Parcial y subjetivo | Al norte de la frontera

01/03/2013 - 12:00 am

Frente a Estados Unidos pueden encontrarse, con mucha facilidad, opiniones que abarcan un amplio espectro. Es sencillo toparse con defensores a ultranza, de los que hablan en torno a la prosperidad de ese país como un modelo a seguir, sin encontrar ningún tipo de contrapeso que los vuelva criticables. En contraparte, un enorme grupo de detractores basan sus opiniones en el imperialismo a ultranza, en el manejo del mercado, en la idea de la nueva colonización. Entre ambas posturas, grupos que van de lo aspiracional a la indignación. No por nada millones de compatriotas han arriesgado todo con tal de cruzar al otro lado. No por nada hay quien se entristece día con día al enterarse de las historias que padecen los migrantes.

Al margen de análisis sociopolíticos, lo cierto es que la influencia del país del norte es notoria. Casi en todos los campos. Sin embargo, en la literatura el fenómeno es diferente. En primer lugar, somos víctimas de sus grandes apuestas editoriales, de sus best sellers. Llegan a nuestras librerías sin aviso, asumiendo (con algo de razón) que replicarán el éxito obtenido allende la frontera). Si uno logra sacudirse la distracción impuesta por el mercado aparecerán otros autores. Mucho más dignos de atención y de estudio. En ellos se podrá notar una poética muy diferente a la latinoamericana. Quizá porque se escribe desde circunstancias diferentes. Tal vez porque su industria editorial es fuerte, rentable y se atreve a apostar más que la nuestra.

El caso es que resulta sencillo toparse con muchos autores de gran nivel que, además, son muy diferentes entre sí pero es posible abarcar dentro del panorama de lo norteamericano. Porque su boyante industria editorial tiene un problema: no suele adoptar a demasiados autores extranjeros. Así que, en alguna medida, es endogámica.

El listado de hoy incluye a cinco grandes autores estadounidenses. Como siempre, parto de mis preferencias, de lo que busco en las librerías. Intenté variar para ofrecer alternativas aunque, sin duda, me quedaré demasiado corto: son demasiados los autores que vienen del norte.

La hija del sepulturero

Es una de las autoras más prolíficas que existen. Sin embargo, no cae en la categoría de quienes escriben a destajo, ofreciendo malos libros. Al contrario, sus novelas y cuentos suelen tener una intensidad notable. Es sencillo encontrar en ellos factores comunes que, seguramente, están relacionados con sus propias obsesiones. Así, toparse con temas relativos a la violencia y con una fuerte crítica social es algo predecible. Pero eso no enturbia la lectura. Si acaso, permite estar preparado para ella. Sucede que Joyce Carol Oates es una autora que sabe del poder de las palabras. Tan es así que el estremecimiento es una respuesta inmediata cuando uno se enfrenta a sus libros. Ella consigue escenas poderosas y, al mismo tiempo, cargadas de un dolor profundo, casi ancestral.

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Brooklin Follies

Es, quizá, el autor estadounidense que ha conseguido el difícil estatus de ser considerado un autor culto y de culto al mismo tiempo. Y cualquiera de las consideraciones puede ser defendida sin mucha dificultad. Paul Auster ha conseguido llevar su literatura a niveles de popularidad notables al tiempo en que se preocupa por hacer novelas complejas, dignas de un autor marginal. Desentrañar el misterio que permite esta hazaña ya no resulta tan sencillo. Sin embargo, llaman la atención sus propuestas narrativas. Aunque muchas de ellas están cargadas de Nueva York, también es común toparse con experimentos, con libros metatextuales, con el propio Auster como personaje. Así, se ha vuelto un autor alejado de las fórmulas lo que, a la larga, legitima aún más a su creciente número de lectores.

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La carretera

Podría ser considerado como un autor de otra época. Pese a su fama, huye de las entrevistas y de las presentaciones públicas. Más aún, gran parte de su juventud la dedicó a viajar y se relacionó poco con las personas de su oficio. Hoy en día sigue siendo difícil dar con él o sumarlo a algún grupo de escritores pese a que a la crítica le gusta detentarlo entre los mejores de su generación. Pero no es la popularidad personal la que hace grandes autores. Cormac McCarthy lo es. Quizá ese alejamiento le ha permitido ver al mundo con una óptica distinta. La misma con la que hace ver a sus personajes, la misma que lo lleva al momento posterior del Apocalipsis, la misma que le hace ver la importancia del viaje y no el destino. Leer a McCarthy es abrir una puerta al desasosiego.

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Instrumentos de la noche

Las novelas de misterio suelen estar devaluadas. Como otros tantos subgéneros, se les castiga por el simple hecho de pertenecer a éstos. Sin embargo, es posible encontrar a grandes autores dentro de casi cualquier categoría. Thomas H. Cook es uno de ellos. Especialista en el misterio, sabe construir tramas con la precisión del relojero. No sólo eso. También suele habitarlas con personajes atormentados, que deben llevar a cuestas las consecuencias del misterio que están por desentrañar. La mayoría de las veces el lector no puede predecir el final de la novela en turno. Si lo hiciere, poco importaría. Porque más allá del simple misterio, el autor es capaz de trasladarnos a un paraje donde enfrentar a nuestros propios demonios.

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Pastoral americana

Una de las funciones de la literatura es servir como referencia en tanto es capaz de retratar una época. Lograrlo no es sencillo. Se parte de unos cuantos personajes y otras tantas anécdotas para abarcar un todo indefinido, extenso. Philip Roth se ha acercado mucho a conseguirlo. Es, sin duda, uno de los autores vivos más premiados y con razón. A partir de sus novelas ha conseguido retratar a la sociedad estadounidense del último medio siglo. Para lograrlo, hizo uso de recursos por demás variados. Entre ellos destaca Nathan Zuckerman, su alter ego y personaje de varias de sus novelas. Es de la mano de este recurso que consigue explorar la forma en que los judíos se han abierto camino en el mundo norteamericano. Lo consigue a través de una prosa extensa y envolvente. De ésas que parecen ser suficientes para narrar cualquier cosa.

Es evidente: dentro de una de las más prolíficas industrias editoriales deben encontrarse muchos puntos de vista, estilos, formas de ver la vida. Los cinco autores anteriores lo confirman, sus novelas dan cuenta de ello. Sin embargo, no pueden disociarse del hecho de ser norteamericanos. Hay algo en su prosa, en sus maneras, en la forma en que cuentan las cosas que los acusa. Y es inevitable. A fin de cuentas, el contexto influye mucho a la hora de definir el camino de los autores. Ese algo indefinible está, entonces, presente. Leer a estos escritores puede abrir camino para confirmar esta sospecha.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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