Monrovia/Freetown, 21 dic (dpa).– En el oeste de África, una de las peores pesadillas de la humanidad se hizo realidad este año. Un peligroso virus, contra el cual no existe hasta ahora una vacuna ni un medicamento aprobado, se expandió silenciosamente desde Guinea a los países vecinos de Liberia y Sierra Leona.

Las escenas que se vieron parecían salidas de películas dramáticas de Hollywood e iban desde la repentina aparición de voluntarios extranjeros enfundados en vestimenta de protección futurista pasando por improvisados centros de cuarentena hasta huidas masivas de pacientes en pánico, que hasta ahora sólo conocían una bebida de hierbas como remedio tradicional.En base a un análisis en retrospectiva, los expertos sostienen que un pequeño niño de Guinea podría haber sido la primera víctima de la epidemia del ébola en el oeste de África.

Él niño murió en diciembre de 2013, es decir hace un año, pero sólo en marzo pasado la epidemia se hizo pública.Debido a que la enfermedad apareció primero en regiones remotas, lejos de Europa y América, fue subestimada. Por lo tanto, cuando la comunidad internacional despertó ya era demasiado tarde para poner bajo control a unos rivales invisibles.Y además, sumerge en el luto y la desesperación a cada vez más familias.

Miles de hombres, mujeres y niños murieron ya como consecuencia del ébola.”Hubiese sido necesaria y posible una intervención temprana”, dijo Frank Dörner, el coordinador de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) en Sierra Leona. “Y no me refiero sólo a poner a disposición fondos, sino ante todo al envío de personal idóneo, que hubiese estado en condiciones de tratar a los pacientes y evitar nuevos contagios”.

Pero quejarse de las fallas del pasado no vale la pena, indicó el experto. “La situación sigue siendo preocupante, pese a que en Liberia hay un retroceso en la cifra de contagios nuevos”, explicó Dörner.

“En Sierra Leona el número de casos sigue en aumento y simplemente no podemos mantener el ritmo de la asistencia. Las camas están llenas”, expuso. Para el especialista, aún se sigue hablando demasiado y haciendo poco.

“Los planes, que sólo existen en el papel, no ayudan a un infectado, lo mismo que las reuniones ineficaces”, añadió.

Los efectos del virus se pueden sentir entretanto en todas partes, no sólo en los centros de salud. “La epidemia del ébola daña mucho la agricultura, el comercio y los mercados. En Sierra Leona los mercados locales hasta fueron prohibidos por el riesgo de contagio”, explicó el director de la oficina de Berlín del Programa Mundial de Alimentos (PMA), Ralf Südhoff.

Por las debilitadas economías se redujeron además los ingresos de muchas personas. “Por este motivo debemos partir de la base que unos 1,7 millones de personas en tres países están en riesgo de sufrir hambre”, añadió.

Si la enfermedad no es controlada ahora, entonces también estará en peligro la próxima cosecha. Hasta las estimaciones más optimistas del PMA creen que hasta enero la cantidad de personas que podrían sufrir hambre podría subir hasta al menos 2,3 millones y posiblemente llegue hasta los tres millones.

También la Comisión Económica para África de Naciones Unidas (CEA – UNECA) mencionó en un nuevo informe las amplias consecuencias de la epidemia. El ébola tuvo efectos negativos asimismo en la educación, ya que una gran cantidad de escuelas fueron cerradas. Además aumentaron las tasas de desempleo y está en riesgo la seguridad alimentaria.

“En Liberia cierran cada semana diez empresas y las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de los tres países fueron revisadas hacia abajo”, dice el reporte. El país más afectado es, según el informe, Liberia, donde el pronóstico de crecimiento cayó del 5,9 por ciento para 2014 a un uno por ciento. Para 2015 se prevé un crecimiento nulo.

Lo importante ahora es fortalecer los sistemas de salud en el oeste de África, subrayó Katherine Mueller, la portavoz de la Cruz Roja en África. “A largo plazo se necesitan inversiones masivas en estos sistemas, porque ya antes del brote de ébola eran débiles y ahora están totalmente colapsados”.

Por lo tanto, apenas hay medios y posibilidades de tratar otras enfermedades como malaria, cólera o fracturas óseas. “En este momento es muy posible que en los tres países mueran más personas por otras enfermedades que por ébola”, explicó Mueller.

Los cooperantes que desde todos los rincones del mundo se trasladaron a las regiones en los que hay casos de ébola, poniendo en riesgo su propia vida y al mismo tiempo confrontando a diario con una terrible realidad, se merecen todo el reconocimiento. “Es difícil ver morir a tantas personas”, dijo el coordinador de MSF Dörner.

Lo más duro es cuando familias enteras desaparecen por el virus o cuando quedan niños huérfanos. “Pocas veces en una crisis es tan claro que las personas prácticamente no pueden ayudarse entre sí. Necesitan respaldo en todos los frentes”, añadió el jefe del PMA Südhoff.