Melvin Cantarell Gamboa
18/09/2024 - 12:05 am
Educación y enseñanza de la filosofía (II)
“¿Por qué habríamos de permitir que la escuela condicione a nuestros jóvenes a los requerimientos de los poderes globales iniciándolos en un saber (la filosofía) con múltiples rostros e intereses, cuando pueden protagonizar la transformación de un mundo injusto y desigual?”
“Las preguntas no tienen que ver con los límites de la razón, las preguntas están sujetas a las condiciones reales que hacen posible comprender el mundo con perspectiva y hacerlo accesible a la razón corporal”
M.C.
En México, durante el sexenio de Luis Echeverría empezaron a tomar cuerpo en el sistema de educación media superior lo que el filósofo español Carlo Javier González Serrano (Filosofía de la resistencia. 2024), denomina dispositivos disciplinarios del rendimiento, en realidad, mecanismos emocionales que anulan en los jóvenes la capacidad de pensar y actuar por sí mismos y condicionarlos, sin resistencia, para que se adapten con resignación y mansedumbre intelectual a la cultura del rendimiento; este darwinismo social extremo ha impregnado por décadas nuestro sistema educativo y obedece al afán capitalista de obtener de la fuerza de trabajo más eficiencia, productividad y, por ende, mayores beneficios; en este contexto, las materias de humanidades y sociales resultan superfluas, pues se requiere fundamentalmente de saberes tecno-científico, ejemplo, el dominio de lenguas extranjeras, desarrollo de mayores competencias, dominio de tecnologías digitales de la información y otras, la muletilla más trillada para justificar su implementación es que favorece el crecimiento económico del país; desafortunadamente la aplicación de este modelo, nunca ha servido para favorecer el bienestar de la población menos favorecida. En los hechos, cada punto en el crecimiento del Producto Interno Bruto, concentra más el capital, mientras aumentan las necesidades humanas de las masas.
No es el lugar aquí para discutirlo, pero los factores que definen el contenido educativo de los planes de estudio son dictados por la rentabilidad de los sujetos para el sistema, pues responden a los intereses de la clase dominante y al éxito de la cultura neoliberal. El problema es que los costos sociales los pagan los trabajadores (manuales, intelectuales y campesinos) con: estrés, sensación de fracaso, preocupaciones e indignación, miedo e incertidumbre cuando pierden el empleo. ¿Cómo responde el neoliberalismo a esta condición de los seres humanos? Les recomienda la resiliencia como virtud y les pide que se adapten a la nueva concepción de los mercados, a la estructura de los negocios, pues ellos son los únicos culpables de su situación por su impreparación para ser competitivos. Ahora bien, si el individuo quiere ser competente en el mercado laboral debe cambiar su estado mental para su superación personal y la mejora de su actitud, recurrir a prácticas motivacionales y cursos de superación personal para convertirse en una persona de alto rendimiento; lo principal es no afligirse, este es el punto en que interviene la resiliencia, que es, de todas, las cualidades del sujeto de nuestro tiempo la más adecuada para adaptarse a los tiempos actuales. La resiliencia es un mecanismo psicológico que tiene por función desarrollar en las personas capacidades adaptativas para soportar situaciones adversas con resultados positivos, ejemplo, aceptar la actual correlación de fuerzas sociales, las injusticias y desigualdad sin resistencia, hasta el convencimiento de que solo puedo cambiarme a mi mismos, no al mundo; cuando se asume esta realidad como la única realmente existente, habremos recuperado el equilibrio entre nuestros traumas, fracasos y dificultades y el proyecto de vida personal, que como hemos visto se recupera con resiliencia, a fin de cuentas, “así es el mundo y no podemos cambiarlo” (Ver Diego Fusaro. Odio la resiliencia. 2022).
Esta postura, hace una fatalidad de lo real, pues induce a considerar que lo que sucede en el orden social es un fenómeno natural; por lo que los seres humanos, en especial los jóvenes, no tienen nada por que luchar; idea hija del desencanto moderno y de los relatos de la modernidad que ha hecho que los pueblos dejen de lado la posibilidad de un futuro más justo y menos desigual. El sujeto resiliente, además, es intrínsecamente débil, frágil, líquido, fluido, es más un esclavo que un amo (Fusaro). Esto es lo que no podemos permitir que sean nuestros hijos; de ahí, pues, que la enseñanza de la filosofía en la preparatoria no puede ser ecléctica, es decir, una mezcla de ideas y posturas sin definir.
¿Por qué habríamos de permitir que la escuela condicione a nuestros jóvenes a los requerimientos de los poderes globales iniciándolos en un saber (la filosofía) con múltiples rostros e intereses, cuando pueden protagonizar la transformación de un mundo injusto y desigual?
El neoliberalismo del siglo XXI inauguró una esclavitud sin cadenas; a través de los aparatos ideológicos del capitalismo se obliga a la gente a la práctica de un idiotismo voluntario, que se da cuando las personas solo se ocupan de su bienestar individual, porque han anulado su potencia de pensar y actuar por sí mismo. Entiéndalo bien autoridades educativas y profesores de filosofía, los dispositivos neoliberales de control que hemos analizado más arriba promueven con la resiliencia un neoestoicismo. Estoico es todo aquel que acepta todas las circunstancias de la vida sin desear otra; por eso Epicteto, un filósofo esclavo que fundó en Roma la escuela de filosofía estoica, dejó que su amo le quebrara las piernas por sin resistencia ni queja, aceptó su desgracia porque ese era su destino personal; de ahí que Nietzsche haya considerado al estoicismo un atentado contra el cuerpo y la vida, porque quienes lo practican son capaces de mascar vidrio sin hacer gestos; la actitud de Epicteto define en toda su extensión el estoicismo de hoy, que nos condiciona a soportar adversidades, frustraciones, fracasos, dolor y a sufrir sin oposición, resistencia y sin la respuesta adecuada al daño; esto, gracias a que la ideología capitalista que difunden los medios, la familia, la escuela y las iglesias nos dicen: “soporta, supérate a ti mismo y todo ira bien”.
Por el contrario, pienso como Antonio Gramsci, que la lucha de clases debe incluir la lucha por la hegemonía cultural y lingüística; una manera de hablar y pensar define nuestros programas neuronales que contienen todas nuestras maneras de actuar, comportarnos, reaccionar y enfrentar lo que nos separa de las formas de hablar y pensar de los dominadores. Por esta razón, estamos obligados a desarrollar nuestra propia lengua y cultura; la totalidad de nuestro cuerpo, a fin de cuentas, es lo que define el lugar de nuestra identidad y es el tópico fundamental de nuestro ser.
Y desde mi punto de vista, es el momento de la transvalorización de los valores y la episteme platónica-judeo- cristiana, para superar el capitalismo en todas sus modalidades y sus saberes con estirpe idealista, trascendentalista y metafísica de las filosofías que brotaron de su tronco y recuperar el vitalismo existencial, inmanente, nominalista, espiritualista y materialista para quienes solo existe y cuenta lo real, lo sensible, la naturaleza, lo social, el hombre que mide y su cuerpo, sin Dios y sin amo. La introducción de nuevas maneras y programas de filosofía en la preparatoria, si son los adecuados, podrán crear en nuestros jóvenes inéditas formas de ver y enfrentar su realidad, de inventar sus propias maneras de hablar y de hacerlo de abajo hacia arriba y no de arriba abajo como se acostumbra en el sistema educativo tradicional, cambio que urge porque el mundo pide ser tratado de otra manera. Hay que terminar con el desdén hacia la sabiduría popular, de considerarla vacía de verdadero saber; por lo contrario, su materialismo práctico apegado a la vida cuando florece hace declinar las ideas dominantes extraídas de la razón teórica; por eso la filosofía que más rechaza el poder es el materialismo. En las actuales condiciones, una vida sin reflexión porque se ha anulado nuestra potencia de pensar y actuar, jamás podrá cuestionar el estado de cosas y estará condenada a soportar la precariedad, la injusticias, la inseguridad y la incertidumbre, pues centrada en su mismidad ignora la presencia del otro y habitará un mundo desconectado ya que abrumado por la exigencia de eficiencia, eficacia y productividad deja sin rebeldía de ningún tipo que los dispositivos emocionales del poder disciplinario se apropien de su vida.
Estos dispositivos evitan cuestionar la raíz social de la dolencias contemporáneas y pueden incluso hacer creer que el dolor y los fracasos son oportunidades de crecimiento; les a bastado para esto que el sujeto se vea así mismo como un capital libre en busca de explotación y exhibir con gusto su rol pasivo; por eso hay que limpiar el sistema educativo y romper el vínculo de dependencia entre la sociedad y los intelectuales integrados (incluso con muchos maestros) que son productos adulterados de un sistema miserable.
Cuando lo colectivo se traslada a lo individual, podemos sentirnos bien, aunque el mundo perezca, por eso la sabiduría que recomiendo para una sociedad en crisis no puede reducirse al conocer, sino resistir y eliminar de nuestras vidas la apatía dominante, para habitar nuestro cuerpo y pensar críticamente nuestro hacer. Para eso, no necesitamos filosofías con ideales extraídos de la razón pura y principios trascendentales, pues no se trata en la escuela de adoctrinar a niños y jóvenes en esas filosofías, hay que enseñarlos a pensar, reflexionar, a entender su entorno, a comprender su lugar en el todo social, mostrarles que las circunstancias pueden modificarse y que nada puede hacerse sin organizar la resistencia ante un sistema despreciable y sin combatir la maldad en todas sus formas construyendo algo que la filosofía no hace: alimentar la pasión por la sabiduría de vida que nos capacite para desarrollar una conciencia capaz de enfrentar y dar solución a problemas vitales por complejos que parezcan. Esto requiere, no hay que perderlo de vista lentitud de pensamiento, reflexión y avanzar de uno en uno a fin de construirnos un estilo propio de enfrentar lo realmente existente.
Este es mi último artículo, agradezco a mis pocos lectores que me hayan seguido y doy gracias infinitas a Alejandro Páez Varela y a Sin Embargo por abrirme sus páginas y la generosidad de aceptar mis ideas sin irrupciones y con entera libertad. Mi gratitud.
P.D. Quedaron muchas cosas que decir sobre asuntos vitales para nuestra vida nacional. Para el que desee ampliar su información sobre el tema educativo pongo a su disposición los siguientes apuntes:
1.En México, en la década de los setenta del siglo pasado, por primera vez un tecnócrata el ingeniero Víctor Bravo Ahuja, exrector de Tecnológico de Monterey, fue designado Secretario de Educación Pública, quien estableció una relación directa entre la escuela y el sistema productivo, se educaba, para ser más eficientes a la hora de ingresar al sistema productivo; se formateaba el cuerpo de los educandos para disciplinarlo, no para el crecimiento personal, sino para ser más competente, más eficiente, eficaz y competitivo. A partir del sexenio de Salinas de Gortari, el proyecto, que ya había echado raíces, se impuso, sin ningún pudor, como cultura hegemónica. Esta visión tecnocrática de la enseñanza, hizo creer a la población que era el mejor camino para el éxito profesional de la juventud y para el crecimiento del país, pues la tecnología es “neutral” y benéfica para todos, cuando es obvio que desactiva a los sujetos en términos sociales y cívicos, ya que hace creer a los individuos que vale más la pena ser adaptativo que contestatario, puesto que la felicidad está en el bienestar personal, no en la vida comunitaria.
2.El proyecto educativo actual, se diga lo que se diga, tiene por su formato, una función adaptativa antirrevolucionaria, pues no ofrece ninguna salida práctica y realizable a la asimetrías e injusticias sociales, pues se han obviado muchas cosa que es necesario cambiar, se trata de cambiar el mundo, no de cambiarse a sí mismo con nuevos nombres al contenido de la enseñanza tradicional, pues, en última instancia se plantea que el sujeto se adapte al objeto, no de enseñar a los individuos a revolucionar una realidad socio-económica insostenible, no a que se adapte a la fatalidad de la una realidad inaceptable.
3.Antes de abordar la enseñanza de la filosofía es importante aclarar que ésta no constituye un bloque de conocimientos unificado al que se van agregando nuevos descubrimientos, es decir, no hay en ella un progreso acumulativo de saberes, sino multitud de filosofías; Filosofía es un término genérico para designar escuelas, sistemas y filosofías personales. Hay tantas filosofías como filósofos y también tantos partidarios como adversarios de esas filosofías.
4.Tradicionalmente estas diferencias se expresan en opuestos: materialismo-idealismo, empirismo-racionalismo, trascendentalismo-inmanentismo, empirismo-racionalismo, objetivismo- subjetivismo, etc. Aquí planteo otro tipo de oposición, hago una personal diferencia entre aquellas filosofías que nunca inquietaron a nadie y las que son capaces de modificar las consciencias, pues por su condición y manera de vivirlas obligan a un tipo de autorreflexión capaz de eliminar obstáculos mentales (superstición, error, ignorancia, creer en el saber de los poderosos, etc., monstruos con poderes reales) que evitan la formación de un pensar serio, autónomo e independiente.
5.De hecho, la filosofía perdió vitalidad, cuando abandonó su carácter formativo y el sentido del lugar que corresponde a la felicidad humana para desplazarse hacia la especulación metafísica, la teología, la razón razonadora, que no razonante, para desembocar en el “arte de crear, formar y fabricar conceptos (Deleuze); ahora los filósofos están más preocupados por la originalidad que otorga poder ver el mundo e interpretarlo con lenguaje propio que por construir una filosofía de vida para tiempos de crisis, que creo es el imperativo del momento.
6.Hoy la filosofía, el mundo y los seres humanos sufren una crisis existencial profunda que llama a la modificación estructural de las consciencias, a las que es urgente conferirles una constitución a la medida de los problemas del momento; sus efectos más graves se manifiestan en el sentimiento de indefensión, desprotección, inseguridad e incertidumbre, en que vive la mayor parte de la humanidad como consecuencia de la desigualdad. Las diferencias abismales que existe entre los pueblos y entre los muy ricos y los pobres ha conducido a una crisis vital, que si no se enfrenta de manera novedosa conducirá a una quiebra en el tiempo de todo lo que hasta hoy hemos conquistado y espiritualmente amado y que la práctica de una vida filosófica puede ayudar a salvar.
7.En este sentido, pienso, que una adecuada iniciación en la preparatoria, a la filosofía de vida que requerimos, podría abrir nuevos caminos para reencausar los propósitos y significado de la vida. El método utilizado, hasta antes de su desaparición reveló que los egresados de la educación básica nunca tomaron en serio la materia y la consideraron tediosa e inútil, pues les transmitieron discursos vacíos que no llamaban la atención o, en el mejor de los casos, fueron palabras que nunca llegaron a interesarlos en el amor a la sabiduría.
8.La farsa que los profesores hicieron pasar por filosofía se limitó a seguir programas elaborados por burócratas, que no filósofos, y jamás se preocuparon por rescatar por su cuenta, entre otras, la vida ejemplar y las aportaciones de muchos sabios marginales no incluidos en el plan de estudios, que filosofaron mediante sus acciones con un existencialismo vital, como Diógenes de Sinope, que vivió acorde con su manera de pensar, que en cada uno de sus actos había un fundamento digno de reflexión, pues durante su existencia siempre dio lugar a experiencias sapienciales, sin proponerse nunca ideales inalcanzables y sin recurrir a filosofías o sistemas construidos sobre grandes temas como: Dios, universo, cuerpo, espíritu, nada, bueno, bello, etc., substantivos solo para pensadores perdidos entre las nubes por sus ensoñación excesiva.
9.En la preparatoria nunca se inició a nadie en el la vida filosófica, se hizo un selectivo recorrido, no recomendable, sobre historia de la filosofía, que glosadores y exegetas de teorías, por lo regular metafísica, que nunca entendieron pero que intentaron hacer pasar por una sabiduría que les es ajena.
10.En filosofía es muy fácil engañarse o engañar, como lo evidencia la siguiente anécdota: A Alfred Whitehead, en una conferencia se le ocurrió hacer a sus escuchas una broma que muchos terminaron creyendo: afirmó que toda la filosofía occidental era una sucesión de notas al pie de página de las obras de Platón; entre los que lo tomaron en serio está José Ortega y Gasset que difundió la difundió la ocurrencia como si fuera una verdad indiscutible ¿Qué lo hizo posible? Porque los Diálogos de Platón son una lectura obligada en todo programa de filosofía. Bien ¿Qué son los Diálogos de Platón? Escritos filosóficos redactados en forma teatral y dramática en los que intervienen personajes literarios, más que históricos e incapaces de desarrollar acciones que conmuevan las emociones humanas, en realidad, se trata solo de pensamientos y reflexiones de carácter intelectual; de ahí que Diógenes de Sinope, el cínico, haya dicho de la obra de Platón: “Que puede ofrecernos un hombre que ha dedicado toda su vida a filosofar sin haber inquietado nunca a nadie”; es más, su personaje por principal, Sócrates, que pasa por ser el ideal de sabiduría humana y el filósofo por excelencia no es más que el padre de la filosofía teórica y de una moral que sobrevalora la razón y reprime las pasiones, evitando de esta manera los sentimientos vitales; Platón, como buen representante de la clase dominante (en su caso de la alta nobleza ateniense) que todo lo divide para justificar su dominio sobre los otros, hizo de su filosofía una concepción dualista del mundo, situó la realidad en la trascendencia, en el “topus uranus”, o mundo de las ideas, al que solo puede accederse mediante la razón, en contra parte, el mundo sensible, este en el que vivimos, es perecedero y cambiante, por lo que no podemos, a través de él conocer la verdad; de ahí que para Platón, la verdad radica en el primero, al segundo solo es real en la medida que participa del mundo ideal del filósofo; una teoría esquizoide propia de todo idealismo. Muchos otros filósofos siguieron este camino priorizaron las ideas y la razón sobre lo material: Fichte hizo de la filosofía alemana de corte idealista una teoría conservadora y excluyente; Kant, en nombre de la razón, llamó a romper los tutelajes invitando a los sujetos a pensar por sí mismos, para terminar pidiéndoles que obedecieran; Hegel considero que la filosofía se consuma en la razón absoluta que se realiza plenamente en el Estado alemán y, por tanto en la persona del Reich; Heidegger, el filósofo del ser, aplaudió la violencia nazi (“Todo lo grande existe en la tempestad”), a cambio de la Rectoría de la Universidad de Friburgo, vio en el nazismo un regreso a los orígenes y a la grandeza alemana. Y así por el estilo. En los hechos, no hay una filosofía que enseñar, sino un campo de batalla de opiniones en que ningún bando puede pretender que ese saber le pertenece sólo a él; no hay un portador de la sabiduría filosófica, sino una gran cantidad de escuelas y sistemas con fracciones, corrientes y vanguardias. En consecuencia, recorrer la historiografía de la filosofía, no puede ser un discurso educador, no hay una Filosofía, sino muchas y muchas de ellas encubren intereses de clase o deseos de hegemonía de determinada cultura.
11.Lo anterior nos dice que no es fácil una enseñanza de la filosofía con efectos existenciales y sociales capaces de cambiar la vida de los futuros ciudadanos de este país ha de sustentarse en la libertad y autonomía de la juventud para pensar y comprender su mundo, su época y los problemas actuales y actuar en consecuencia para modificar su circunstancia; el educador, pues, ha de ser parte importante de la cadena de transmisión para el desarrollo de un pensamiento práctico capaz de contribuir al bien común e inclinado a establecer relaciones armónicas con la naturaleza, la sociedad y con su entorno.
13. Los seres humanos pensamos y actuamos a partir de una cultura, somos tan inteligentes como rico es el entorno y la comprensión de lo que nos rodea; en este proceso de apropiación del mundo, la influencia más poderosa es la que recibimos a través de la educación y la calidad, contenido y sentido que demos al crecimiento intelectual y vital que guíe el desarrollo de niños y adolescente.
14. Entonces, si educar es producir personas inteligentes es necesario inventar herramientas mentales y conductuales especialmente diseñados para realizar un proyecto individual de persona y un ciudadano solidario y cooperativo con su entorno y con sus iguales; para que, de esta manera eleve una posible existencia trivial a una vida mejor, más armónica y justa; lo que es posible, porque somos sociales por naturaleza y dependemos de la colaboración comunitaria. Obvio, antes hay que aprender a ser una comunidad, pero ese es otro problema. Sin embargo, en este contexto, si aceptamos que la educación tiene por objeto la formación de un tipo ideal de ciudadano, entones, toda educación es ideológica ¿Cómo evadir esta trampa? El cómo para la iniciación de los escolares de todos los niveles en la vida filosófica sin inculcar dogmas, doctrinas ni ideologías. En la siguiente entrega nos ocuparemos de la ética y los valores.
15. En este ámbito, corresponde a la filosofía la responsabilidad de aportar los instrumentos fundamentales: el uso del intelecto y su orientación hacía cosas prácticas, enseñando a ver, a dirigir la mirada hacia aquellas cosas que tienen realidad empírica o forman parte de nuestra cotidianeidad, enseñar a pensar, a leer, escribir, a expresarse, saber argumentar y a reflexionar; sin perder de vista que la filosofía tiene por objeto la experiencia y sus posibilidades, el ámbito de sus preocupaciones, los contenidos esenciales de la cosas, su forma y su materia y sus elementos externos e internos, ya que la filosofía no se aprende de los textos o de algún gurú, solo se enseña a filosofar para llevar una vida filosófica, ejemplo, acompañar la transmisión del saber con ejercicios que desarrollen una inteligencia dirigida a la acción que incluya conducta, sentimientos y emociones convivenciales con la intención de elevarlo más allá de los instintos y, mediante operaciones neuronales de carácter lúdico, adiestrar éticamente su inconsciente (hasta los 13 años el sistema nervioso infantil tiene una enorme plasticidad) sin tener que inculcarle pensamientos nefastos u ominosos, es decir, creencias, fe, religiones, ideologías, valores y convicciones en muchas ocasiones irracionales. Constituye un alto riesgo elaborar programas escolares, no es actualizar materias, reformar, sumas o cambiar materias debido a que, como muy bien lo dice Ana Barzone (Niños prescindibles), cualquiera que sea la programación de un proyecto educativo, puede descarrilar el talento y la inteligencia infantil porque el cerebro humano en ese periodo muestra pues lúdicamente el comportamiento del niño o del joven con actividades que hagan de su vivir un arte capaz de elevarlo por encima de sus instintos naturales y de los malos hábitos adquiridos por un modo de existencia pasivo a otro modo de actividad con sentido liberador y formativo que solo se consigue mediante la práctica de ejercicios capaces de someter la coacción externa a la propia voluntad; proceso de transformación que requiere de herramientas y un mentor suficientemente capaz de dar sentido a esta tarea.
16. Los elementos formativos para lograr estos fines educativos concretos no se hayan en un libro especifico de filosofía ni los alumnos pueden de manera espontánea crear sus propios instrumentos, pues no son producto que estén implantados en el ser, sino resultado de una larga historia de la creatividad del espíritu humano y de la totalidad psíquica del individuo (lo psíquico engloba el pensamiento, la imaginación, la sensibilidad y la voluntad) que comprende la metamorfosis de uno mismo y una iniciación a la sabiduría con valor existencial; pues vivir filosóficamente, que debiera ser nuestra elección moral, solo se adquiere cuando se nos prepara vivir de manera justa y actuar rectamente durante nuestro estar en el mundo. El mero discurso filosófico no es filosofía ni se identifica con la vida filosófica; esta, como lo explicamos, es un modo de vida, un arte de vivir y una manera de ser.
17. ¿Están nuestros profesores de filosofía capacitados cumplir este desafío? Desafortunadamente, la mayoría jamás paso por una escuela de filosofía, son abogados, economistas, sociólogos, politólogos y de otras profesiones afines que reducen su docencia difundir la historiografía de la filosofía; de ahí que para referirse a este tipo de profesores dijo Wittgenstein: “El profesor de filosofía es un peligro, con él, su discípulo corre el riesgo de perdición intelectual y moral…En cierto sentido no hay servidumbre más intolerable que la que obliga a un hombre a tener como profesión una opinión en casos en los que no forzosamente posee la más mínima calidad para ello” (la cita la encontré en unos apuntes personales, pero no pude encontrar la fuente exacta, discúlpenme). Lo que Wittgenstein pone en tela de juicio no es en absoluto la improvisación de profesores de filosofía, sino el precio personal que el alumno tiene que pagar: no tener ni idea de lo que la vida filosófica puede ofrecerle para que por sí mismo piense y decida qué hacer con su existencia.
18. De hecho, ni leer ni comentar las diferentes doctrinas filosóficas permiten a alguien ser mejor; por tal razón no podemos llamar maestro de filosofía a los profesores que el sistema educativo sienta en una cátedra y lo que dicen no coincide con su manera de vivir ni practican lo que dicen enseñar.
19. La tarea del profesor de filosofía es formativa ¿Qué es formar? Un proceso que se desarrolla solo en el aula, incluye también la historia de cada día del escolar, las costumbres que definen su persona, sus influencias y su capacidad de adaptación al lugar donde el educador ha de jugar el papel más importante en el destino de su discípulo y como abordar esta formación: técnicas, programas, procesos pedagógicos y psicagógicos que han de utilizarse en adelante. Dice Nietzsche en su texto Schopenhauer, educador, “Tus verdaderos educadores, tus verdaderos formadores te revelan lo que es tu verdadera esencia, el verdadero núcleo de tu ser, algo que no puede obtenerse ni por educación ni por disciplina, algo que es, en todo caso, un acceso difícil, disimulado y paralizado, pues el objetivo primordial es llegar a ser lo que se quiere ser para alcanzar una naturaleza superior, un talento y conquistar un espíritu libre”.
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