10 COSAS (PODRÍAN SER 20) POR LAS QUE AMAMOS A EDWARD NORTON

20/09/2014 - 12:05 am

Falta menos de un mes para el estreno en nuestro país de Birdman, la nueva película de Alejandro González Iñárritu, esta vez una comedia agridulce acerca de un superhéroe acabado o de un actor que quiere recuperar su esplendor.

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Protagonizada por Michael Keaton y con una campaña de promoción acorde con los galardones del cineasta mexicano que junto con Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro le han dado carácter internacional a nuestro séptimo arte, la película ya se proyectó en la apertura del Festival de Venecia.

Michael Keaton, tal vez uno de los mejores Batman de la historia (bueno, es un decir, no hay unanimidad al respecto), vive de las glorias pasadas y lucha por montar una obra en Broadway. Se trata del relato de Raymon Carver “De qué hablamos cuando hablamos de amor”.

Director y protagonista parecen haberse llevado a las mil maravillas, de acuerdo a las declaraciones que han dado con vistas a su estreno en Venecia y otra vez se tiene la impresión de que González Iñárritu mantiene su poder incólume en Hollywood, sobre todo para elegir los actores con quien quiere trabajar.

Birdman es una galería de actores famosos, de estrellas de primer nivel y cinco ceros en las chequeras. Desde Zach Galifianakis a Amy Ryan; desde Emma Stone a Naomi Watts, la actriz australiana que ya trabajó a las órdenes del “Negro” en 21 gramos.

No hay que ser adivino para saber que gran parte de los focos se la llevará de todos modos Michael Keaton, quien sin estar tan en el fondo como lo estaba John Travolta cuando Quentin Tarantino lo llamó para Pulp Fiction, la verdad es que hace mucho tiempo que no ocupaba el centro de la escena.

El veterano actor, nacido en Pensilvania hace 63 años, está más que contento por la oportunidad que le dio el director mexicano y en una entrevista para el periódico Milenio dijo de muy buen humor que “ya me doy náuseas de tantos cumplidos que le dedico”.

¡ESTÁ EDWARD NORTON!

Para muchos espectadores de hueso colorado, ya es buena razón para ir a ver la película que trabaje Edward Norton. Así de fanáticos tiene entre los amantes del buen cine, la mayoría de los cuales fue testigo privilegiada de la evolución como actor de carácter e incluso de acción hacia un galán que levanta suspiros entre las féminas.

Ganó músculo y presencia y hoy es un intérprete interesante, muy versátil, cuyo rostro peculiar y dulce sonrisa le otorgaron carácter de entrañable entre los cinéfilos.

En Birdman, le toca a Edward Norton encarnar a un actor de teatro muy arrogante y dispuesto a hacerle la vida difícil al protagonista. Decía la semana pasada el español Oscar Jaenada, el elogiado “Cantinflas”, que hacer de actor es tener para un actor medio camino recorrido.

Sin embargo, no le resultará fácil a Norton, nacido el 18 de agosto de 1969 en Boston, asumir la arrogancia como uno de los rasgos típicos de su carácter, porque la verdad es que no parece la típica estrellita hollywoodense caprichosa y voluble, un rubro en el que podríamos aportar innumerables ejemplos.

De ahí, de su proverbial humanidad, sacamos la razón número 1 para amarlo.

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Porque tiene un rostro normal, un cuerpo normal y una sonrisa desarmadora, elementos que le permitieron encarnar a un superhéroe como Hulk; bueno, a  Bruce Banner, es decir el hombre antes de que se le hinche el pecho y se vuelva verde. Luego no llegó a un acuerdo económico con Marvel y Hulk quedó en manos de Mark Ruffalo, un hecho consumado que no terminan de aceptar los fanáticos.

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Una tontería o una genialidad. Usted decide cómo ver la película Moonrise Kingdom, del personal cineasta Wes Anderson. Lo que es cierto es que sólo Bruce Willis le ganó en osadía a nuestro chico al aceptar formar parte de este cine distinto, últimas pinceladas de autor en una pantalla grande dibujada con la mano de la industria.

Con su traje de boy scout y un firme deseo de mantener en orden el campamento de verano del que está a cargo, Edward mostró grandes dotes para la comedia y para tomarse muy en serio la historia absurda que le ha tocado encarnar frente a las cámaras.

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Edward Norton fue novio de la actriz mexicana Salma Hayek, entre 1999 y 2003. Luego de que la actriz obtuviera una candidatura al Oscar por Frida, se separaron argumentando diferencia de caracteres. En silencio –bueno, no tan en silencio- la ex del actor, Courtney Love (sí, la chica Cobain), celebró la ruptura.

Salma y Edward trabajaron juntos en Frida. Él, un hombre de gran inteligencia, le dio un repaso al guión de cabo a rabo, con sugerencias que fueron tomadas muy en cuenta por la mexicana y encarnó además a un joven Nelson Rockefeller.

Dicen las malas lenguas (y las buenas también) que Norton sacó lo mejor de Hayek, le dio contenido a su carrera y la guió noblemente para que eligiera proyectos interesantes. No es poca cosa y por eso también lo amamos.

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Sí, no demos más rodeos. Queríamos llegar a esta razón porque es una de las más poderosas. Aun cuando no logremos ponernos de acuerdo acerca de si el filme de David Fincher es una joya o un fraude, fue en El club de la pelea donde Edward Norton se metió para siempre dentro de nuestro corazón.

Es la voz principal de la película estrenada en 1999, basada en el libro de Chuck Palahniuk y le pega de verdad a Brad Pitt, tanto en las clases de boxeo que tomaron antes del rodaje, como en la escena ferozmente real que quedó para el recuerdo.

Dejó en el camino a Matt Damon y a Sean Penn (bueno, los del casting estaban un poco confundidos o tenían una visión muy amplia acerca de las características que debía poseer el protagonista) y se volvió un actor de culto gracias a este filme.

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La sensación que se tiene con respecto a las capacidades formidables de Edward Norton como actor es que en cada nueva película en la que participa hace un trabajo mejor que el anterior.

Hemos sido testigos de la tremenda evolución que ha timoneado aceptando todos los desafíos posibles, al punto de que cuesta pensar en un rol que él no podría cubrir.

Sin embargo, nobleza obliga recordar que fue bueno desde el principio. Su primera película fue Las dos caras de la verdad (Primal Fear), junto a Richard Gere. Edward tenía 27 años y obtuvo su primera candidatura al Oscar, un premio que todos modos le ha sido retaceado.

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De Edward Norton se saben las cosas que él quiere que se sepan y en ese sentido abona un misterio de otra época, cuando ser un poco reticente ante la opinión pública formaba parte de las cualidades imprescindibles en una estrella de Hollywood.

Esa penumbra que lo acompaña le da un doble brillo a los hechos de los que él da fe en diversas entrevistas, por caso, su amistad real con Matt Damon, en un ambiente donde –dicen- no resultan posibles los vínculos sinceros y duraderos.

Es políglota. Habla francés y japonés y está empeñado en dedicar el tiempo que le quede libre a profundizar en el español y el chino. Es licenciado en Historia por la Universidad de Yale.

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Como en gustos se rompen moldes es probable que exista alguna mujer que haya encontrado sexy al primer Edward Norton, el de la mencionada película Primal Fear. Su aspecto entonces era más bien de nerd y no podía ser considerado entre los galanes de Hollywood más admirados por el sexo opuesto.

Sin embargo, el gimnasio, la madurez, el aumento de la testosterona y sus grandes dotes actorales le dieron pasados los 40 su carné entre los más deseados del planeta, algo que se toma con tranquilidad y sin nada de histeria.

Está felizmente casado con la productora canadiense Shauna Robertson, madre de su primer hijo y a los 45 años muy bien llevados, mantiene intacto su sex appeal.

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La madre de Edward Norton murió de un tumor cerebral y él se acercó mucho a sus abuelos maternos, sobre todo al famoso arquitecto James Rouse (1914-1996), para quien Edward hizo trabajos de campo en la construcción de viviendas sociales en Japón.

A su abuela no le gusta ver cine, ni siquiera en las que aparece su famoso nieto. La única que pasó el filtro fue El ilusionista, un hecho que puso muy feliz al actor.

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Le interesa el beisbol, muere por los gadgets, entre ellos el iPad y desarrolla una amplia labor como activista social. Las causas ecológicas son sus preferidas, aunque junto a su esposa ha fundado en 2010 la Ong  Crowdrise, destinada a recaudar fondos para las causas más variadas.

Norton es músico y productor. Por tanto, no llamó la atención que en 2013 obtuviera el Premio a las Artes de Nueva York, una distinción que compartió con el músico Philip Glass y que coronó el amor que le tiene a una ciudad donde puede ir al cine cuantas veces quiera, sin usar disfraz, porque es Nueva York “y allí a nadie le importa nada”, dijo.

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No podía faltar en esta lista la mención a ese filme espeluznante de 1998 titulado American History X y en la que Edward encarnó a Derek, un neonazi nacido en California que se transforma sustancialmente en la prisión.

A lo Robert de Niro, un actor con el que a menudo es comparado, tuvo que ganar 10 kilos de masa muscular para hacer creíble su personaje, un trabajo que le mereció su segunda postulación al Oscar.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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