La justicia tiene valor y libera

27/08/2016 - 12:00 am
Somos testigos de tantas injusticias a diario, miramos ya con tan poco azoramiento cuando salen libres o con penas ligeras los asesinos de inocentes, que creemos en la justicia como en una derrota de antemano. Foto: EFE
Somos testigos de tantas injusticias a diario, miramos ya con tan poco azoramiento cuando salen libres o con penas ligeras los asesinos de inocentes, que creemos en la justicia como en una derrota de antemano. Foto: EFE

El ejercicio de la justicia en el mundo contemporáneo resulta una utopía. Es normal escuchar que cuando nos vemos sometidos a un delito, a un abuso, descartemos de plano la denuncia ante las autoridades. Percibimos y prácticamente estamos convencidos de que de nada servirá y, por el contrario, nos envolverá macabramente en una dificultad mayor.

En esta manera de estar en el mundo que tan agudamente ha definido el sociólogo francés Gilles Lipovetsky como “la ligereza”, solemos además hacer la vista gorda frente a los problemas ajenos, tratando de mirar hacia otro lado cuando no es con nosotros directamente.

Sin embargo, como bien dice también el autor de La era del vacío, hay valores morales esenciales que no pueden ser pasados por el tamiz de lo liviano, de lo indiferente.

Y entre esos valores el de la justicia es sin duda un bien mayor, un elemento insustituible para la convivencia humana y el pilar en que debe sostenerse toda vida en comunidad.

Somos testigos de tantas injusticias a diario, miramos ya con tan poco azoramiento cuando salen libres o con penas ligeras los asesinos de inocentes, que creemos en la justicia como en una derrota de antemano.

Un ministro es asesinado en Bolivia por los mineros en protesta con los que deseaba dialogar para encontrar soluciones al conflicto que protagonizan con el Gobierno de Evo Morales. Un deportista de alto rendimiento mata a su novia de cuatro disparos en Sudáfrica. Cuando llega a juicio dice que la confundió con un ladrón y recibe sólo seis años de prisión.

Todos sabemos que OJ Simpson mató a su ex esposa y al amante de ésta. Sin embargo, la justicia lo absolvió en el juicio penal por los asesinatos y aunque lo declaró culpable en un posterior juicio civil, el famoso ex deportista nunca vio conmocionada su existencia por las vidas que quitó.

Así las cosas, la justicia parece ser ese sueño guajiro de algunos pocos aficionados a ilusionarse con lo imposible. Sin embargo, la justicia es el agua moral y es la base de nuestra subsistencia como especie.

Esta semana, en Argentina, el ex jerarca de la última Dictadura Militar Luciano Benjamín Menéndez y otros 27 ex represores fueron condenados a prisión perpetua en un histórico fallo judicial por los crímenes de lesa humanidad perpetrados en dos campos clandestinos de detención y tortura.

Un tribunal de Córdoba, donde se encontraban los campos conocidos como “La Perla” y “La Ribera”, condenó a otros diez acusados a penas de entre dos años y medio a 21 años de cárcel, al tiempo que absolvió a cinco.

Varios miles de personas siguieron la lectura del fallo en las calles alrededor del tribunal y celebraron las condenas a los ex represores, a 40 años de sucedidos los hechos que quebrantaron los destinos de cientos de familias en Argentina.

Los testimonios de los sobrevivientes narran torturas y vejámenes indecibles, entre ellos el robo de bebés a quienes se les fue negada su verdadera identidad y por cuya recuperación pelea la organización Abuelas de Plaza de Mayo.

El juicio por la denominada “megacausa La Perla” duró casi cuatro años y contó con los testimonios de cerca de 600 personas. Comenzó el 4 de diciembre de 2012 e investigó los crímenes cometidos entre 1975 y 1978, acumuló 20 expedientes con 43 imputados y 716 víctimas, de las cuales 279 están desaparecidas; y sólo en 71 casos de asesinatos fueron recuperados e identificados los restos.

En el libro Diálogos sobre la reparación. Qué reparar en el caso de violaciones a los derechos humanos, publicado por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, el experto Carlos Martín Beristain recopila textos tendientes a analizar qué se busca cuando se pide justicia en estos casos.

“Con frecuencia, las demandas de los casos constituyen para las víctimas la última esperanza de que sus experiencias sean escuchadas, de que los hechos sean investigados y de que sus demandas sean tenidas en cuenta, incluyendo la determinación de la responsabilidad del Estado en las violaciones sufridas. Tales demandas también permiten que se pongan en marcha medidas de reparación de variada índole, que pueden ir desde el reconocimiento público de la responsabilidad por los hechos o la indemnización por los daños causados, hasta la investigación y sanción a los responsables o la búsqueda de los restos de las personas desaparecidas; desde las medidas de salud o educación, hasta la adopción de garantías de no repetición”, explica Beristain en la introducción a su valioso libro.

El caso de Argentina en relación al tenebroso campo de concentración “La Perla” muestra entre otras cosas que cuando se trata de buscar justicia, los ciudadanos no debemos ni podemos bajar los brazos.

Fueron 40 años de espera y el resultado: los asesinos, a la cárcel. La justicia no revive a nuestros muertos, pero repara, dignifica y libera. Nos permite ser humanos y no bestias, con perdón de las bestias.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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