Ciudad de México, 10 abr (SinEmbargo).-Cuando este jueves, en el Centro Cultural Bella Época, Christa Cowrie, Laura González, Carlos Payán, Miguel Angel Velázquez, Tomás Granados y el autor presenten el libro Mirada y testimonio, editado recientemente por el Fondo de Cultura Económica, se destacará la obra de uno de los reporteros más respetados y queridos en el medio mexicano.
Se trata el zacatecano Pedro Valtierra (Fresnillo, 1955), fundador de la revista y agencia Cuartoscuro, quien en palabras de la doctora en historia del arte Rebeca Monroy, resulta uno de los fotógrafos más importantes del siglo XX y del inicio del siglo XXI.
“Uno de los reporteros gráficos que ha trascendido la barrera de la cortina de nopal, para tratar escenarios internacionales, gracias a su esfuerzo y su manera de fotografiar”, afirma la experta.
A Pedro, flamante ganador del Premio Nacional de Periodismo en la categoría “Trayectoria”, tantas cosas dichas alrededor de su trabajo lo sonrojan un poco, las agradece desde el corazón y al mismo tiempo las vive con la incomodidad de quien sabe que un buen reportero es aquel que pasa inadvertido.
“Nuestro trabajo tiene que estar hecho con la mayor discreción. Lo que me gustaría es trabajar desde el mayor anonimato posible, pues eso nos permite hacer mejor las cosas, sobre todo en el caso de la fotografía, una actividad en la que hay que procurar pasar inadvertido”, dice el profesional en entrevista con SinEmbargo.mx.
Ganador también del Premio Nacional de Periodismo en 1983 y el Premio Rey de España en 1998, otorgado por la agencia de noticias EFE, en Madrid, España, Valtierra es antes que nada un reportero, “alguien que está en la calle, siempre buscando información para fotografiarla, buscando la historia de lo que pasa sin juzgarla, que para eso están los jueces”, dice.
En tiempos en difíciles para los derechos de autor de su profesión, el fotógrafo considera que “Internet ha venido a complicar aún más las cosas” en dicho terreno, “pues el control es casi imposible, por lo que hace falta un debate al respecto en el que participemos todas las partes interesadas”, afirma.
REPORTERO DE VOCACIÓN, EMPRESARIO POR OBLIGACIÓN
Al frente de su agencia Cuartoscuro, Pedro Valtierra es un raro caso de fotógrafo que comanda su propio proyecto empresarial, obligado –según dice- por las circunstancias.
“La vida me fue llevando a este estatus, en el que soy empresario y periodista”, afirma.
– Usted diría, entonces, que es un reportero de vocación y empresario por obligación…
– Sí, usted dio en el clavo.
– ¿Le pesa la docencia cotidiana?
– No, no me pesa para nada. Aquí en Cuartoscuro hay muchos jóvenes con los que trabajo a diario y me gusta. Sobre todo, porque aunque no soy muy viejo, en mis primeros años todo era más difícil que ahora. Costó mucho, realmente, llegar hasta aquí. Entonces, lo que quiero en este momento de mi vida, más que enseñar, es compartir las experiencias. No me considero un maestro, sólo trato de contagiar el entusiasmo por la profesión.
– ¿Qué quieren los jóvenes ahora?
– Quieren tener la mejor cámara, ganar los concursos internacionales, obtener becas y pocos quieren trabajar. Lo que siempre digo es que la mejor cámara no te va a servir si no conoces lo que vas a retratar. Antes de pensar en los premios, además, tienes que pensar en tu tarea cotidiana. A veces, muchos reporteros piensan antes en la cámara que en la foto que van a tomar, como si el periodista pensara más en la Mont Blanc o en la computadora con la que va a escribir la nota que en la nota en sí.
– ¿En qué piensa un reportero cuando sale a la calle o a la guerra?
– En la gente, en los lectores, se trata de fotos que otros verán. Nunca he fotografiado para mí o para satisfacer la vanidad.
– ¿Alguna vez tuvo que dejar la cámara a un lado?
– En Nicaragua, una vez tuve que dejar la cámara a un lado porque me estaban balaceando. No me podía hacer el valiente. Estar en el medio de un conflicto siempre resulta complicado y somos reporteros, no héroes. Da un miedo terrible y por momentos se arrepiente uno de andar en esos lugares. Uno debe cuidarse, una fotografía no vale la vida de uno.
– ¿Cómo se siente frente a la salida de su libro Mirada y testimonio?
– Me siento muy bien. Es el resultado de una exposición que hicimos en el Centro Cultural Tlatelolco, un compilado de 400 fotografías. Me siento bien entre otras cosas porque para alguien como yo que ha trabajado siempre en los periódicos, tener un libro de esta envergadura constituye un gran estímulo, muy grato, además.
