“No se aceptan devoluciones” en México. “Mi entrada al cine se ha dado por necio”, dice Eugenio Derbez

18/09/2013 - 12:00 am
No se aceptan devoluciones se estrenará en mil salas (Foto: Especial)
No se aceptan devoluciones se estrenará en mil salas (Foto: Especial)

Ciudad de México, 18 septiembre (SinEmbargo).- La historia de Valentín, un gigoló acapulqueño que se convierte inesperadamente en padre cumplió el sueño cinematográfico del comediante mexicano Eugenio Derbez, quien acaba de estrenar en USA No se aceptan devoluciones, la ópera prima en español que ha logrado llevar a los espectadores latinos a las salas de cine en los Estados Unidos.

Nacido el 2 de septiembre de 1961, no puede decirse que este hombre famoso y muy querido por el público lo haya tenido fácil para poder hacer de su vida profesional algo que trascendiera los límites de la jaula de oro en la que lo ha colocado Televisa, del que es figura exclusiva.

De hecho, aun cuando por estos días los esperpénticos seudo-periodistas de espectáculos que tiene el Canal de las Estrellas se llenen la boca hablando del éxito rutilante del filme de su comediante más mimado, lo cierto es que el mérito se debe en principio a Mónica Lozano, la productora del filme, quien como contó Derbez venía cultivando este proyecto desde hace casi una década y al propio Eugenio, que no cejó en su empeño de hacer algo más con su carrera.

Derribando prejuicios del tamaño de un edificio, el hijo pródigo de la recordada actriz Sylvia Derbez, logró que quisieran muchos actores y directores en nuestro país: pesar en la taquilla estadounidense, obteniendo el tercer lugar entre el público “gringo”, hablándole de tú a tú al migrante latino que hizo cola para ver su ópera prima.

Estamos hablando de un fenómeno inusitado, un hecho que no consiguieron filmes taquilleros como Agua para chocolate, de Sergio Arau o fenómenos de factura hollywoodense de alto rango como Babel, de Alejandro González Iñárritu, con Brad Pitt como protagonista.

“La calidad y valor de sus películas es discutible y queda a consideración de cada crítico y espectador. Pero la relación directa entre él y el dinero que generan las películas en las que ha actuado (La misma luna, No eres tú, soy yo, No se aceptan devoluciones) es una cualidad que cambia las reglas del juego en el cine nacional”, ha apuntado con inteligencia el joven crítico Maximiliano Tomás en su columna del periódico Milenio.

Este 20 de septiembre, No se aceptan devoluciones se estrena en México con la cifra récord de mil salas disponibles para un filme nacional. El hecho de que se haya visto primero en los Estados Unidos frenó los reflejos siempre atentos de la piratería, aunque en la víspera se supo que ya hay dvd piratas en Tepito.

La estrategia del comediante es alejarse cada vez más de la televisión y dedicarse de lleno al cine, donde por fin parece haber cumplido sus sueños más queridos.

UN HOMBRE QUE SIEMPRE QUISO HACER CINE

Lo ha hecho bien en La misma luna, la ópera prima de Patricia Riggen, doblando por tercera vez al burro en Shrek y produciendo proyectos cinematográficos, como el que hoy lo tiene en el centro de la atención mediática.

En una entrevista que le hiciéramos para el libro 30 Actores hechos en México, Eugenio confesaba lo difícil que resultaba la vida cotidiana cuando no estaba frente a una cámara.

La niña debutante Loreto Peralta lo acompaña en su aventura cinematográfica (Foto: Especial)
La niña debutante Loreto Peralta lo acompaña en su aventura cinematográfica (Foto: Especial)

“Salgo a la calle y la gente espera ver en mí al hombre de la tele. Invariablemente me dicen, ¿por qué tan serio?, y no es que esté serio, estoy normal, pero inmediatamente creen que estás enojado o estás serio. Otras veces me piden que cuente chistes o que haga la cara o la voz. Es un poquito complicado tener que ser chistoso las 24 horas del día”.

“Eso ha hecho que me vuelva muy huraño, muy tímido. Yo era muy extrovertido y gracioso por naturaleza, pero cuando pasas de ser chistoso por voluntad a ser chistoso por contrato viene un cambio muy fuerte, dejas el placer por la obligación”, dijo.

Abstemio absoluto, sufre en las fiestas. Dice tener un imán para los borrachos que se le acercan para pedirle que le cuente un chiste. Quiso ser bombero, piloto de avión, corredor de coches, futbolista, pero algo tuvo que ver su madre, Sylvia Derbez, que lo llevaba en el vientre cuando iba a grabar su telenovela, para que finalmente se haya dedicado al espectáculo.

Quiso ser bombero y futbolista (Foto: Especial)
Quiso ser bombero y futbolista (Foto: Especial)

“Mi mamá era mi cómplice, mi mamá era mi apoyo, mi consejera.Teníamos una muy buena comunicación y sobre todo, nos entendíamos muy bien en la carrera. Ella llegaba y se sentaba frente a la televisión cuando iba a empezar su telenovela y nos llamaba a todos, era la primera que se sentaba y gritaba: “ya va a empezar mi novela”.

Como yo era el más apegado a mi mamá, iba; tuviera o no algo que hacer, iba. Eso me pasa a mí con mis hijos, porque hago lo mismo y empiezo a gritarle a todo el mundo, a la muchacha, al chofer y nadie viene. Cuando mi mamá vivía, nos hablábamos por teléfono y le avisaba que iba a empezar mi programa e invariablemente terminando un programa, mi mamá me volvía a hablar por teléfono y me decía qué le gustaba y qué no.

–          ¿Coincidía con su juicio?

–          En un 80 por ciento. Había otras cosas que me hacían reír mucho, porque daba la opinión muy acertada, pero de otra generación. Un día se me ocurrió meter a una gallina en una escena, cada vez que se abría una puerta entraba una gallina, mi mamá odiaba esa parte, me hablaba para decirme que le había gustado todo menos la gallina, me decía: “Tu gallina mentada esa, no entiendo por qué la metes”.

–          ¿Es actor?

–          ¿Yo? (silencio). Mira, trato de serlo y no te digo que soy actor, porque después de ver a gente como mi mamá… Mi mamá era impresionante, un monstruo para la actuación, creo que con eso se nace, para mí merece tanto respeto y tanto estudio la actuación. Estamos rodeados en este medio de tantas personas que no saben actuar, pero están algunas porque son muy guapas, otros porque tienen palancas, otros porque les gusta dar autógrafos, otros porque quieren salir en la tele, son muy pocos los que tienen esa sensibilidad que necesita el actor.

–          ¿Le importó alguna vez el reconocimiento de sus padres?

–          Absolutamente, desgraciadamente mi padre murió cuando yo tenía 23 años, me vio hacer algunas cosas en televisión, pero nunca llegó a verme en la época en la que me empezó a ir bien con la comedia. Mi papá era fan mío. Hubiera llevado a todos sus amigos a ver mi show, mi obra de teatro, un programa, pero le tocó la etapa en la que estaba yo picando piedra.

–          ¿Y el reconocimiento de sus compañeros?

–          Ese es el que vale más.

–          ¿Lo tiene, lo buscó, le costó?

–          Creo que ese lo deseas, pero no lo buscas. Es muy difícil conseguirlo. A la gente para la que trabajamos, generalmente, hay muchas maneras de engañarla, de hacerlos creer que estás haciendo un buen trabajo, pero los directores, los productores, los buenos actores saben cuando alguien está haciendo un buen trabajo y cuando no. Tener el reconocimiento del gremio artístico, que es donde hay tanta envidia y tantos seres profesionales, es el mejor trofeo que puede tener un actor.

–           ¿No estuvo durante mucho tiempo escondido tras la imagen del comediante de televisión, restándole espacio a su desarrollo como actor más integral?

–          Sí, pero en parte porque al principio fue lo que se me dio, lo que me gustó y créeme que además, es algo muy difícil de lograr, porque hacer comedia por mucho es lo más difícil que hay en este género. Es por eso que si prendes la televisión, puedes ver cualquier cantidad de telenovelas, no hay comedias, eso habla de lo difícil y de lo complicado que es hacer programas de comedia. Para mí siempre ha sido un poquito paradójico, porque ha sido un desgaste terrible el matarme por hacer un buen programa de comedia que tuviera calidad, que no fuera el chiste fácil. A la comedia, por alguna razón, a pesar de ser tan complicada y tan seria no la toman en serio. Es por eso que empezó mi viaje hacia otros horizontes como es ahora el cine y el cine un poco más serio, por el afán de buscar un mayor reconocimiento y por el afán de crecer como actor y no quedarme en lo mismo.

–          ¿Sintió alguna vez rechazo por este compromiso suyo con la televisión?

–          Por supuesto que sí. Hay un rechazo de la gente del cine hacia la televisión y lo entiendo hasta cierto punto. Creo que no es justo, porque encasillan a todo el mundo. Yo sigo tomando clases, cursos, trato de crecer como actor, como artista, como profesional, precisamente, para poder hacer cosas diferentes, es ahí donde te topas con gente que no quiere ni siquiera darte una audición. Mi entrada al cine se ha dado por necio. Llevo muchos años fuertemente dedicados al cine y recién ahora estoy viendo los frutos. Son  años de estar metido con productores, escritores desarrollando proyectos para mí, porque sabía que nunca me iban a hablar para hacer una película.

–          ¿Cuál es la persona en la que más confía en la vida?

–          (Silencio) Soy muy desconfiado; sólo confío en mí.

–          ¿Qué es lo que más miedo le da en la vida?

–          La mediocridad.

–          ¿Que alguien piense de usted que es un mediocre?

–          No, que llegue un día en el que me vuelva mediocre y no me dé cuenta. Ahora con el cine es como empezar de cero y otra vez tener hambre y es otra vez demostrar. Eso va haciendo que me refresque, pero si hubiera seguido nada más en televisión hubiera estado en una mediocridad sin darme cuenta, hubiera sido una persona con éxito, pero muy mediocre.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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