Muerte y memoria digital: artista recuerda a los 43 de Ayotzinapa

10/07/2015 - 12:00 am
El reconocimiento facial sirve como punto de partida para una reflexión sobre la memoria y la muerte. Foto: bitforms
El reconocimiento facial sirve como punto de partida para una reflexión sobre la memoria y la muerte. Foto: bitforms

Ciudad de México, 10 de julio (SinEmbargo).- A menudo pareciera que documentamos nuestras vidas como si quisiéramos prolongarlas. Las facilidades tecnológicas hacen que prácticamente esté al alcance de cualquier persona poder tomar una foto o grabaravideo. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurría en décadas pasadas, en donde todas estas acciones tenían un depósito físico (casete, impresión, disco, etcétera) ahora todo permanece almacenado en las memorias de computadoras y dispositivos móviles. Y aunque pudiera parecer que esta reducción de espacio es limitante, en lugar de ello, ha desatado una ansia por guardar más y más cosas, llevando los recuerdos con nosotros a todas partes.

“Creo que perdemos la inmortalidad porque la resistencia a la muerte no ha evolucionado; sus perfeccionamientos insisten en la primera idea, rudimentaria; retener vivo todo el cuerpo. Solo habría que buscar la conservación de lo que interesa a la conciencia”, escribe Adolfo Bioy Casares en su novela La invención de Morel. Una obra que ahora encuentra eco.

Inspirada en la obra que el argentino escribió en 1940, la exposición Memory Burn (quema de memoria) observa la mortalidad y la muerte en relación con los dispositivos de grabación. El título de la exposición hace referencia simultáneamente a las visiones inolvidables que se “queman” en la mente y de la quema digital utilizada para archivar recuerdos.

En la novela, un fugitivo varado en una isla se obsesiona con una hermosa turista llamada Faustine, sólo para descubrir que ella y sus compañeros de viaje son grabaciones tridimensionales proyectadas por una máquina. Haciendo frente a la soledad y a la locura gradual, el protagonista se entera de cómo integrarse a sí mismo a la memoria de la máquina, alterándola para sugerir que él y Faustine están juntos. Aunque el proceso significa una muerte segura, el hombre desea vivir en una proyección con la esperanza de que se invente una máquina que pueda fusionar su alma y conciencia con la del objeto de sus obsesiones.

El fenómeno que tiene lugar en la isla “anticipa nuestra experiencia contemporánea con dispositivos de grabación, así como virtualidad y redes electrónicas”, menciona la descripción de esta exposición que se inaugura hoy en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.

En la muestra destacan una serie de obras que utilizan la fotografía, video, software de reconocimiento facial y la realidad virtual. Sin embargo, de entre todas las propuestas, llama la atención la pieza del artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer llamada “Level of Confidence” (nivel de confianza), una obra con la que conmemora la desaparición masiva de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, México.

La obra fue presentada el 26 de marzo de 2015, exactamente seis meses después de que la desaparición se llevara a cabo. El proyecto consiste en una cámara de reconocimiento facial que fue entrenada para detectar los rostros de los 43 estudiantes. En esta pieza, el espectador se coloca frente a la cámara, mientras que el sistema utiliza algoritmos para encontrar entre el público los rasgos faciales de los normalistas desaparecidos y detecta el porcentaje de similitud entre ambos.

De acuerdo con bitforms, la galería responsable de la exposición, los algoritmos de vigilancia biométricos utilizados en esta pieza suelen ser utilizados por las fuerzas militares y policiales para buscar personas sospechosas. Un uso interesante si se considera el giro que este proyecto les da al utilizarlos para rescatar víctimas en lugar de inculpar a alguien.

Las similitudes entre los espectadores y los normalistas desaparecidos son valoradas por un software especial. Foto bitforms
Las similitudes entre los espectadores y los normalistas desaparecidos son valoradas por un software especial. Foto bitforms

El software del proyecto está disponible para descargarse gratis. De esta manera, cualquier universidad, centro cultural, galería o museo puede programar la pieza y exhibirlo. De igual manera, para mostrar el trabajo, la institución en cuestión debe descargar este programa y proporcionar una computadora, una pantalla y una cámara web. Las instrucciones, por otro lado, se encuentran en un documento PDF, también descargable.

El proyecto también existe como software de código abierto, el cual puede ser modificado por cualquier programador con conocimiento de OpenFrameworks, de manera que pueda hacer su propia versión con otro contenido. Para acceder a él en esta modalidad hay que ir a GitHub para descargarlo.

Por otra parte, la pieza puede ser adquirida también por coleccionistas de arte, pero todas las ganancias deben estar destinadas a ayudar a la comunidad afectada en formas como becas para los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Por desgracia, este programa siempre fallará al buscar un resultado positivo. Sin embargo, también representa –en cierta forma– la esperanza de que las cosas no sean de la manera en la que se sospechan.

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