ALONDRA YA ESTÁ EN CASA, PERO LA OTRA NIÑA NO APARECE

26/04/2015 - 12:05 am

Alrededor de la historia de Alondra Luna Núñez, la menor de Guanajuato que fue entregada a una mujer residente de Estados Unidos que alegó ser su madre, sin realizarse una prueba de ADN, hay una niña desaparecida, que fue sustraída del país anglosajón hace ocho años y que guarda una relación, si no de parentesco con Alondra, sí con su tía Guadalupe, hermana de su padre.

Dorotea García busca con desesperación a su hija Alondra Díaz desde que Reynaldo, su ex pareja, la arrancó de su lado.

Reynaldo y Gustavo, el padre de Alondra Luna, coincidieron en Estados Unidos en 2001, cuando el segundo cruzó la frontera como indocumentado. En esa ocasión Reynaldo hasta le prestó, junto con Javier, cuñado de Gustavo, para pagar al “coyote”, recuerda la misma Susana Núñez.

Ese fue el motivo, la relación de Reynaldo con la hermana de Gustavo, por el cual Dorotea sospechó que la niña que fue enviada a Houston podría ser su hija, acepta el mismo Gustavo.

Hoy, la niña desea que Dorotea logre dar con el paradero de Alondra Díaz y que Reynaldo, pague por lo que hizo.

Guanajuato, Guanajuato, 26 de abril 2015 (SinEmbargo).- Dorotea García le enseñó fotografías de una niña en su primer día del preescolar: “Mira aquí estás en el kinder” y después una pequeña sonriente apareció montada en unas zapatillas de tacón.

“Yo no soy tu hija, entiende. Yo nunca he usado tacones en mi vida. Siempre con mis tenis”, le contestó Alondra Luna Núñez.

Dorotea no comprendió y siguió mostrándole retratos de una menor de tres años, buscando en Alondra Luna la sonrisa de su Alondra Díaz. La hija que le fue robada hace nueve años y que busca con desesperación.

Alondra se sintió invadida por la tristeza. Aquella mujer que días antes maldijo en México cuando una juez le daba el fallo sobre su patria potestad, y a quien jaló de los cabellos enfurecida para hacerle entender de una vez por todas que no era su hija, le causó una profunda empatía.

“Sentí tristeza. Ella me llevó a Estados Unidos y me puso en una recámara con su hija mayor. Le dijo que yo era su hermanita. Pero yo siempre supe que la niña de las fotos no era yo. Yo me acuerdo de mi infancia, de cuando estaba chiquita. Nunca he usado tacones en mi vida”, dice a SinEmbargo en un parque de Guanajuato.

Nunca usó tacones porque tiene una discapacidad motora en su lado derecho. Dorotea, cuenta Alondra, estuvo segura hasta el final, antes de que le entregaran los resultados de los exámenes de ADN, que la niña que acababa de sacar de México y trasladar a Houston, Texas, era la hija que durante tantos años buscó con obsesión.

El día de los resultados, el miércoles pasado en la mañana, Dorotea rompió en llanto y la vida que construyó durante las ultimas horas se le derrumbó. Alondra Luna no era su hija.

“Se puso a llorar. Lloró mucho. Yo estaba muy contenta y emocionada porque pronto regresaría con mis papás, pero ella estaba muy triste. La verdad ojalá que encuentren a ese que se llevó a su hija y lo metan a la cárcel por lo que hizo. Ojalá que ella encuentre a su verdadera hija”, dice Alondra entristecida.

UNA HISTORIA DE VIDAS CRUZADAS

El rostro de la menor de 14 años se ensombrece. Aunque en su cuerpo empieza a despuntar una jovencita, aún conserva los rasgos de niña. Lleva unos jeans ajustados y unos tenis. La acompaña una de sus mejores amigas de la telesecundaria a la que asiste. En poco tiempo, Alondra llegó a sentir compasión y hasta cariño por aquella mujer que en un principio aborreció

Le enseñó las fotos de Reynaldo Díaz, la ex pareja que le arrancó a su hija hace nueve años. Le contó la historia, esperando que Alondra recordara algo y se sintiera identificada con aquellos retazos de recuerdos.

La niña no recordó nada, pero Dorotea no está errada. Alondra dice que nunca vio a Reynaldo antes, sin embargo, el hombre está ligado a la familia de la niña a través de su tía Guadalupe, hermana de su padre.

Reynaldo Díaz, el captor de la hija de Dorotea García, es hermano de Javier Díaz, esposo de Guadalupe Luna, hermana de Gustavo Luna Romero, padre de Alondra Luna.

Gustavo Luna lo conoció en el 2001, cuando cruzó la frontera como “mojado” con la ayuda de Javier, su cuñado y se dedicó por un tiempo a construir casas de madera en Houston. Viviendas como en la que vive Dorotea y donde estuvo Alondra Luna durante unos días.

“Ella hace un vínculo por Reynaldo, por el lado de la familia Díaz. A él lo conocí cuando me fui de mojado y mi cuñado me lo presentó. Es su hermano, pero después de eso yo no lo volví a ver”, asegura Gustavo.

Entonces, la pequeña Alondra Luna tenía un año de edad y estaba en México recibiendo terapias para su discapacidad. La hija de Dorotea no había nacido aún.

Gustavo asegura que desconoce el paradero de Reynaldo, el hermano de su cuñado y dice que no conoce a su hija Alondra Díaz.

“Yo lo vi pocas a veces. A la niña no la conozco. Su familia acá no sabe nada de él, porque siempre anduvo en diferentes partes”, dice sin quitarle los lentes oscuros que le cubren los ojos.

La mamá de Alondra Luna, Susana Núñez Granados, entrevistada por separado, coincide con la versión de su marido. Ella cuenta que fueron los hermanos de Javier, entre ellos Reynaldo, quienes pagaron al “coyote” que cruzó la frontera de México con Estados Unidos a Gustavo.

“Mi cuñado Javier estuvo en Houston, él se llevó a Gustavo. A él [Gustavo] le pagaron el coyote, entre sus hermanos de Javier y él. Reynaldo estaba allá y dice Gustavo que nunca le conoció hijos”, dice.

Susana asegura que hasta el jueves 16 de abril, cuando su hija fue sacada de la escuela por elementos de la Interpol, para llevarla a Michoacán ante la juez, desconocía que Reynaldo tenía una hija con el mismo nombre de la suya: Alondra.

Alondra Luna nació el 10 de agosto del 2000, a las 16:00 horas, pesó dos kilos 800 gramos. Su padre Gustavo decidió ponerle ese nombre: “Porque le gustó, dijo que estaba muy bonito y nadie en la familia se llamaba Alondra”, recuerda Susana.

“YO GRITÉ QUE TRAJERAN A ESA NIÑA PARA QUE NO SE LLEVARAN A LA MÍA”

Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca
Alondra pudo regresar a México después de pruebas de ADN demostraran que no era hija de la mujer que la reclamaba en Estados Unidos.Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca
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La joven asegura que siente pena por la mujer que la reclamaba como hija. Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca
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La casa de interés social en la que vive la familia en Guanajuato. Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca

La vivienda de Susana Núñez, donde habita con su esposo Gustavo y sus tres hijos, entre ellos Alondra, está ubicada en la calle Reynaldo Ordaz, en la Colonia Mártires 22 de Abril, en Guanajuato.

Es una colonia de pequeños callejones empedrados y cuestas empinadas. Ahí en su casa de interés social, pintada de rojo, está Susana sentada en un viejo sillón cubierto con una sábana. La casa está compuesta por dos habitaciones, una pequeña sala comedor, con una cocina donde apenas cabe la estufa y una estancia que funge como el cuartito de juegos de los niños donde están los ponis y las casa de muñecas con las que jugó Alondra Luna durante su niñez.

Sobre la mesa que detiene una pata rota contra la pared, hay envases de refresco y vasos desechables. Con el caso de Alondra, la casa familiar se ha visto invadida de medios de comunicación, psicólogos y personal de distintas dependencias que entran y salen a todas horas del día.

Alondra no está. Salió muy temprano con Gustavo a una cita y Susana espera que pase el ruletero que la llevará a la planta de General Motors en Silao, donde trabaja en una línea de ensamble. Susana está preocupada. Dice que no sabe si aún tendrá trabajo, por las faltas que le ocasionó el ir y venir para recuperar a su hija.

“Ya quiero saber si tengo trabajo o no. Pues si no tengo para ponerme a buscar”, dice mientras envía mensajes con su celular.

Susana gana mil pesos a la semana en la armadora donde trabaja y su esposo Gustavo, 800 pesos como chofer de un ruletero. Con mil 800 pesos a la semana deben comer y vestir los cinco miembros de la familia Luna Núñez.

Coincidentemente la calle donde vive Alondra se llama Reynaldo. El nombre de la persona que se robó a la verdadera hija de Dorotea.

Hace unos días, el viernes 17 de abril, cuando la Juez de Primera Instancia en materia Civil con sede en Los Reyes, Michoacán, Cinthia Mercado García, le dio la custodia de Alondra Luna a Dorotea, Susana Núñez sintió un odio que jamás había sentido hasta ese día. Quería “no se qué hacerle a Dorotea” e imploró que le hicieran la prueba de ADN a su hija, antes de que la autoridad tomara una decisión.

“Yo le dije a mi cuñada: ‘A ver, si saben donde está Reynaldo y la otra niña traigánla, entréguenla, para que me regresen a la mía. ¿Por qué tengo que pagar los platos rotos de otros?, ah no”, relata Susana Núñez.

Pero Guadalupe le aseguró a Susana que desconocía el paradero del hermano de su esposo. Ahora esa misma mujer, le dice que “está lucrando con su hija”, porque permite que la niña otorgue entrevistas a los medios de comunicación.

“Yo le digo: ‘¿Cómo crees que voy a lucrar con mi hija?’.Yo le digo a la niña que atienda a la prensa, porque sin ustedes ella no estuviera tan pronto de regreso, porque yo pensé sinceramente, que ya no volvería a ver a mi niña, que me la habían quitado. Ella allá en Estados Unidos, y nosotros acá sin dinero”, dice Susana.

La mamá de Alondra Luna narra los momentos que precedieron a la partida de su hija: sucedieron en el juzgado de Los Reyes, Michoacán.

Susana recuerda esos momentos y se exalta. Fue una pesadilla, dice.

Todo sucedió en un día. Desde que la Interpol sacó a la niña de la escuela en Guanajuato, hasta que la juez dio el fallo en Los Reyes.

Antes de llegar a Michoacán Susana le preguntó a su hija a través de un mensaje de texto: “Nena, ¿qué pasó?, ¿cómo estás?, ¿estás bien?”.

Alondra contestó: “Sii que a fuerzas soi de esa señora, la juez si me va a mandar con ella, porque si está convencida de que esta maldita es mi mamá. Me enseñó un acta disque de mi nacimiento diciendo que donde nací y dice que nací en el 2002. Pinche vieja pero deja la veo y no se la va acabar (sic)”.

Pero Susana se tranquilizó. No podían llevarse a Alondra. Ella llevaba los documentos que acreditaban la identidad de la niña y que era su hija. Además exigiría que se le practicara una prueba de ADN.

En el juzgado la situación se tornó tensa para Susana, porque la juez llamaba a su hija Alondra Díaz. Dorotea estaba en una esquina sin hablar y sin alzar la mirada: “Yo nomás la veía con unas ganas de…con la pura mirada le decía lo que le quería hacer. Pero ella nunca dijo nada. Fue la juez que siempre se dirigió a mi hija como Alondra Díaz. Querían hacerme firmar un papel donde yo reconocía que mi hija se llamaba así y yo le dije que no le iba a firmar nada, que mi hija se llamaba Alondra Luna Núñez. Entonces le agregaron eso al final”, dice.

Susana recuerda que la juez dio el falló: le entregó la niña a Dorotea y ella, tuvo una crisis nerviosa, al igual que su hija Alondra.

No lo podía creer y se puso a gritar, reconoce. Dijo palabras altisonantes y la juez
Cinthia Mercado se levantó de su silla abruptamente y ordenó a los elementos de la policía que estaban ahí, echarla fuera.

“La verdad les dije groserías, ni modo, estaba muy alterada. Yo soy muy corajuda, me enciendo muy rápido. Entonces la juez se levanta bien enojada y dice ‘¡sáquenla!, ¡llévensela de aquí!”, dice.

Lo peor vino después. Alondra Luna estaba en una habitación contigua y la llevaron para escuchar el fallo. Madre e hija se abrazaron y lloraron. Cuatro oficiales las separaron y fue cuando Alondra se alteró y empezó a gritar. Los gritos previos a la escena del video que se hizo viral en las redes sociales, fue así, minutos antes de ser sacada del juzgado para ingresarla a la camioneta.

Se llevaron a la niña y dos oficiales tomaron a Susana por los brazos. Uno de ellos le lastimó la muñeca y la amenazó con esposarla.

“Uno de los agentes me gritaba ‘¡te voy a esposar, te voy a esposar, cálmate!’, la juez estaba ahí”, cuenta.

Susana gritaba también y vio pasar a Dorotea por el pasillo encaminándole a la salida. Susana le lanzó un manotazo, quiso sujetarla, pero no la alcanzó: “Me quedé a unos pasos de la puerta para alcanzarla. Dorotea nunca dijo nada”, recuerda.

La madre de Alondra sigue: “Me dijeron los policías, y la juez también, que me iba a meter a la cárcel porque estaba obstruyendo el cumplimiento de la ley. Yo le gritaba a mi hija: ‘no te preocupes, tu naciste de mí, te sacaron de aquí de mi panza. Voy a buscarte’, y mi hija se fue”.

Desde ese momento Susana perdió contacto con la niña. El celular estaba apagado, no hubo más mensajes de texto y la volvió a ver en el video que Alondra subió en las redes sociales cuando estaba en Houston.

“Ese video fue malinterpretado. Lo hice para mis padres, para nadie más. Para que ellos se tranquilizaran y supieran que estaba bien”, cuenta la niña.

Para Susana, el video la dejó inquieta: “Yo veía que Alondra volteaba para atrás, para los lados. Yo la vi nerviosa, no era mi Alondra, yo la conozco. Yo le pregunté cuando pude hablar por teléfono con ella: ‘Hija, ¿y ese video qué onda?, ¿te obligaron o qué?’, y ella me contestó que no”.

Susana tuvo miedo. Muchos escenarios pasaron por su mente. Unos terribles. Sintió pavor por la integridad de su hija. En un país extraño, con personas extrañas.

“Pensé que quien sabe qué le podrían hacer a mi hija. La verdad pensé muchas cosas”.

¿Y ALONDRA DÍAZ?

A la par del drama que vivió Alondra Luna cuando fue entregada a Dorotea, hay un drama mayor, y es el de Alondra Díaz, una niña sustraída de Estados Unidos y desaparecida, dice Nuria González Martín, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se encuentra en estos momentos en una estancia en el Departamento de Derecho de la Universidad de Stanford, en California.

“Imagino que la juez que decidió de alguna manera, sin probar la identidad de la criatura, abocándose a un convenio y a un principio de expeditez, sin verificar la identidad, es un error importante, humano. Pero me da un poco de angustia que empecemos a castigar una labor que ambas autoridades llevan haciendo desde hace años”, dice Nuria, quien trabaja en Stanford en un proyecto de Mediación Internacional, bicultural.

La especialista en el tema de sustracción de menores explica que 10 por ciento de las sustracciones internacionales a nivel mundial, se dan entre México y Estados Unidos.

Una cifra conservadora señala, si se atiende el hecho de que hay una cantidad importante de inmigrantes mexicanos que no denuncian la sustracción de un menor por el temor a ser deportados.

En el caso de Alondra, las autoridades involucradas actuaron con base a un Convenio de La Haya que data de 1980.

“Esta convención le ha costado mucho tiempo tratar de hacer las cosas bien, con una idea clara de proteger a la niñez. No hay que satanizar lo que por muchos se ha tratado de trabajar. Porque insisto, tenemos el caso de Alondra que está perdida desde hace años y no somos capaces de resolverlo”, detalla.

Nuria González asegura que tanto en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) como en Estados Unidos, las oficinas que trabajan en la sustracción de menores, cuentan con escaso personal.

En el caso de México, la Dirección de Protección del Mexicano en el Exterior, trabaja sustracción de menores, adopción internacional, alimentos internacionales con alrededor cinco personas. Mientras que en Estados Unidos, las oficinas que trabajan el tema lo hacen con un equipo de 10 especialistas, afirma.

“Son gente muy preparadas, muy reconocidas. Yo las conozco con pocos recursos humanos”, agrega.

La experta explica que los casos de sustracción son difíciles, pues están involucrados los padres, o familiares y los niños.

“Como académica yo estoy trabajando en mediación familiar internacional y creo que no debemos llegar a encarcelar a ninguno de los padres. Es lo último que no hay que hacer, porque sí pueden ir a la cárcel si hay imputaciones penales, pero los niños son los afectados. Los niños tienen derecho a convivir con ambos padres. Es un tema muy doloroso. Hay que procurar que los padres no traten de solventar sus diferencias, con cuestiones penales”, indica.

Aunque Nuria apuesta por reconocer el trabajo de las autoridades involucradas en el caso de sustracción de menores, reconoce que la juez incurrió en un error: debió realizar exámenes de ADN.

Arturo Luis Cossio Zazueta, académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, explicó que hubo violación de los derechos humanos Alondra Luna y que la familia de la niña pueden acogerse a la Ley General de Víctimas, para solicitar una indemnización y garantías de no repetición.

El académico indicó que la juez actuó con base en la Convención de la Haya, sin embargo no tomó en cuenta varios puntos que la misma convención establece para que la restitución no sea tan rápida, si el menor se opone.

“La juez no está obligada a ordenar la restitución de la menor de forma inmediata, si se comprueba que el propio menor se opone a su restitución, si tiene la madurez para negarse alegando que no es. Esa era la puerta que tenían y a la niña no le hicieron muchos caso, consideraron que no era de tomarse en cuenta, quizás porque si fue sustraída de Estados Unidos muy pequeña, podría haberse olvidado de la madre”, detalla.

Cossio Zazueta afirma que la juez debió ordenar la práctica del examen de ADN y tomar medidas cautelares para que Alondra no fuera, en todo caso, sustraída de nuevo.

“Comparando el caso con los tratados de extradición, cuando piden extraditar a una persona, se le da la oportunidad de oponerse y una de las causas, es que diga que no es la persona que buscan y se le reciben pruebas. ¿Cómo es posible que para una persona que comete un delito haya eso y para una menor no? Esto es atroz”, argumenta.

Para Susana María Nuñez Palacios, académica del departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y especializada en derecho internacional, las autoridades mexicanas no cuidaron los derechos de Alondra.

“La juez se precipitó en su decisión. Si los papás le exigieron prueba de ADN, debió ordenarla. Aquí hay una duda, fue demasiado rápido todo. Normalmente los papás batallan mucho recuperar a sus hijos de un país a otro. Fue muy extraño que el juez lo hiciera tan rápido”, dice.

Para Nuñez Palacios se puede sospechar que incluso, hubo corrupción. No se siguió el debido proceso y la SRE otorgó el documento de salida a la niña sin más.

“No es tan fácil, tan sencillo sacar a un menor del país. Se tiene que garantizar que la menor no estará en peligro en otro país, en este caso, ¿por qué la premura? Eso es muy sospechoso”, indica.

Susana Núñez, la madre de Alondra, también tiene sus sospechas.

“Para mí que hubo lana de por medio. Además nosotros vamos a pedir que se investigue a Dorotea, porque ella tiene tres micas de identidad, con identidades distintas de Estados Unidos. Vamos a pedir que se investigue”, dice.

Susana asegura que su cuñada “Lupe”, la esposa del hermano de Reynaldo, el hombre que se llevó a la hija de Dorotea, le mostró las fotografías de unas tarjetas de indentidad de Dorotea.

“A mi cuñada Lupe se las pasaron. Son de identidades, son tres diferentes las que ella tiene, aparece como Dorotea García en una, en otra como Joaquina Villa, mi cuñada las tiene”, afirma.

ALONDRA Y DOROTEA

Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca
La madre de Alondra relató el dolor de sentir que no iba a recuperar a su hija. Foto: César Solórzano Ramírez, Zona Franca

Alondra pasea por el Jardín del Cantador en Guanajuato. Está a punto de llover y la niña trata de distraerse de los últimos días agitados.

Ahí cuenta lo que vivió en Houston, Texas y lo que sintió por Dorotea: “Me da tristeza verla cuando ya se despide de mí. Me da un fuerte abrazo, era la despedida y se quedó triste”, dice.

Alondra asegura que Dorotea García estaba completamente segura de que ella, era su hija.

“Es cuando yo me confundo así y digo, ¿cómo?”, recuerda. Dorotea le contó entonces su historia. Le habló de Reynaldo, de Alondra Díaz y la niña se sobrecogió.

Ahora, luego de que regresó a Guanajuato con sus verdaderos padres, Alondra dice que le gustaría ser amiga de Dorotea.

“Tengo su teléfono, el de su hija también. Sí me gustaría platicar con ella”, dice y advierte que no tiene claro cuándo buscará a aquella mujer que le dejó un hueco en el corazón.

De lo demás, lo que sucedió en México cuando la juez la envió con Dorotea, no desea recordarlo. Para ella es como una “película de terror”, que acaba con un “final feliz”.

“Sentí mucho estrés. Mucha furia y mucho miedo, demasiado miedo. Estaba muy enojada con la juez”, dice.

Alondra perdona a Dorotea. Pero Susana no. La madre de la niña asegura que “odia” a esa mujer y que jamás le perdonará el daño que le hizo a su familia.

“Mi hija anda con eso de que quiere ser amiga, pero yo no quiero. Su papá dice que la deje, si ella quiere que no me meta, pero yo no la voy a perdonar”, contesta.

“¿Aunque Dorotea haya tenido quizás algo de razón en confundirse porque Reynaldo Díaz es hermano del esposo de la tía de Alondra?”, se le pregunta.

“Sí, no la perdono. Yo soy muy rencorosa y vamos a demandar a quien corresponda. Vamos a ir hasta las últimas consecuencias. No le voy a perdonar lo que me hizo. Yo les pedí una prueba de ADN, si la hubieran hecho, todo sería distinto”, afirma.

Susana Núñez recuerda que se sintió “atada de manos”: sin dinero, sin influencias, sin nada a su favor para recuperar a su hija cuando se la llevaron.

“Cuando van por ella a la escuela los de la Interpol, yo estaba trabajando en la General [Motors]. Me dijeron que me hablaba mi esposo, que se querían llevar a la niña y no lo podía creer, pensé que era una broma. Cuando se la llevaron de la escuela, yo me vine con mis vecinos a pedir prestado para irnos a Michoacán”, relata.

Entre los vecinos cooperaron y le prestaron a Susana y a Gustavo tres mil pesos para trasladarse a Los Reyes.

“Todo eso quién me lo paga a mí. Todo el dolor que sentimos, lo que nos hicieron. Yo estoy todavía nerviosa. Ya no somos los mismos”, dice.

A la niña la sacaron de la escuela sin dejar ni siquiera un documento. Una maestra de la telesecundaria de Alondra redactó un papel improvisado donde hizo firmar a los agentes y al padre de la niña, así como a otros profesores como testigos de que se llevaban a la menor.

Gustavo Luna asegura que la demanda en contra de las autoridades involucradas en el caso está en proceso.

“Estamos en eso sobre la demanda. En la mañana recibí una llamada y todo el apoyo. Yo estoy muy indignado con estas autoridades, que hagan lo que tenga que hacer con esas personas. Lo más mínimo no es suficiente”, indica.

La familia Luna Núñez quiere que paguen las autoridades de Estados Unidos y de México. Desde la Interpol, hasta la juez que entregó a la niña.

“No defendieron a mi hija. Alondra duerme en el suelo en una colchoneta en Morelia, sola, en un cuarto. Si le hubieran hecho la prueba de ADN, todo esto se hubiera evitado”, dice.

Sobre Dorotea García, el padre de Alondra asegura que desea que encuentre a su hija y que “esté en paz”.

“Trató bien a mi hija. En cuatro días se encariño con ella y se quedó muy triste cuando se dio cuenta que no era su hija. Espero que encuentre a la suya, para que ya esté en paz”, subraya.

Sobre Reynaldo Díaz sostiene que desconoce su paradero. Ni él ni su hermana Guadalupe saben dónde está.

“Ellos no saben nada, porque Reynaldo siempre anduvo de un lugar a otro. No sabe la familia”, afirma.

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