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Sanjuana Martínez

01/01/2018 - 12:02 am

Año nuevo, México en resistencia 2018

Al hacer balance del 2017 podemos rescatar lo bueno y lo malo; pero sobretodo, este inicio de año significa una oportunidad para formular nuestros propósitos del 2018, el año de la resistencia para México. Y me refiero a la resistencia civil pacífica, un concepto que viví al cubrir la campaña de Manuel J. Clouthier “Maquío” […]

¿Qué nos espera a los mexicanos el 2 de julio, el día después de la elección? No sabemos, pero evidentemente el partido en el poder no quiere dejar la Silla del Águila. Foto: Especial

Al hacer balance del 2017 podemos rescatar lo bueno y lo malo; pero sobretodo, este inicio de año significa una oportunidad para formular nuestros propósitos del 2018, el año de la resistencia para México.

Y me refiero a la resistencia civil pacífica, un concepto que viví al cubrir la campaña de Manuel J. Clouthier “Maquío” candidato del Partido Acción Nacional (PAN) a la presidencia. Las elecciones de 1988 fueron un gran aprendizaje. Fui testigo directo del despertar de las conciencias. Fue una campaña electoral llena de sobresaltos, pero también de emociones. Los mexicanos estaban decididos a sacar de Los Pinos al partido hegemónico que nos había gobernado durante 60 años. El hartazgo por los escándalos de corrupción era insostenible y la gente iba por un cambio.

Fue una campaña compleja, pero con candidatos de oposición de altura. Con el gran Maquío, contendieron por la presidencia de la República, Cuauhtémoc Cárdenas, postulado primero por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y después por la coalición de partidos de izquierdas con el Partido Mexicano Socialista (PMS) cuyo candidato, otro grande, Heberto Castillo, declinó a favor de Cárdenas para no debilitar el llamado Frente Democrático Nacional (FDN) que finalmente postuló al hijo del general Lázaro Cárdenas del Río. Contendía además doña Rosario Ibarra de Piedra, la extraordinaria luchadora social a favor de los desaparecidos y Carlos Salinas de Gortari por el PRI. Se registró una votación importante y final ya lo conocemos con la famosa “caída del sistema” anunciada por el secretario de Gobernación, el actual senador Manuel Barlett, bajo el mando del entonces presidente, Miguel de la Madrid Hurtado.

La historia reciente de México se divide en fraudes electorales. Como periodista y ciudadana, durante las tres últimas décadas, he sido testigo del robo de urnas por el ejército mexicano, he visto la operación carrusel de votantes con credenciales falsas, he fotografiado urnas llenas de boletas apócrifas, he analizado los padrones electorales inflados, he visto la alteración de las actas finales y he vivido todo tipo de marrullerías, las últimas, más sofisticadas, pero igualmente letales para dinamitar la voluntad popular y la democracia. Lamentable, pero es la realidad.
Cumpliré 55 años en 2018 y nunca he vivido unas elecciones limpias. Llevo más de 30 años votando y siento que no han respetado mi voto. No he disfrutado debidamente de esa fiesta democrática de la que hablaban mis padres cada vez que iban a votar para incentivar nuestra conciencia cívica. Y no conozco lo que significa la llamada “transición política” que nos prometieron cuando finalmente ganó el PAN la presidencia con Vicente Fox y luego con Felipe Calderón.

A pesar de todo lo anterior, nunca, nunca he dejado de luchar por un cambio. Y por el contrario, he votado cada vez con mayor ilusión. Las últimas veces, muy emocionada, porque mis dos pequeños hijos me acompañaron hasta la urna, me ayudaron a tachar la opción electoral y juntos depositamos el voto. Juntos fuimos a ver los resultados publicados en la casilla del barrio, juntos reímos y me vieron llorar cuando la sombra del fraude electoral aparecía otra vez.
Este 1º de julio de 2018, planeó nuevamente votar. Lo haré otra vez junto a mis hijos, ahora adolescentes y ya con plena conciencia del significado de este festín democrático. Esta vez, iremos a nuestra cita con mucha más esperanza, optimismo y con un montón de anhelos en la mano que me acompañarán cuando cruce la boleta por el cambio. No me rindo, ni me rendiré. Seguiré ejerciendo mi derecho, cumpliendo mi obligación de votar, seguiré buscando de la mejor manera posible, un cambio para México.

¿Qué nos espera a los mexicanos el 2 de julio, el día después de la elección? No sabemos, pero evidentemente el partido en el poder no quiere dejar la Silla del Águila. Ese partido, junto a sus partidos aliados y satélites aglutinados en frentes, harán todo lo posible por no perder sus privilegios, serán capaces de cualquier tipo de trampas para sostener su nivel de vida a base de la corrupción que tienen hundido al país.

Pero el respeto al voto no solo dependerá del estado mexicano y de sus maltrechas y endémicamente tramposas instituciones electorales. El respeto al voto que emitamos cada uno de los mexicanos deberá ser exigido por cada uno de los votantes. Nadie protegerá mejor nuestro voto que nosotros mismos. Nadie vigilará el conteo mejor que los representantes de casilla y los ciudadanos que ese día se den a la tarea de recopilar, consignar y divulgar por todos los medios posibles, las incidencias.

Necesitamos defender el voto, nuestros votos. Evitar que nos los roben, que los manipulen en las cifras, que abulten el padrón. Nuestra responsabilidad no termina al depositarlos en la urna. Tenemos que buscar ser testigos de qué hacen con esos votos. Hacer fotos, video grabar las trampas. Esperar a que los cuenten, consignar los resultados para evitar sean manipulados en las actas finales.
Tenemos que comprometernos a defender el voto como lo hicieron en su tiempo los abanderados de la oposición en las elecciones de 1988. Encabezados por Maquío, Cárdenas y Doña Rosario, llegaron dos días antes de la elección a la Secretaría de Gobernación para entregarle a Manuel Bartlett, un documento de exigencia de respeto al voto. El texto fue titulado “Llamado a la legalidad” y surgió luego de haber detectado la pretensión del régimen de cometer nuevamente fraude.

Maquío empezó entonces la resistencia civil pacífica. Fue y se plantó frente al Palacio de Bellas Artes ante Miguel de la Madrid exigiendo el respeto a la legalidad y permaneció ahí valientemente a pesar de que los elementos del Estado Mayor Presidencial y otros uniformados, lo encañonaron cortando cartucho. Aún lo recuerdo con aquel letrero tapando su boca: “Qué hable México”. Sus hijos Tatiana, Rebeca y Manuel, siguen su ejemplo de lucha por la democracia.

Lo mismo hizo Andrés Manuel López Obrador en el plantón de Reforma y del Zócalo tras el fraude electoral del 2006 con su “presidencia legítima”. Y lo volvió hacer el 31 de agosto de 2012 cuando rechazó el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por el fraude electoral de las tarjetas de regalo Monex y Soriana que llevó a Enrique Peña Nieto al poder. ¿Fueron ellos malos perdedores, locos, mesiánicos, necios, enfermos de poder o simplemente fueron unos mexicanos dignos de admiración porque defendieron los votos, la voluntad popular?

2018 será el año de la resistencia civil para México. Empecemos a defender nuestro voto participando activamente en la preparación electoral de estos primeros seis meses, denunciando las burdas maniobras del poder, combatiendo la guerra sucia, haciendo ciudadanía en nuestro barrio, en nuestro entorno. No dejemos que nos roben otra vez la elección. Luchemos con las armas de la razón y la legalidad. Seamos inasequibles al desaliento. Celebremos la fiesta de la democracia. ¡Resistamos!

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Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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