Brasil exorciza la tragedia del Maracaná ganando la Confederaciones, ahora tiene el Mundial en la mira

01/07/2013 - 12:00 am
Foto: EFE
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Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).- Brasil dejó de utilizar la camiseta blanca con la que disputaba sus partidos a principios de siglo cuando Uruguay protagonizó la tragedia del Maracaná. A partir de ese desastre, una camiseta verde-amarellha fue la imagen de un grupo de jugadores que en el camino de la historia rindieron tributo al futbol con ese talento innato en los genes que supo competir cuando había que hacerlo. El balón nunca fue mejor tratado que cuando el equipo sudamericano salía a cualquier campo con dos porterías.

Encaminados, dominaron la élite con jugadores que se curtieron en el viejo continente más el talento inconmensurable de uno de otra estirpe. Pelé fue campeón del mundo en 1958 cuando tenía 17 años. Sin la mayoría de edad, el joven brasileño cambio para siempre la historia de este deporte. A O’Rey le sobró con el continente americano de donde nunca lo pudieron sacar. Eran tiempos donde la ideología valía más que cualquier cosas, tiempos en donde no todos tenían un precio. La carrera “romántica” de Pelé, fue acaparada con el Santos. El mundo esperaba cuatro años para verlo. Con él, la selección brasileña ganó tres Mundiales.

Los tiempos cambiaban mientras nuevas formas de entender el mundo llegaban al futbol para refrescarlo. Brasil siempre se adaptó con la bandera de la alegría en su juego. En la globalización de la pelota, los países emergentes tenían en la mira el trono ganado por los brasileños. La competencia enriqueció a las mentalidades de muchos lares que se apartaron del resto conformando un grupo élite de países aspirantes reales para alzar la Copa del Mundo. Cada cuatro años, la estirpe de habla portuguesa tenía la obligación moral de gustar y ganar.

A los tiempos nublados le supieron sacar provecho. El futbolista brasileño incrementó la fortaleza sin perder el regate natural mientras herederos de Pelé no llegaban a su altura pero les alcanzaba para ser potencias mundiales. Del continente emericano solo Argentina le supo hacer frente, mientras en la disciplinada escuela Europea, equipos como Alemania e Italia alzaron la Copa del Mundo en varias ocasiones tratando de hacer batalla. En medio de esa disputa, el futbol alcanzó lugares que pocas disciplinas deportivas han alcanzado. La popularidad del balón fue construida por nombres y apellidos que lo único que querían era ese trofeo de oro que cada cuatro años ponía en jaque al movimiento de rotación del planeta.

Entrado el siglo XXI, como para marcar territorio, Brasil fue campeón del mundo por quinta ocasión en su historia. El equipo más ganador de mundiales, conquistó la tierra virgen asiática que organizaba por primera vez la máxima justa futbolística. El escudo de la confederación brasileña  presumía de sus cinco estrellas con orgullo. El equipo dominante siempre era favorito. De ahí fueron más los tiempos complicados que alegrías. La Copa América seguía siendo ese premio de consuelo para un equipo al que le pedían traer de regreso lo que mucha gente creía que les pertenecía.

EL MÁXIMO GANADOR

La vida de muchos aficionados se cuenta por los mundiales vistos. La espera de cuatro años parecía demasiado larga. En un apretado calendario, la FIFA organizó un torneo previo a la copa del mundo un año antes. La selección anfitriona daba la bienvenida a los campeones de cada confederación según el mapa geográfico del organismo que rige el futbol. La Copa Confederaciones se creo y 17 años después, Brasil es el máximo ganador de la justa.

En estos últimos años, amenazados por un exquisito juego español, Brasil se tomó muy en serio la Confederaciones que organizó. El Maracaná estaba listo para ser exorcizado. España con el título de campeón del mundo y de Europa, llegaba para completar el ciclo. La escuela ibérica que ha conquistado al mundo, frente al tradicional dominio brasileño. La verde-amarellha olía a historia, a esa que inició tras una tragedia. El peso histórico puede más que un juego de toque. Brasil ganó la copa Confederaciones, recuperando un poco del trono perdido de la mano de Neymar, el nuevo aspirante a ocupar el lugar vacante de Pelé. El próximo año, el mundial plantará nuevos desafíos. Ningún ganador de la copa previa ha alzado el premio mayor 365 días después. La camiseta invicta está lista para el desafío, mientras el mundo se lamenta. “El viejo rey”, ha vuelto.

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