Cambio climático: no es el “fin del mundo”, sólo del que conocemos

10/09/2015 - 12:00 am
Muchos estiman que debido al cambio climático los bosques tropicales se desertificarán, pero puede que no sea exactamente así. Foto: EFE
Muchos estiman que debido al cambio climático los bosques tropicales se desertificarán, pero puede que no sea exactamente así. Foto: EFE

Ciudad de México 10 de septiembre (SinEmbargo).- Las extinciones masivas abrirán nichos ecológicos y los cambios ambientales crearán otros nuevos. Nuevas criaturas evolucionarán para llenarlos, guiadas por presiones de selección imprevistos. Sin embargo, la manera exacta en la que este nuevo mundo se verá es imposible de predecir y los seres humanos no tienen garantizado sobrevivir en él. No obstante, una serie de experimentos realizados en los últimos años ofrecen un vistazo de este futuro que se aproxima y que de ninguna manera se trata de un fin.

Un hecho conocido es la capacidad de adaptación de la naturaleza misma; pero, en el caso del cambio climático, éste es una de las principales preocupaciones para la humanidad entera por la capacidad que tiene para desatar alteraciones bruscas que causarán la muerte de muchas especies de animales y plantas en un periodo más corto de lo habitual. Sin embargo, en lo que se refiere a los bosques tropicales, pueden presentarse situaciones interesantes un tanto alejadas del fatalismo que caracteriza a las estimaciones que se han realizado últimamente.

Por supuesto las modificaciones climáticas afectarán a los bosques tropicales que actualmente hay. De hecho, ya los está afectando. De igual manera, tampoco significa que los seres humanos no deban dejar de preocuparse por el calentamiento global. Es un hecho que el cambio climático será el “fin del mundo”, pero sólo de aquel que conocemos, ya que también será el comienzo de otro.

Hace algunos años en Panamá, Klaus Winter, un fisiólogo de plantas en el Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales, sembró plántulas de 10 especies de árboles tropicales en pequeños invernaderos geodésicos. A algunos les permitió crecer en el tipo de ambiente al que estaban acostumbrados (en torno a los 26 grados centígrados), mientras que a otros los sometió a temperaturas incómodamente altas que iban desde los 35 hasta un máximo 38 grados celsius, una temperatura poco habitual en latitudes tropicales pero que será cosa de todos los días para finales de este siglo en estas regiones del mundo, publicó Wired.

El mundo sufrirá transformaciones, sin duda, pero no significa el fin de la vida sobre la Tierra. Foto: EFE
El mundo sufrirá transformaciones, sin duda, pero no significa el fin de la vida sobre la Tierra. Foto: EFE

Sin embargo, el hallazgo resultó sorprendente en cuanto a predicciones, en particular a aquellas que señalan que el futuro de pulmones como el Amazonas es desértico.

Así, la gran mayoría de las plantas que Winter sembró no murieron. De hecho, la mayoría prosperaron a temperaturas significativamente más cálidas de las que experimentan hoy en día. De igual manera, sólo dos especies sucumbieron al calor y únicamente en las más altas temperaturas. El éxito de los árboles hace eco de datos paleontológicos que insinúan que las temperaturas más cálidas pueden ser una bendición para los bosques tropicales. Después de todo, la última vez que la Tierra experimentó temperaturas promedio de 35, había bosques tropicales en Michigan y palmeras en el Ártico.

Los datos de Winter dan la pista de un cambio en la estructura forestal. Las tres especies que mejor se adaptaron al régimen de temperaturas altas fueron la Adenanthera pavonina, una especie de higo llamado Ficus insipida y la Ochroma pyramidale, conocida también como balsa. Cada una de ellas es lo que Winter llama “especie pionera”, árboles de crecimiento rápido que pueden moverse a áreas despejadas para asumir el control. El ejemplo claro de eso es el caso de la F. insipida que es capaz de trepar por los árboles como enredadera y los estrangula eventualmente.

El cambio climático es una de las mayores preocupaciones actuales y ya comienza a transformar nuestro entorno. Foto: EFE
El cambio climático es una de las mayores preocupaciones actuales y ya comienza a transformar nuestro entorno. Foto: EFE

Este tipo de especies son vitales para una selva saludable, ayudándola a regenerarse después de eventos destructivos como una inundación o la muerte y el colapso de un árbol grande. Sin embargo, una selva madura necesita también de las especies que aparecen después de esto. Estas tienden a ser más grandes y de mayor duración, y estabilizan la selva sirviendo como ejes ecológicos para los animales y el resto del ecosistema durante décadas o incluso siglos. Sin embargo, fueron precisamente esas llamadas “especies clímax” las que sufrieron más bajo las temperaturas más altas en los experimentos de Winter.

Lo anterior sólo significa que así como vayan muriendo las especies clímax debido a los climas cálidos, estás no serán remplazadas.

“Uno esperaría que los futuros tropicales del futuro serán dominados por las especies ágiles que se pueden dispersar muy bien”, dice Lewis. Árboles pioneros que echen raíces en cualquier lugar, enredaderas que crezcan en todos los rincones, pequeños roedores que se reproduzcan rápidamente, aves que puedan volar sobre vastas extensiones de tierra y no sean demasiado exigentes con el lugar donde anidan. Sin embargo, se trata apenas de un pequeño subconjunto de las miles de especies que se encuentran en los bosques tropicales de hoy. Sin el resto, la selva será un lugar mucho más simple.

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