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Adrián López Ortiz

24/12/2017 - 12:00 am

El ciudadano “Mid”

Los comentarios eran curiosos: resaltaban que José Antonio Meade Kuribreña, entonces poderoso Secretario de Hacienda, viajaba en clase turista, sin escoltas ni parafernalias. Incluso –decían- viajaba con panistas, lo que demostraba su apertura.

“La mentira priista sobre Meade consiste en decirnos que es bueno porque no le sabemos escándalos, porque no tiene ‘casas blancas’, porque su gente habla bien de él”. Foto: Especial

Hace semanas me llegó una extraña foto a mis grupos de Whatsapp. Era la foto de un grupo de panistas en un avión, al fondo uno de los pasajeros saluda a la cámara con sonrisa forzada, era el ciudadano “Mid”.

Los comentarios eran curiosos: resaltaban que José Antonio Meade Kuribreña, entonces poderoso Secretario de Hacienda, viajaba en clase turista, sin escoltas ni parafernalias. Incluso –decían- viajaba con panistas, lo que demostraba su apertura.

En suma, insistían: Meade sería un gran Presidente. Es capaz, ha sido secretario varias veces. Pero sobre todo, no es un político más, es un ciudadano… como nosotros.

Y ahí está el espejismo. Lo que Mark Thompson llama la falacia del líder “sencillo como la gente”. La mentira priista sobre Meade consiste en decirnos que es bueno porque no le sabemos escándalos, porque no tiene “casas blancas”, porque su gente habla bien de él. Porque  “a pesar de que pudo hacerlo…” no se ha enriquecido desde el poder. La contradicción es tan sutil como ofensiva: ¡el PRI nos dice que su candidato es bueno porque no es priista!

Ahora sabemos que Meade era el “tapado” de Peña Nieto. Y ha cumplido a cabalidad con el rito: se reunió con las “fuerzas vivas” del PRI, se vistió de chamula, se deshace en elogios con su Elector, simula que es pre-candidato y ante cuestionamientos incómodos contesta con joyas como “Tenemos que movernos en un esquema en el que la pregunta no sea valida”.

Eso sí, hay evidencia de que Meade tiene la experiencia y el conocimiento para gobernar este país: altas credenciales académicas, Secretario de Estado en múltiples ocasiones y respetado por su profesionalismo y capacidad ejecutiva. Desde Sinaloa el empresario Enrique Coppel lo declaró así: “Es el más capacitado para ser Presidente.”

Tal vez lo sea. Pero ser un buen Presidente no es solo cuestión de capacidad. ¿No estaba Salinas bastante capacitado? Por ejemplo.

Leí el perfil que le hizo Maite Azuela en Los suspirantes. Y me quedé con la impresión de que Meade es eso: un buen tipo. Podrá serlo, pero eso no alcanza. Ser Presidente es una tarea monumental y compleja que implica demasiados factores. Uno de ellos es si eres el tipo de líder que el “momento” reclama.

¿Y cuál es líder que México necesita ahora?

Uno que sea capaz de hacer tres cosas: la modernización del sistema político mexicano, el combate a la corrupción y la pacificación del territorio nacional.

¿A qué me refiero con la modernización del sistema político mexicano? No me refiero al hacer, sino al dejar pasar. El próximo Presidente de México tendrá que jugar como hizo Zedillo con la alternancia: dejar que suceda. Quitar los obstáculos.

¿Sería capaz Meade de abrir el sistema político a los ciudadanos más allá de las elecciones?, ¿de empujar la transparencia en el poder legislativo y judicial?, ¿de reducir los obstáculos para las candidaturas independientes?, ¿de rescatar a las instituciones autónomas del control partidista?, ¿de impulsar la segunda vuelta, la revocación de mandato, el plebiscito y el referéndum?, ¿de avanzar en modelos de gobierno abierto? No lo creo. Eso implica destetarse de tus padrinos y Meade es hombre leal.

En cuanto al combate a la corrupción: ¿ve usted a Meade sometiendo a proceso  Peña Nieto por la Casa Blanca? Obviamente no. Como tampoco lo veo desmantelando las redes corruptas entres las instituciones federales y estatales en casos como “La Estafa Maestra” y ahora los desvíos de ciertos estados a las campañas del PRI durante las elecciones de 2016.

Todos esos casos los vio pasar Meade como secretario federal.

Y no dijo ni pío.

Y por último el tema más doloroso: dos sexenios de “guerra” contra el narco. El resultado: un fracaso monumental con cientos de miles de muertos, miles de desaparecidos y una sensación de inseguridad creciente en el pueblo mexicano. En lugar de cambiar la estrategia, el Presidente decidió optar por el camino fácil con la Ley de Seguridad Interior: continuar en la militarización en lugar de construir una alternativa civil: policías, campañas de prevención, lavado de dinero, regulación de drogas, etc.

No sabemos si a Meade le gusta la estrategia actual, porque simplemente no tenemos una opinión suya sobre este tema, como en muchos otros. Porque Meade no será priista, pero se ciñe al guión de la simulación como el mejor de ellos.

En fin, ahora que se habla de cómo la pre-campaña del ciudadano “Mid” no levanta, me acuerdo de aquello que le oí decir al colombiano Sergio Fajardo alguna vez: “en
política el camino cuenta”.

Porque parece que al PRI y a Peña Nieto se les olvida que todos los mexicanos hemos visto el caminito recorrido por Meade hasta la candidatura: el de la corrupción, la opacidad y la complicidad. El mismo camino que el del grupo Atlacomulco. Aunque no tenga casotas, ni yates, ni muertos en el closet. Aunque nos lo quieran vender como apartidista y ciudadano, Meade ha sido parte del problema. Y no hizo nada para dejar de serlo.

¡Feliz Navidad!

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.

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