Hígado y Razones

01/07/2016 - 12:00 am

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La psicolingüística tiende a reconocer el hemisferio derecho del cerebro, como el de los sentimientos y las emociones; reconoce además el hemisferio izquierdo, cómo el racional, el del análisis, el de la duda permanente y las matemáticas, que lleva a tomar decisiones más ecuánimes, entre la aspiración personal y una realidad caprichosa. Renuente ante los deseos colectivos.

Es por eso que en las campañas electorales, que se han vaciado de contenido ideológico o programático, es muy frecuente que los candidatos en aras de alcanzar triunfos busquen explotar la parte emotiva, no la racional, y unos equívocamente lo hacen con la oferta de jingles infames que terminan siendo un fastidio y producen el efecto contrario al momento de votar; otros, machacan soluciones mágicas a todos los problemas presentes y futuros que caen en blandito en un ambiente de descrédito y desconfianza del grupo gobernante y sus malas políticas públicas; pero los hay también, los menos, de los menos, que provocan al ciudadano para que tome decisiones racionalmente sin interferencias mediáticas, ideológicas o políticas.

Esto qué algunos consideran el dilema de tomar decisiones con la cabeza o hacerlo con el hígado, ha significado decisiones racionales o precipitadas en algunos países independientemente del signo político. Veamos, en Europa, la mayoría inglesa ha tomado la decisión de salir de la Unión Europea y las razones han sido que están en contra de la transferencia de sus recursos públicos a otros países o regiones intra y extra europeas, les molesta la inmigración legal o ilegal, el atemoriza el terrorismo islámico, etc., quieren una fortaleza que los proteja; hay otras experiencias que pugnan por salidas populistas ante los ingentes problemas públicos y terminan votando partidos que ofrecen soluciones inmediatas a los problemas estructurales y eso cuando hay recursos se compensa al menos por un tiempo, pero tarde que temprano viene la factura.

En ambos casos, es la lucha entre el hígado y la cabeza, la emotividad y la razón. Sin embargo, el resultado puede ser catastrófico, lo vemos en el nerviosismo que hoy invade el Reino Unido por los efectos inmediatos del Brexit, por el efecto devaluatorio de la libra esterlina o la amenaza de Escocia e Irlanda, de salir del Reino Unido, para mantenerse en la zona euro; lo mismo, sucede hoy en algunos gobiernos latinoamericanos que por la crisis de las materias primas no han podido sostener las políticas redistributivas y esos partidos en el gobierno han perdido el poder.

Los casos más recientes son el de la Argentina y Venezuela, donde los partidos gobernantes fueron derrotados, y en menor grado es el caso de Bolivia, donde el referéndum para la reelección de Evo Morales terminó siendo una derrota rotunda.

No menos escandaloso ha sido el caso de Brasil, donde la Presidenta Dilma Rousseff fue desaforada por unos legisladores bajo fuertes sospechas de corrupción, y esta semana fue encontrada inocente por una comisión ad hoc del Senado, libre de transacciones fiscales ilegales, sin embargo, la rabia puso a millones de brasileños en la calle para pedir que Dilma fuera destituida, como si tenièndola fuera del gobierno e incluso en la cárcel junto con Lula da Silva, los problemas se iban a solucionar automáticamente. Para nada, todo lo contrario, se generó mayor inestabilidad política que impactó sobre la calidad de la Olimpiada y ahora los resultados del referéndum inglés complicaron más su existencia y existen mayores dosis de incertidumbre ante un futuro imprevisible.

Es decir, estamos en una época donde la gente está muy molesta por la corrupción, la impunidad, las migraciones, el terrorismo, la falta de eficacia de sus gobernantes para atender los problemas de desigualdad social, violencia, empleo o inseguridad.

Y es que el modelo económico vigente no sirve porque incrementa los problemas en lugar de disminuirlos. Entonces, hay comportamientos erráticos en las sociedades y la gente se agarra de lo que puede; en Estados Unidos muchos republicanos y no republicanos encuentran en Donald Trump, la salvación de la nación y del american way of life americano;  una franja importante de los jóvenes españoles se agarraron en diciembre pasado del partido Podemos y en las elecciones del 26 J ya empezaron a retirarle el apoyo pese a qué se conformó la coalición de izquierdas que teóricamente les daría más fuerza; en México lo acabamos de ver pero de una manera totalmente irracional (o racional, según se vea) pues la gente le retiró el apoyo al PRI, para entregárselo al PAN en siete estados, siendo este el partido el que instrumentó políticas impopulares y está fresca la memoria y la sangre de los 60-80 mil muertos de la llamada guerra “contra el narco” de Felipe Calderón.

Y en esa lógica, tenemos un vigoroso López Obrador, que ha mostrado su músculo en la movilización del pasado domingo, cuando cientos de miles de personas de todo el país lo acompañaron y al tiempo que le brindaban su apoyo, lo hacían a los dirigentes magisteriales y al pueblo de Oaxaca, que ha puesto sobre la mesa nuevos mártires en la lucha contra la reforma educativa.

Esa ambigüedad de los compatriotas que se manifiesta entre el apoyo electoral al PAN y el acompañamiento a López Obrador y el magisterio, tiene como eje  el malestar colectivo contra quienes hacen la política nacional y la de los estados, donde se ha puesto de manifiesto la corrupción y la impunidad, no es casual que ante la exigencia social los panistas Javier Corral y  Miguel Ángel Yunes ofrezcan, como antes lo hizo Jaime El Bronco Rodríguez, la cabeza de su antecesor, por definición priista, y López Obrador haga lo propio pidiendo la de Peña Nieto y Osorio Chong.

Seguramente no les faltan delitos a los todavía gobernadores, al Presidente y su Secretario de Gobernación, pero viene a mi mente un pasaje del libro Masa y Poder del austriaco  Elías Canneti, en donde encuentra que el fuego de los momentos de crisis y crispación social, triunfa el de la palabra incendiaria, el de la reivindicación de la justicia negada, pero no necesariamente caminamos hacia un mejor futuro. Es el tiempo nublado de hoy.

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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