tiene consecuencias negativas a largo plazo. Conlleva riesgos de una mayor militarización, erosiona la confianza y reduce el espacio para la cooperación civil, sanitaria y judicial. También debilita las instituciones internacionales que anteriormente mediaban agendas de seguridad conjunta (como la OEA, la UNODC y la CELAC), socavando la apropiación regional de las estrategias antidrogas.
Es crucial terminar con esta política y reintroducir la dimensiones de salud pública y gobernanza. La crisis del fentanilo o epidemia de drogas en “América” es, ante todo, un desafío de salud pública y resiliencia institucional, no simplemente un asunto de seguridad. Las soluciones sostenibles requieren restaurar marcos de cooperación que integren prevención, rehabilitación y reducción de daños, además de reforzar los mecanismos anticorrupción y de transparencia financiera. Se trata de un asunto de interdependencia estratégica: ningún país del hemisferio puede resolver por sí solo la crisis o epidemia de consumo de drogas sintéticas. Un enfoque de responsabilidad compartida—equilibrando la aplicación de la ley con imperativos de salud pública—ofrece el único camino hacia la estabilidad duradera y la confianza mutua.
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08-12-2025 - 12:03 am
El ofrecimiento de salvador de la Patria de este Cincinato tropical, a quien perjudica es a su sucesora, a la que supuestamente quiere salvar. Pero qué difícil es que lo entienda

El último complejo de López Obrador es el de convertirse en el Cincinato mexicano. Estará esperando que la Patria lo llame para salir en defensa de la democracia, la soberanía y de la Presidenta Claudia Sheinbaum. Cincinato fue el legendario político de Roma al que se recurría en momentos de crisis mientras él gozaba de su retiro labrando la tierra. Cumplida su misión, se replegaba prácticamente sin hacer ruido, según la leyenda, elevada a mito.
López Obrador quiere tener una vida paralela, si no al romano, sí a su ejemplo; pero es difícil de tener sus palabras por sinceras dada su insaciable hambre de poder.
Cincinato vivía en una sociedad rural, sin instituciones. Aquí permitir el entronizamiento de un hombre fuerte, llamado “dictador” en esa época romana, como los que han existido en Latinoamérica y el Caribe, sería negar la senda de un constitucionalismo que con muchas dificultades ha caminado en dirección de una República democrática y federalista, con división de poderes y contrapesos, por más que estos últimos vayan en dirección de desaparecer.
López Obrador cubrió un ciclo político complejo y sin duda muy destacado, para no regatear absolutamente nada. El año 1988, año de la ruptura con el viejo sistema dominado por el PRI, lo encontró aún perteneciente a este partido que empezó a disminuirse en su hegemonía.
Personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, Heberto Castillo, Porfirio Muñoz Ledo, Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Ifigenia Martínez y otros muchos realizaron una faena histórica que hizo posible, acompasadamente, que ese quiebre fructificara y se diera una transición que hoy no ha desembocado en una consolidación efectiva del sistema democrático.
Todo este proceso en el que el PRD desde la izquierda jugó un papel significativo, aunque no único, se pretende utilizar para respaldar una concepción heroica de la historia en la que López Obrador vendría a ser el demiurgo, el todopoderoso que, avanzando el tiempo, se considera el “imprescindible” para estar a disposición de la historia y salir de su búnker a defender la “democracia amenazada”, la tentativa de un golpe de Estado, o ponerse al frente para salvaguardar la soberanía nacional, según él.
En pocas y llanas palabras, lo que tenemos en presencia es la expresión de una megalomanía, un delirio de un poder que se cree depositado en una personalidad con una capacidad y conocimiento sin par en el país. Que las instituciones le pongan arcos del triunfo desde Macuspana a la Ciudad de México para que regrese como el gran salvador. De risa.
Es la historia de los políticos importantes y poderosos que se colocan por encima de todo y de todos, y que además –es el caso– aparentan hacerlo con humildad y sacrificio.
En un país como México, con una institucionalidad hoy en riesgo, esa forma de conducirse de López Obrador denota que en su cabeza la involución política está más que presente en amenaza directa de lo que es, o debería ser, una República. Me puedo preguntar, ¿es qué no hay Presidenta suficiente en México?, ¿carecemos de instituciones para garantizar elecciones limpias y competitivas?, ¿no hay diplomacia?, ¿no hay Ejército ni Fuerzas Armadas? Si las respuestas a estas interrogantes fueran negativas, entonces estaríamos hablando de un país tribal que niega la existencia misma del Estado que nos ha narrado la Cuatroté desde hace siete años.
La azarosa historia de nuestro presidencialismo, después del Maximato callista, es que el que ya fue, ha de retirarse completamente. López Obrador ya sacó todas las cerezas del pudín a las que tuvo acceso. Nos falta mucho para que el que ha sido Presidente o Presidenta de la República pase a una ciudadanía normal, ordinaria. El caudillismo es una tentación que hay que desterrar.
El filósofo Hegel lo dijo con otras palabras: “Alcanzado el fin (estos hombres poderosos), semejan cáscaras vacías que caen al suelo”, más cuando ese empeñan en pretender contrarrestar a la ley de la gravedad, en este caso, política.
Y lo digo con mayor claridad: el ofrecimiento de salvador de la Patria de este Cincinato tropical, a quien perjudica es a su sucesora, a la que supuestamente quiere salvar. Pero qué difícil es que lo entienda.
¿O acaso estamos frente a una Presidenta que padece capitis deminutio minima y necesita un tutelaje?
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07-12-2025 - 12:04 am
Esta deshonestidad colaborativa nos puede explicar el porqué la corrupción no puede ser obra de una sola persona. Los políticos mienten naturalmente con una fluidez, dijéramos, mienten sinceramente. Las instituciones pueden vivir con una ficción colectiva y es bien bien difícil romper estas dinámicas.
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07-12-2025 - 12:03 am
Si bien las cifras de defensores asesinados en México por defender el territorio difieren, no así la identificación de los agresores, pues se coincide siempre en señalar la troika de la represión que viene de la colusión entre sujetos estatales, empresas y el crimen organizado.

Con el asesinato de Marcos Aguilar Rojas el pasado 26 de noviembre, representante agrario de la comunidad indígena autónoma de San Lorenzo Azqueltán en el municipio de Villa Guerrero, Jalisco, se confirma que México es uno de los países más peligrosos para los defensores del territorio, los bienes comunes y los derechos colectivos.
Desde hace varios años distintas organizaciones civiles, mexicanas e internacionales, se han dedicado a reseñar y analizar las agresiones de diverso tipo que sufren los defensores del territorio y los derechos colectivos. Cada año publican sus respectivos reportes y lo alarmante es que México aparece siempre entre los primeros lugares del mundo como una territorio peligroso para los defensores de la tierra, especialmente entre comunidades indígenas y campesinas, como fue el caso de Marcos Aguilas de la comunidad tepehuana y wirárika de San Lorenzo, Azqueltán.
Pero lamentablemente, las agresiones ocurren por todo el territorio nacional. Aunque las cifras del total de agresiones y asesinatos no coinciden entre las distintas agrupaciones, de cualquier modo las cifras son alarmantes. El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda), que viene documentando violencias contra defensores desde hace una década, señaló que el año pasado se asesinó a 25 defensores del territorio. Una de las conclusiones preocupantes en el reporte de Cemda es que se documentó que agentes del Estado cometieron las agresiones en 66 por ciento de los casos, en tanto que en 17 casos los responsables fueron grupos de la delincuencia organizada.
Por su parte la Red Todos los Derechos, que agrupa a 87 organizaciones civiles en todo el país, documentó el asesinato de 92 defensores del territorio durante la Administración del Presidente Andrés Manuel López Obrador. A pesar de su reiterado discurso de que, durante su Administración, el Gobierno ya no reprimía, los defensores del territorio siguieron siendo hostigados, criminalizados, desaparecidos y asesinados, y en muchas ocasiones por parte de los mismos agentes estatales.
La cifra de agresiones durante el Gobierno de López Obrador se disparó de acuerdo a un reporte de la organización civil Servicios para una Educación Alternativa (Educa), de acuerdo al monitoreo “Todos sus nombres, Todas sus luchas, sobre agresiones graves a personas defensoras en México”, el cual registró 252 atentados contra la vida, que comprenden 225 asesinatos y 27 desapariciones. Según el reporte de Educa, las luchas más peligrosas corresponden a la defensa del territorio y los derechos civiles.
Dos organizaciones internacionales ofrecen cada año un panorama mundial de las agresiones a defensores del territorio. Por un lado Global Witness registró 18 asesinato de defensores en 2024 en México. Este informe documentó 117 personas defensoras asesinadas solo en América Latina, con Colombia en primer lugar con 48 asesinados, seguido de Guatemala con 20 y México con 18.
Por su parte, el informe anual de Front Line Defenders registró 32 asesinados en México el año pasado. El informe de Front Line Defenders subrayó que “la situación es especialmente crítica para las personas defensoras indígenas, quienes enfrentan amenazas, hostigamiento y asesinatos, además de procesos judiciales arbitrarios que terminan en sentencias desproporcionadas”, tal como ocurrió con el caso de Marcos Aguilar en San Lorenzo Azqueltán, en Jalisco.
Y a su vez sostiene que en México la situación es más difícil para los defensores debido a que las agresiones son sistémicas: “La criminalización de quienes defienden sus comunidades y territorios en México responde a una estrategia sistémica en la que el Estado, en vez de protegerlos, se alinea con intereses empresariales y criminaliza sus denuncias”, se señaló en el documento.
Si bien las cifras de defensores asesinados en México por defender el territorio difieren, no así la identificación de los agresores, pues se coincide siempre en señalar la troika de la represión que viene de la colusión entre sujetos estatales, empresas y el crimen organizado.
Otra vez, esta colusión entre agentes estales y los sujetos interesados en despojar o arrebatar los bienes de los territorios campesinos o indígenas, pone a los defensores casi con una sentencia de muerte en sus espaldas. Como publicó en un comunicado el Congreso Nacional Indígena sobre el asesinato de Marcos Aguilar: este se había advertido previamente a las autoridades, pero estas no actuaron. “El ataque que arrebató la vida de Marcos no fue un hecho aislado: es la consecuencia directa de décadas de agresiones armadas, invasiones de nuestras tierras comunales, ataques paramilitares, amenazas y una estructura completa de complicidad e impunidad, tal como lo demuestra el documento que hemos hecho público”. La defensa del territorio y los bienes comunes no debiera representar una firma de sentencia de muerte. Es hora de poner alto a las agresiones y asesinatos de defensores del territorio y los derechos colectivos en México
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07-12-2025 - 12:02 am
La sombra, los sueños, allí donde el sentimiento oceánico nos permite apenas atisbar el misterio, solemos hablar de casualidad, porque lo desconocido también puede ser aterrador. A-terrador, sin tierra bajo los pies, ¿de dónde tomarnos entonces para no perdernos? Los sueños de Patanjali es una guía para volver a encontrar esa tierra.
La vida nos da sorpresas (y eso lo sabemos -claro- no sólo por la canción de Rubén Blades), y esas sorpresas pueden ser maravillosos regalos que, para quienes amamos las palabras, vienen muchas veces en forma de libro. De uno de esos regalos me gustaría hablarles hoy; de una obra escrita por un demiurgo generoso que responde al nombre de José Gordon. Quienes vivimos en México, solemos ver a Pepe en televisión (su programa La oveja eléctrica cumple este 2025 diecinueve años al aire, por mencionar sólo una de sus creaciones; pero cómo olvidar la bellísima serie llamada Imaginantes, por ejemplo). También lo escuchamos en charlas y conferencias, o leemos sus publicaciones.
Desde hace décadas comparte con todos nosotros su pasión por explorar los límites del conocimiento en el cruce entre la ciencia, el arte y el misterio de la mente. Su obra más reciente cobra forma de novela para invitarnos a un nuevo viaje por esos caminos; se trata de Los sueños de Patanjali (Grijalbo, Penguin Random House, 2025). Pero quién fue Patanjali, se preguntarán ustedes. Siguiendo su amor por las culturas de la India, Pepe toma esta vez la figura de un místico estudioso del sánscrito, que vivió en el siglo II antes de Cristo, y que escribió unos textos misteriosos llamados Yoga Sutras. A partir de esta figura escribe un libro que conmueve, que sacude, que seduce, que nos invita a escuchar una voz que parece venir de las profundidades del ser: sonido ancestral, canto primigenio que nos lleva a los orígenes de lo que somos, que nos sumerge en la más maravillosa experiencia a la que nos puede llevar la lectura: a las fronteras del misterio.
Como en las cajas chinas, aquí cada historia contiene otra y esa a su vez otra más hasta constituirse en una suerte de Aleph borgeano que abarca el universo todo.
El relato empieza con un neuropsiquiatra llamado Juan José Marina que ¿por casualidad? llega a una plática sobre los secretos del lenguaje impartida por un tal Dr. Muket Shastri. Ahí escucha por primera vez hablar de Patanjali, de la presencia de la serpiente, y de los sueños en los que aparece una mujer que sufre.
Permítanme compartir esta cita:
La más hermosa experiencia que podemos tener es el sentido del misterio. Es la emoción fundamental, la cuna del verdadero arte y de la verdadera ciencia. Quien no lo sabe y no puede ya maravillarse está como muerto, sus ojos están ofuscados.
La frase es nada menos que de Albert Einstein. Los sueños de Patanjali, como el verdadero arte y la verdadera ciencia, nos conduce por esa senda. ¿Cómo no maravillarnos? La cita es uno de los epígrafes con que el físico italiano Carlo Rovelli abre su libro Los agujeros blancos. Allí Rovelli, desde la reflexión científica, hace lo mismo que hace Pepe desde la palabra literaria: parte de lo conocido -en su caso los agujeros negros- para darle espacio a lo desconocido. "Au fond de l'inconnu, pour trouver du nouveau!" escribió Baudelaire.
La ciencia y la poesía rozan siempre el misterio. Vuelvo a preguntar: ¿cómo no maravillarnos? ¿O acaso están nuestro ojos ofuscados?
Por cierto: el diccionario de la Real Academia señala para el término “ofuscar” dos significados; el primero es “deslumbrar, turbar la vista”, y el segundo “oscurecer y hacer sombra”. El exceso de luz y la falta de luz pueden ofuscar nuestra mirada. Imposible no pensar en Junichiro Tanizaki y su “Elogio de la sombra”.
La sombra, los sueños, allí donde el sentimiento oceánico nos permite apenas atisbar el misterio, solemos hablar de casualidad, porque lo desconocido también puede ser aterrador. A-terrador, sin tierra bajo los pies, ¿de dónde tomarnos entonces para no perdernos? Los sueños de Patanjali es una guía para volver a encontrar esa tierra.
Es también el viaje al que nos invita el autor, llevándonos de la mano, para que nuestros ojos no estén ofuscados, para que no nos sintamos a-terrados, hacia lo profundo de lo desconocido en busca de los infinitos vínculos entre lo que llamamos realidad y las posibilidades de la mente.
Pepe Gordon sabe como pocos aquello que decía María Zambrano: que cuando dejamos que la razón se abra a los sentimientos, a las emociones, a las pasiones, a lo irracional, al amor, a los sueños, entonces nos estamos acercando a lo sagrado.
De Sor Juana a Zambrano, de Borges a Gustav Meyrink, de Mircea Eliade a William Butler Yeats, la novela nos recuerda que el universo es poesía en un tiempo eterno. “Sílabas las estrellas compongan”, cantó nuestra monja jerónima y Octavio Paz lo dijo así:
Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en este mismo instante alguien me deletrea.
Sé que algunos ven este libro como un cubo de Rubik, o que la querida Sabina Berman ha dicho que es una suerte de inquietante thriller metafísico. Quisiera agregar que para mí Los sueños de Patanjali puede leerse también como una novela de iniciación, donde los iniciados en el misterio somos nosotros, los lectores. Una guía para abrir nuestras propias puertas de la percepción -The Doors of Perception es el libro de Aldous Huxley, que le gusta tanto a Pepe recordar, y cuyo título da origen al nombre de la banda “The Doors”.
Estamos hablando de una novela filosófica que abreva tanto de fuentes contemporáneas como de antiguas enseñanzas transmitidas en hebreo, en pali o en sánscrito. Y es, al mismo tiempo, un bellísimo canto a la amistad o, mejor dicho: al amor a los amigos. Como lectora celebré los lazos que entrelazan a los “Aerolitos”, ese grupo de amigos, cómplices, aliados que protagonizan la novela, y lloré recordando a ese querido amigo que viajaba entre la Cábala y el alcohol. Ari Gerson -tal su nombre en el libro- había intuido los ríos subterráneos que enlazan a Praga con la Ciudad de México, al Gólem de Meyrink con el Chac Mool de Carlos Fuentes, y escuchaba al Lic. Borunda y sus doscientos años de recuerdos en la otrora región más transparente, que le revelaba “uno de los más terribles secretos de la cultura mexicana: en lo sagrado coexisten la gracia y la destrucción. La Coatlicue es la Virgen de Guadalupe desollada, vista desde adentro”. La Virgen del consuelo guarda en su interior a la diosa de la desolación. Ambas caras son también las de nuestro Ari Gerson. “Que no sepa más de penas”, dice una oración judía de duelo, y este libro se vuelve entonces también el espacio para el dolor.
En todo esto que aparece interconectado en la inmensidad del espacio y el tiempo, está nuestro querido Pepe. El sánscrito, el yoga, los dioses de la India, la meditación trascendental conviven con los haikús y los versos de la canción “Cielo rojo”. Platón con los Vedas. La percepción que se expande abarcando el universo.
Me gustaría detenerme, si el tiempo lo permitiera, en cada una de estas páginas, sumergirme en el mismo mar a la vez límpido y misterioso en que estamos todas y todos. Soñar y ser capaz de descubrir la hospitalidad de otros sueños. Hacer de los sueños que se entrecruzan espacios de revelación.
Cierro con la última frase de la novela porque sé que ustedes sentirán como yo el maravilloso escalofrío que nos dice que hemos tocado el misterio: “Se escucha un susurro: un soplo, un viento de palabras deja intacta la ola de la Gran Memoria que baña al universo”.
Gracias al querido José Gordon por este generoso regalo que nos ayuda a abrir nuestras propias puertas de la percepción.
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07-12-2025 - 12:01 am
Lo dicho, este fenómeno no hará sino aumentar y, al margen de las preferencias que uno tenga respecto a la lectoescritura, lo cierto es que debemos encontrar, pronto, estrategias que incorporen estas capacidades tecnológicas.

Acaba de terminar semestre en la universidad donde trabajo. El elemento en común con mis grupos fue el uso de las pantallas. Ya no son los teléfonos, porque se puede exigir que no los saquen durante las clases. El problema son las tabletas y las computadoras.
Cada día es más común que los alumnos ya no lleven cuadernos. Se ha perdido la tradicional costumbre de que hagan sus apuntes a mano, sobre las hojas, a partir de lo que dicta el profesor, copian del pizarrón o resuelven. Y esto no hará sino incrementarse. Hoy en día, gran parte de mis alumnos toman notas en tabletas o computadoras. Más en lo primero que en lo segundo, lo que también implica cierta transición.
Resulta que en las tabletas más avanzadas se cuenta con una pluma digital, por lo que resulta sencillo hacer lo que antes no se podía realizar en una computadora: resolver ejercicios matemáticos. En el dispositivo se pueden hacer los cálculos necesarios, las progresiones, tener hojas de tamaño muy grande donde quepan las operaciones más complejas. Basta con tachar algún equívoco en una ecuación para que éste desaparezca. Ni qué decir de las capacidades para gratificación.
Aunque soy un convencido de que escribir a mano tiene un sinnúmero de ventajas, lo cierto es que puedo estar equivocado, hablar desde la nostalgia de quien no se ha adaptado a la tecnología actual. Así que es casi imposible prohibir que esos apuntes que, en algunos casos, hasta se pueden convertir en texto con alguna tipografía tradicional, se tomen en las tabletas.
Un profesor de cálculo me dice que, en ocasiones, los alumnos resuelven en sus pantallas las funciones o multiplicaciones de matrices más rápido de lo que él puede hacerlo. ¿Y cómo no?, si ya hay programas que van verificando lo que uno hace. Más aún, cuando no entienden algo, cuando se atoran en algún ejercicio, los alumnos le piden a la IA no sólo que resuelva el ejercicio, sino que lo haga paso a paso. Sin duda, es una tecnología que se tendrá que aprovechar.
La contra es evidente: cada vez tenemos alumnos más distraídos, con menor capacidad de concentración. Y es que, entre un paso y el siguiente, entre un diagrama que se hace en el pizarrón y algunos puntos que es importante resaltar, aprovechan para jugar en una app, para revisar sus correos, para responder en Instagram o para ver un video corto. No es poco común que, de pronto, alguna de las pantallas suene con el audio de algún video. Ya ni siquiera se avergüenzan cuando eso pasa, piden perdón y a lo siguiente.
Lo dicho, este fenómeno no hará sino aumentar y, al margen de las preferencias que uno tenga respecto a la lectoescritura, lo cierto es que debemos encontrar, pronto, estrategias que incorporen estas capacidades tecnológicas. Aunque, se me ocurre, que en un semestre no muy lejano, dar clases presenciales será demasiado parecido a impartirlas a la distancia.
Si como profesor universitario me preocupo, como padre de dos adolescentes mucho más. Ojalá mis temores sean infundados.
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06-12-2025 - 12:05 am
Por eso y por mucho más, porque de la lucha por las causas sociales uno nunca se jubila, cuando lo vi en el video de la presentación de su libro dije y hoy lo escribo: YO TAMBIEN LE SALGO A LA CALLE, A GASTAR MI ÚLTIMO ALIENTO EN LA TRINCHERA.

Todos le salimos a la lucha.
Cuando Andrés Manuel dijo que estaba dispuesto a salir a la calle en tres supuestos de agresión: al país, a la República, a la Presidenta, los que venimos luchando contra el régimen de privilegios y corrupción desde que éramos jóvenes allá por los mediados 60s y la siguiente generación que incluyó a Andrés Manuel sentimos que todavía tenemos un espacio de vida para gastarlo en las mejores causas.
Antonio Plaza, una poeta muy popular a finales de los 1800s escribió:
Del patriotismo la llama
ardió en mi pecho de tierra.
Marché, Andrés, y en cruda guerra
reñí, como perro en brama.
El éxito no fue malo:
vencimos a los traidores,
y volví pisando flores
con una pierna de palo.
De esa manera describía su participación en la guerra contra el imperio de Maximiliano, en mi infancia mi padre declamaba versos de Antonio Plaza a la hora de comer como las bendiciones de los alimentos. De esa manera nos inculcó patriotismo, antiimperialismo, respeto por la familia, integridad personal.
Ese sentimiento de compromiso con la independencia y soberanía de México lo incorporamos a nuestro catálogo de valores. Y desde entonces tuvimos muy claro que una de las grandes divisiones en la sociedad mexicana, residía en la actitud frente a los países extranjeros (entonces la URSS y Estados Unidos).
Ellos, buscadores del apoyo y la intervención de las potencias extranjeras para tener riqueza y poder; y nosotros, defensores de la autodeterminación del propio país. Leíamos y escuchábamos en la radio sobre la doctrina Estrada, el reconocimiento de Cuba, la cultura mexicana, el sol azteca estaba impreso en los billetes de un peso. Incluso ese sentimiento de mexicanidad me contuvo de afiliarme al Partido Comunista a pesar de ser un activista y organizador entre los estudiantes y trabajadores, y ese sentimiento me mantuvo sin afiliación política hasta que se formó un partido auténticamente mexicano: el PRD. Esa convicción nunca ha sido chauvinismo, sino el sentido de que México existe como un Estado con Territorio, Población y Poder Soberano.
También desde joven, he enfrentado, a quienes sostienen que la soberanía es renunciable cuando es obstáculo para lo que ellos consideran prioridades económicas, ideológicas o de desarrollo personal, me sorprendía cuando ellos (que acá en la frontera norte hay varios) con toda convicción y en una actitud cínica contestaban "¿cuál soberanía?"... “No te hagas el occiso, los gobernantes siempre obedecen a los gringos” …”La verdad es que los gringos son los que mandan en México”... “Entonces por qué vamos a estar defendiendo un país que no existe más que en tu cabeza”...”business son business”.
Con ellos me enfrenté en lo individual, en clases, en la política estudiantil, en el ejercicio profesional, como abogado de obreros y de Derechos Humanos, profesor universitario, servidor publico, Diputado. Siempre honrando mi pensamiento y a mis padres, a pesar de que mi madre murió como norteamericana.
Yo me uni a López Obrador desde que él asumió la Presidencia del PRD, en abril de 1996, estuve en su toma de protesta, y desde entonces… con el “voy a todas”, incluso a la banca política cuando él terminó, pues ya veo llegar los 80 años a principios de 2026.
Por eso y por mucho más, porque de la lucha por las causas sociales uno nunca se jubila, cuando lo vi en el video de la presentación de su libro dije y hoy lo escribo: YO TAMBIEN LE SALGO A LA CALLE, A GASTAR MI ÚLTIMO ALIENTO EN LA TRINCHERA.
Como lo dijo Antonio Plaza
“Anda a luchar
La lucha no te espante
Porque nació para luchar el hombre
Como nació para volar el ave”.
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06-12-2025 - 12:05 am
Podemos decir que el principio del fin de los ultraprocesados —al menos como la posibilidad de ser considerados como parte de una dieta recomendada— nació en 2010 y, ahora, da un paso muy importante con la publicación en la que es considerada la revista científica de medicina de mayor impacto: The Lancet.
En 2010 inició el “maldito” proceso, así lo ve gran parte de las grandes corporaciones globales de los alimentos ultraprocesados. De hecho, antes de 2010 no les hubiéramos llamado alimentos ultraprocesados a sus productos; es en ese año que apareció el primer artículo científico que usó ese término. La reacción inmediata frente al concepto de “ultraprocesados” fue global: no le gustó a la industria. El principal argumento que enarbolaron fue que no era un concepto científico. El caso de la reacción corporativa llegó a su máxima expresión con la Fundación española, financiada por la industria, llamada Triptolemos, que amenazó públicamente a quien usara el término “ultraprocesados”, señalando: “Desde una perspectiva jurídica podría ser sancionable la utilización de la expresión o concepto ‘Ultraprocesado’… Tampoco puede excluirse que aquellas empresas cuyos productos se denigren con este calificativo entre los eventuales compradores puedan recurrir ante los órganos judiciales para resarcirse de los daños y perjuicios causados”.
Claro, el concepto creado por el investigador brasileño Carlos Monteiro, que clasificó los alimentos por grado de procesamiento, estaba demostrando que cuanto más procesados estuvieran los alimentos, mayor sería la pérdida de su valor nutricional y mayor la incorporación de aditivos con riesgos para la salud, al mismo tiempo que el consumo de ultraprocesados sustituía el consumo de alimentos naturales, dejando de ingerir, por ejemplo, fitoquímicos que tienen un alto valor inmunológico. Se convertía en un planteamiento muy sencillo, en un concepto muy entendible para explicar las grandes epidemias de sobrepeso, obesidad, diabetes y diversas enfermedades relacionadas con el cambio profundo en la dieta.
El documento presenta una caracterización de los AUP y la industria que los produce. El modelo de negocio principal de la industria de los ultraprocesados se basa en el uso de ingredientes básicos baratos y tecnologías de fabricación industrial para minimizar costos, así como en un marketing intensivo y diseños de productos muy apetecibles —hiperpalatables— para impulsar el consumo repetido y desmedido, aclarando que el objetivo del ultraprocesamiento es la maximización de beneficios. Agregaría que estas corporaciones están en la dinámica de demostrar el aumento de ganancias cada tres meses en las bolsas de valores, y para ello deben aumentar el consumo de sus productos: que quienes ya los consumen lo hagan en mayor cantidad, y que quienes aún no los consumen, comiencen a hacerlo.
Entre 2010 y nuestros días, más de seis mil artículos publicados utilizan el concepto de alimentos ultraprocesados (AUP), demostrando una asociación entre un mayor consumo de estos productos y un mayor riesgo de sobrepeso, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, diversos tipos de cáncer y otra larga lista de enfermedades, comprobándose así, también, una relación con el aumento de la mortalidad.
Podemos decir que el principio del fin de los ultraprocesados —al menos como la posibilidad de ser considerados como parte de una dieta recomendada— nació en 2010 y, ahora, da un paso muy importante con la publicación en la que es considerada la revista científica de medicina de mayor impacto: The Lancet. Más de 50 expertos participaron en la elaboración de los tres documentos de la serie de The Lancet sobre ultraprocesados. Tuve el agrado de recibir una invitación para revisar el tercer documento de esta serie. Por su trascendencia, comento de manera muy sencilla los hallazgos de esta publicación, que marcan un antes y un después en lo que primeramente se llamó “comida chatarra”, pero que limitaba la consideración de alimentos no saludables a un puñado de productos que, para muchas personas, no incluían productos como los cereales de caja, el pan industrializado, los yogures endulzados y saborizados, etcétera, etcétera, que sí están incluidos en el concepto de ultraprocesados.
El primer documento de esta serie de The Lancet habla de cómo los AUP han desplazado las dietas tradicionales alrededor del mundo y han desatado una serie de enfermedades crónicas que se han convertido en epidemias globales.
En el segundo documento se exponen las políticas que se han desarrollado en diversos países para reducir los daños de los alimentos altos en azúcares, grasas y sodio, planteando la necesidad de políticas más profundas e integrales que comprendan los determinantes de estos sistemas alimentarios: desde la producción, la publicidad y el mercadeo, hasta su consumo.
El tercer documento, que comentamos más en detalle aquí, da varios pasos para avanzar en el conocimiento de las causas que han llevado a este cambio en la dieta a escala global —un cambio que nunca antes se había producido en la historia de la humanidad—, proponiendo orientar una respuesta de salud pública a nivel mundial.
En primer lugar, demuestra que las grandes corporaciones globales de los alimentos ultraprocesados son un factor clave del problema.
En segundo lugar, destaca que el principal obstáculo para avanzar en las respuestas en términos de políticas de salud pública son las actividades de esta industria en el ámbito político, actividades coordinadas transnacionalmente a través de una red global de grupos fachada, iniciativas de múltiples partes interesadas y socios de investigación, con el fin de bloquear las regulaciones que afectan sus intereses.
En tercer lugar, se presentan estrategias para reducir el poder de la industria de los alimentos ultraprocesados en los sistemas alimentarios y para movilizar una respuesta global de salud pública. Reducir el poder de la industria de los AUP implica desarticular el modelo de negocio de estos productos y redistribuir los recursos a los productores de alimentos —alimentos que llamamos verdaderos—; implica proteger la gobernanza alimentaria de la injerencia corporativa, e implementar medidas sólidas contra los conflictos de interés en la formulación de políticas, la investigación y la práctica profesional.

Se comprende que la industria de AUP incluye no sólo a las grandes corporaciones, sino también a los proveedores de ingredientes, productores de plástico, minoristas de comestibles, cadenas de comida rápida, empresas de publicidad, grupos de presión, grupos pantalla de la industria y académicos e instituciones a su servicio. Se denomina a estos actores colectivamente como la “industria de los AUP”, y a los sistemas alimentarios que esta genera y controla, como “sistemas de AUP”.
El creciente dominio de la industria se explica a través de su poder en el mercado. Algunos datos ejemplares: entre 1962 y 2021, de los dividendos repartidos por las empresas de los sectores de producción, procesamiento, fabricación y venta minorista de alimentos, más de la mitad correspondieron únicamente a los fabricantes de alimentos ultraprocesados (57). Esta rentabilidad crea un ciclo de retroalimentación que incentiva el modelo de negocio de los ultraprocesados frente a otras alternativas y genera recursos excedentes para la continua expansión empresarial. Nestlé, por ejemplo, pasó de 80 fábricas en la década de 1920 a 340 en 76 países en 2023, atendiendo 188 mercados. En 2022, el Sistema Coca-Cola produjo dos mil 200 millones de raciones diarias de bebidas en 200 mercados, abastecidas por 200 socios que operaban 950 plantas embotelladoras. En 2024, Coca-Cola, PepsiCo y Mondelez invirtieron conjuntamente 13 mil 200 millones de dólares en publicidad, casi cuatro veces el presupuesto operativo de la OMS.
En el tercer documento de la serie de The Lancet sobre ultraprocesados se presenta el mapeo de grupos de interés financiados por corporaciones líderes en la industria, identificándose 207 grupos en todo el mundo. Ocho corporaciones son centrales en la red, lo que indica su rol coordinador: Nestlé (n=137 miembros), Coca-Cola (114), Unilever (106), PepsiCo (105), Danone (91), Mars (74), Mondelez (72) y Ferrero (69).

Se presenta como ejemplo de las estrategias de estas industrias la referencia al documento interno de Coca-Cola Europa, una matriz de riesgo de políticas públicas que evaluó el impacto que podrían tener estas políticas en sus negocios, es decir, en sus ganancias. Coca-Cola identificó 49 políticas regulatorias en términos de su probabilidad de materializarse e impactar en los negocios, reconociendo a los impuestos, etiquetados en envases y leyes de reciclaje como las políticas más preocupantes que había que "contratacar". Es decir, Coca-Cola se publicita públicamente como responsable social y ambientalmente, e internamente pone sus baterías en contra de las políticas de salud y protección ambiental: el maquillaje contra la realidad.
Se reconoce que estamos en un momento importante a partir de que la evidencia sobre los daños de los AUP es abrumadora y, con ello, la urgencia de actuar. La evidencia ahí está: el número de artículos que utilizan el término AUP aumentó de cuatro en 2010 a más de seis mil 850 en 2024.

El documento plantea lo siguiente: al igual que con el control del tabaco, una respuesta mundial unificada frente a los alimentos ultraprocesados debería confrontar directamente el poder corporativo —incluidos los esfuerzos por regular sistemáticamente las prácticas comerciales de la industria— y desarticular el modelo de negocio ultraprocesado. Los actores de la salud pública y sus aliados en diversos sectores y movimientos pueden unirse en su llamado a que los AUP se prioricen como un problema de salud mundial concreto y urgente. Los objetivos son prevenir el auge de la dieta ultraprocesada, detener su crecimiento y reducirlo donde ya predomina.
Para quienes venimos trabajando, desde hace 20 años, desde la sociedad civil en la implementación de políticas públicas para la reducción del consumo de estos productos y la recuperación de la salud alimentaria desde una perspectiva no solamente de salud, sino también ambiental y de justicia social, la serie The Lancet sobre AUP viene a ser la reivindicación científica de lo que hace 20 años nos planteábamos como un manifiesto, dando evidencia y mucha claridad del camino a seguir. Se suma esta serie a otra serie de The Lancet, la dedicada a los Determinantes Comerciales de la Salud, a la de The Lancet EAT, y a la de la comisión de obesidad que creó The Lancet, y de la que formé parte, que presentó el documento “La sindemia de obesidad, desnutrición y cambio climático”.
Existe la necesidad de un cambio sistémico, y este requiere una redefinición del crecimiento hacia el bienestar, desviándolo del objetivo de la acumulación, tanto por la justicia social como por la salud humana y planetaria.
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