ENTREVISTA | La “Demencia” de Eloy Urroz, entre lo real y dos asesinatos

20/08/2016 - 12:05 am
Demencia es la novela número nueve en la carrera profesional de Eloy Urroz. Foto: Cortesía Alfaguara
Demencia es la novela número nueve en la carrera profesional de Eloy Urroz. Foto: Cortesía Alfaguara

El autor de La mujer del novelista, regresa al género con un thriller que transcurre en una  Ciudad de México transfigurada y enloquecida. Una historia negra donde la música y los parques tienen gran predominio, sin dejar de nombrar la identidad de una mujer ¿inexistente?

Ciudad de México, 20 de agosto (SinEmbargo).- En Demencia, la nueva novela de Eloy Urroz (Nueva York, 1967), el autor propone una historia negra de realidad fragmentada, donde el narrador es un esquizofrénico que confunde en todo momento al lector.

No se sabe si la ciudad, la mujer, los muertos por asesinato, son fruto de la imaginación trepidante del violinista absorbido por el compromiso de tocar públicamente las tres sonatas Opus 30 de Beethoven en un concierto próximo o si por el contrario constituye la realidad de un momento en una ciudad enloquecida e inabarcable.

Demencia es además en forma inconsciente la pronunciación de un miedo tangible entre los escritores: la posibilidad de volverse loco en algún momento de su vida.

“Aunque no sé si ese es un miedo exclusivo de un escritor. Un artista y por extensión cualquier persona, teme en algún momento volverse loco”, dice Eloy en entrevista con SinEmbargo.

“La mente es lo más poderoso que hay y es fácil que te traicione y puedas perder la cordura”, agrega el escritor que junto a sus amigos Jorge Volpi e Ignacio Padilla, entre otros, integró a principios del siglo XXI el movimiento literario conocido como El Crack.

El autor nació en Nueva York, pero se naturalizó mexicano a los 18 años de edad. Foto: Cortesía Alfaguara
El autor nació en Nueva York, pero se naturalizó mexicano a los 18 años de edad. Foto: Cortesía Alfaguara

–El tema de la locura fue analizado por tu amigo y colega Jorge Volpi…

–Sí, en libros como Leer la mente, es un tema que a él le fascina y que estoy explorando por primera vez en esta novela sui géneris.

–William Faulkner habló con la voz de un discapacitado mental en El sonido y la furia…

–Sí, en este caso este violinista llamado Fabián Alfaro es un hombre brillante que tiene que tocar estas tres sonatas de Beethoven; tiene una semana para dejarlas listas para el concierto que dará en la Carlos Chávez de la UNAM junto a su compañera pianista de nombre Daniela. Cada vez que se va a encontrar con ella, esa cara luminosa femenina, por alguna extraña razón se topa con Herminia, idéntica a Daniela, aunque morena, una mujer medio bruja, hermosa y tenebrosa, por la que comienza a sentir atracción y miedo al mismo tiempo.

–Los esquizofrénicos suelen ser brillantes…

–Es verdad.

–Cada línea nos despierta una intriga y como lectores aprendemos en Demencia a desconfiar totalmente del narrador

–Claro, este es un narrador del que tienes que desconfiar. No es mentiroso, pero anda mal de la cabeza. Ni siquiera confía en sí mismo. No se acuerda de lo que le pasa en el día. Duda todo el tiempo de la realidad y eso es lo que quería conferirle a la novela: una duda constante de la realidad. Hay siete u ocho narradores de todos modos en la novela, no sólo habla Fabián Alfaro, aunque es el protagonista. Diría que Demencia es una novela coral.

–¿Hay realidades paralelas con las que interactuamos?

–Creo que sí. No hay nada sobrenatural, simplemente hay otras realidades.

–Bueno, ahí tenemos la muchas veces enigmática e indescifrable realidad mexicana

–Muchos me han dicho después de leer Demencia vieron a la Ciudad de México 20 años atrás. Probablemente sí. Me fui de la Ciudad de México hace 21 años y siempre he regresado con una sensación de extrañeza. Quizás porque es la misma ciudad pero no, es una Ciudad de México transfigurada, las calles son y no son las mismas, podría ser cualquier otra.

–La transfiguración a la que te refieres nos propone universos difíciles de aceptar en una ciudad o en un país tan violentos

–Bueno, pero está Niza también, ya uno no puede creer en nada, si esto es el infierno o qué. La locura es la demencia universal y el problema de la condición humana es la religión. El problema es la fe, cuando estás convencido de que si haces esto te ganarás esto otro. Son actos de locura y en cualquier momento podemos perder la cordura. Tenemos que cuidar nuestra mente como si fuera un bebé recién nacido. Hay grandes genios, artistas, científicos y políticos que se han vuelto locos. La peor locura es la religiosa, porque resulta imposible combatir contra la fe. Lo que pasa hoy con el Islam, pasaba antes con el Cristianismo que en la Edad Media arrasaba con pueblos enteros. Hay que secularizar la religión, cortarle las alitas al pájaro…

–Literariamente hablando, ¿en qué tienes fe?

–Me he vuelto más escéptico en los últimos tiempos. Soy pesimista en lo que tiene que ver con la evolución humana, a veces tengo destellos de optimismo. Quiero creer en la obra de arte, en la literatura, creo que estoy construyendo una obra y que al mismo tiempo no importa. La verdad es que nada importa demasiado, sólo tratar de hacer bien las cosas y realizar alguna obra de bien de vez en cuando. No puedes permitir que la visión descreída del mundo te derrote.

–Por creer en algo, muchos autores creen en la novela como en una especie de manual para la educación sentimental y de pensamiento

–Estoy de acuerdo. La novela puede ser un vehículo para acercarnos a los otros. Cuando Joseph Brodsky ganó el Premio Nobel dijo que le resultaba más factible que una persona que no haya leído a Dickens asesine a otra persona, que otra que  lo haya leído. Una persona que ha leído entiende mejor al otro. El otro también soy yo y eso lo consigue la novela. Lamentablemente, las personas cada vez leen menos y entienden menos al otro.

–¿Qué es en Demencia lo que más trabajo te llevó?

–Fueron varias cosas. La novela es un limbo que llena de preocupaciones al lector. Que el lector se enganchara con todas esas preocupaciones de los personajes y lo que fue también un desafío fue construir esa novela coral. Cada capítulo lo cuenta alguien diferente. Eso costó trabajo.

–El querido Daniel Sada decía: “Soy sádico”. Ni por las tapas iba a dejar tranquilo a su lector

–Lo único que quiero es construir una obra, esta es mi novena novela, algo que nunca hubiera imaginado. No sé si soy un sádico, pero quiero imaginar que hay lectores que siguen mi trabajo.

–Hay un mapa inquietante en la novela, ¿existen esos lugares?

–Sí, es inquietante, pero también es para que el lector no se sienta tranquilo con nada. Se trata de una ciudad transfigurada, nada es preciso. Es un limbo.

Suspenso e intriga en una novela sobre lo irreal de la realidad. Foto: Especial
Suspenso e intriga en una novela sobre lo irreal de la realidad. Foto: Especial

–Con respecto al lenguaje, hay mucho diálogo…

–Es trabajoso el diálogo, un elemento que siempre es artificioso aunque parezca muy natural. Te dedicas horas y horas a hacerlo pasar por natural, pero no tiene nada de eso.

–David Toscana dice eso a menudo, que no existe el naturalismo en la literatura

–Sí, claro, si fuiste exitoso en la tarea el lector recibe el diálogo como algo natural, pero es en realidad totalmente artificial. La otra cosa que me interesa es conseguir es un buen equilibrio entre el diálogo y lo puramente narrativo.

–¿Te volviste esquizofrénico metiéndote en el discurso de un esquizofrénico?

–(risas) ¡Fue muy interesante! Nunca había tenido un personaje así. No sabía cómo conseguirlo, pero sí entendí que debía ser muy convincente a la hora de describir la presunta esquizofrenia de Fabián, a pesar de que nunca queda demasiado claro por qué le pasa lo que le pasa. Él contagia con su delirio a todos los demás personajes.

–Es un loco al estilo Dostoievski

–La novela se iba a llamar “Crimen y demencia”. Hay un pequeño guiño a Dostoievski en Demencia, con esa anciana que es asesinada…

–¿Qué valor tiene la música en tu vida y en tu literatura?

–Soy melómano. Todos los días escucho música barroca al despertar, me encantan la música clásica y rock Pink Floyd, Led Zeppelin, de los actuales me gustan Bad Turns and Horse-shoe Bends, de Harry Bradley y Mumford and sons. Mi ídolo de ídolos es Beethoven y yo quería que el personaje de Fabián Alfaro fuera un violinista que tuviera una fecha límite tocar esas tres sonatas que me encantan.

¿Quién es Eloy Urroz? Nació en Manhattan, Nueva York, en 1967. A los dieciocho años de edad decidió naturalizarse mexicano. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM y la maestría y el doctorado en Letras Hispánicas en la Universidad de California. Con Jorge Volpi e Ignacio Padilla, a los que conoció  en la preparatoria del Centro Universitario México, en 1986, escribió, el libro de narrativa Variaciones sobre un tema de Faulkner, con el que ganaron el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí diez años más tarde. Ha publicado las novelas Las leyes que el amor elige (1993), Las rémoras (1996), Herir tu fiera carne (1997), Las almas abatidas (2000), Un siglo tras de mí (2004), Fricción (2008), La familia interrumpida (2011) La mujer del novelista (2014) y Demencia (2016).

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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