México

El Estado las ignora y mamás de desaparecidos engrosan ONGs; “no nos quedaremos en casa”, advierten

10/05/2016 - 9:59 pm

No todos celebraron el 10 de mayo. Un día, de pronto, las madres que se manifestaron este martes perdieron a sus hijos y desde ese momento, arrastrando su dolor, han sido víctimas de negligencia, e incluso agresiones, por parte de las autoridades. Ante las puertas cerradas y la falta de respuestas, han encontrado un hombro en diversas organizaciones civiles que caminan junto con ellas para gritar: “Hijo, escucha, tu madre está en la lucha”.

13178796_1048049255282524_977616997507086173_n

Ciudad de México, 10 de mayo (SinEmbargo).– Las madres de los miles de desaparecidos en México han encontrado en las organizaciones civiles un refugio y sobre todo el apoyo que los gobiernos no les han brindado a lo largo de su búsqueda. En ese camino de dolor y desesperación, algunas de ellas han sido víctimas de extorsión, intimidación, hostigamiento e incluso asesinato sólo por intentar volver a ver a sus hijos, denunciaron al terminar la “V Marcha de la Dignidad Nacional”.

Arropadas por sus familiares y organizaciones como Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM), el Centre from Democracy and Human Rights (CEDEM), H.i.j.o.s México, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), Amnistía Internacional (AI) y México por la Paz manifestaron este 10 de mayo que, pese a la tristeza, su lucha para obtener justicia continuará.

Aracely Salcedo Jiménez lleva más de tres años buscando a su hija Fernanda Rubí Salcedo Jiménez, secuestrada a los 21 años, el 7 de septiembre de 2012, en Orizaba, Veracruz. Esta madre integra el colectivo “Familias de Desaparecidos de Orizaba”, “Movimiento por nuestros desaparecidos en México” y es parte de la “Primera Brigada de Búsqueda de Fosas Clandestinas”.

Un día después de que la Brigada denunció ante la Fiscalía de Xalapa el hallazgo de fosas con restos, Aracely fue perseguida por policías. “No soy criminal, simplemente busco a mi hija”, dijo en el Ángel de la Independencia posterior a la marcha que partió del Monumento a la Madre.

“He sido perseguida y criminalizada por el Gobierno del estado de Veracruz. Te persiguen. Apenas tuvimos una persecución, me increparon policías del municipio y del estado argumentando que iban tras de mí por una denuncia ciudadana. No llevaba gente armada como ellos lo manifestaron. Después me tomaron fotos, a lo cual refuté porque ningún policía tiene por qué tomarme fotos”, contó.

El tormento de María Elena Salazar Zamora, de Torreón, Coahuila, comenzó el 20 de julio de 2009. Desde ese día su hijo Marcelino González Salazar –quien acababa de terminar sus estudios en Mercadotecnia– no llega a casa.

“Nos dimos cuenta que solas no nos hacen caso. Después de un año de búsqueda diaria a solas, tocando puertas, me encuentro a Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM)”, el cual se fundó en 2010 con apoyo del Obispo de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera López, quien ha representado una luz para las madres del estado norteño y este martes estuvo con ellas.

“Hoy, después de cinco años, estoy aquí con más madres que sufren y buscan a sus hijos al igual que yo. Cuando desaparecen el mundo se nos termina, pero seguimos luchando; no me puedo quedar en mi casa sentada. Mi hijo no es una página que puedo pasar, es un ser humano”, aseguró María Elena, ahora una de las coordinadoras de esta organización.

María Luisa Bascur, de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), declaró que las madres no solamente sufren la angustia de la búsqueda, sino también de agresiones.

“La labor incansable de las madres ha sido un ejemplo en el país. Sabemos que ustedes se han constituido en defensoras de derechos humanos y sufren no solamente la angustia de la búsqueda sino también el agravio del reto que supone eso; siempre en la impunidad y en la frustración de que las investigaciones no sean efectuadas por la diligencia que corresponde. Se debe reconocer que por esa labor tengan que sufrir agresiones, las cuales no necesariamente son investigadas ni existen todas las medidas de protección”, expresó Bascur.

“IGUAL QUE USTEDES, ESTOY MUERTA”

¿Por qué los buscamos?, gritaban. Porque los amamos, se respondían durante la marcha. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.
¿Por qué los buscamos?, gritaban. Porque los amamos, se respondían madres y familiares de desaparecidos durante la marcha. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Eddy Omar Mendoza García estudiaba Derecho en la Universidad del Valle de México (UVM), campus San Rafael. El 7 de agosto del 2007, cuando tenía 22 años, fue a clases, pero ya no regresó. “Sé que es 10 de mayo y al igual que ustedes no tengo nada qué festejar”, aseguró su madre Elena García, cuyo rostro ha maquillado con lágrimas negras y signos de interrogación para reflejar su interior. “Me levanto con la misma incertidumbre, angustia, impotencia, tristeza, dolor y con todos los sentimientos negativos en torno a la desaparición de mi hijo”, compartió.

Elena, a raíz de su pérdida, creó la Fundación Uniendo Caminos por los Desaparecidos de México, es decir, aquellas más de 27 mil personas. Este martes portó un sombrero negro con una cinta blanca donde le cuenta a su hijo que lo está buscando. Así lo ha hecho durante ocho años, nueve meses y tres días.

“Al igual que ustedes estoy aquí, igual que ustedes estoy muerta. Porque así es desde que desaparecieron nuestros hijos. Sé que es fuerte la depresión, pero somos la voz de todos los desaparecidos de México”, declaró.

Su hermana Miroslava Mendoza también lo está esperando. Ella y su mamá, contó, han sido víctimas de extorsiones en Internet por publicar sobre Eddy. La red ha sido su alternativa, ya que “hasta el momento ninguna de las autoridades nos ha dado respuestas sobre qué pasó; piden papeles y documentos, pero no están haciendo bien su trabajo. Estoy aquí exigiendo justicia para los miles de desaparecidos, no solo para mi hermano”.

En la explanada del Ángel de la Independencia se juntó la familia Albadeva Trejo. Madre, padre, abuela y niños vistieron una playera blanca con azul con el rostro de Francisco, quien tenía 22 años la última vez que lo vieron. “Mi hijo se dirigía a la escuela, era estudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN). El 26 de marzo del 2012 lo dejé a las 6:30 de la mañana para que fuera a la escuela cerca del metro Pantitlán [Ciudad de México]. Desafortunadamente no llegó a la escuela”, narró su madre Alicia Trejo, quien hace tres años hizo una huelga de hambre frente a la Procuraduría General de la República (PGR).

“Tú quisieras suplicarle al Gobierno […]. Te atienden entre comillas, me recibieron con un café y unas galletas. Yo no necesito eso”, recordó.

“A PESAR DE LAS AMENAZAS, YO SEGUIRÉ ADELANTE” 

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.
La duda de dónde están sus hijos unió a las cientos de madres que se manifestaron este 10 de mayo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.

La marcha de este martes, como cada 10 de mayo desde la primera que se realizó en 2011,  se conformó por madres y familiares que viajaron desde varias partes del país. Algunos fueron trasladados con apoyo del Centre from Democracy and Human Rights (CEDEM).

A Norma Carrillo, de Huamantla, Tlaxcala, su ex esposo le arrebató a su hija el pasado 8 de diciembre de 2014. Al finalizar la marcha, subió las escaleras del Ángel de la Independencia y se paró frente a los presentes para mostrar la foto de Angie López Carrillo, de 6 años.

“No se la llevó ningún desconocido. Se la llevó su padre de la casa de sus abuelos. No es justo que me la haya quitado nada más porque yo ya no quise regresar con él. Al otro día que se la llevó, levanté un acta con el Ministerio Público y hasta ahorita no se ha escuchado mi voz”, acusó.

Ella denunció que el padre de su hija, Abraham López, le ha tirado tres veces la página de Facebook que utiliza para difundir las fotos de su pequeña. “Pero no me va a parar. A pesar de sus amenazas, yo seguiré adelante hasta que ella vuelva a estar conmigo”, concluyó Norma.

Cornelia Guevara Guerrero no marchó hoy. El 15 de enero de este año entraron a su casa, en Tecámac, Estado de México, la golpearon y le dispararon tres veces. Desde el 7 de agosto del 2012 buscaba a su hijo desaparecido, Osvaldo Espejel Guevara.

Su hija Elizabeth Espejel aseguró que el asesino fue enviado por uno de los detenidos por la desaparición de Osvaldo. Le quitaron la vida por tratar de localizarlo, declaró, para luego continuar la doble lucha: “Por el secuestro de mi hermano y por mi mamá”.

“Mi mamá se dedicó a buscarlo, le llegaron amenazas para que dejara de hacerlo”, declaró. Se detuvieron a dos personas por el secuestro de Osvaldo y el 15 de enero de este año entraron al domicilio de Cornelia a asesinarla por parte de uno de los detenidos. “Mi hermana estaba con ella y le dijeron que ya dejáramos las cosas así”.

Este 10 de mayo, sin embargo, no solo se pidió verdad y justicia por los hijos desaparecidos. Lilia Fragoso Gutiérrez salió a marchar por su esposo David Fuentes González, de 31 años, quien desapareció en febrero de 2013 junto con nueve personas más en el municipio de Urique, Chihuahua. Ahí trabajaba en una mina llamada Diabras de México.

La empresa no se quiso responsabilizar de ellos argumentando que eran contratistas. Pero cuando a la mina le robaron dos camiones, aparecieron al mes y además hubo personas detenidas. Cómo es posible, cuestiona Lilia, que dos camiones de un mineral extraído valgan más que la vida de estas personas que desaparecieron.

“El Gobernador de Chihuahua, César Duarte, dice que las desapariciones no existen, que solo hay una persona desaparecida y están trabajando en eso. Hemos ido a tocar las puertas del Palacio de Gobierno, el señor no nos atiende; nos cierra las puertas. Vengo aquí para que se reconozca que la desaparición en Chihuahua es un delito y sobre todo que el Gobernador haga algo”, puntualizó la mujer.

YA MURIERON, PERO BUSCAN JUSTICIA

Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
“Te busco siempre”, reza el cartel de una madre de Chihuahua. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

María Teresa Vielmas llegó de Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, a manifestarse en la capital. Su hijo, Israel Martínez Vielmas, tenía 35 años cuando desapareció el 15 de junio de 2011.

“A mi hijo lo levantaron los de la Fiscalía. Yo lo vi. Entonces siempre que nos presentábamos ante la Fiscalía, nos seguían. Yo les decía que eran unos corruptos por estar inmiscuidos con el crimen organizado”, narró.

Israel era un conductor de maquinaria. Encontraron su cuerpo el 8 de enero de 2013. “Le di sepultura y sigo porque quiero que sea detenido el culpable. Yo sigo investigando”.

Durante el mitin posterior a la marcha, Lourdes Mejía contó que su hijo fue asesinado el 26 de octubre de 2011. Sus manos temblaban.

“A mi hijo no lo perdí, me lo robaron. Mi hijo no está desaparecido, lo tengo enterrado. Pero busco justicia por su asesinato”.

Carlos Cuevas Mejía estudiaba en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su madre mencionó que existe un video que prueba que fue la policía y las autoridades de la universidad, acusó, son cómplices.

Tres horas después, luego de la marcha y el mitin, la movilización concluyó. “No están solas”, se escuchó en coro. “No están solas”, volvió a resonar.

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video