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Catalina Ruiz-Navarro

27/01/2016 - 12:01 am

De mosquitos y otras pestes

Javier Duarte, escogió el peor momento para malinformar y confundir a los y las veracruzanas sobre sus derechos sexuales y reproductivos.

La inesperada pandemia del zika avanza en el Caribe. Foto: EFE
La inesperada pandemia del zika avanza en el Caribe. Foto: EFE

Javier Duarte, escogió el peor momento para malinformar y confundir a los y las veracruzanas sobre sus derechos sexuales y reproductivos. El macabro Gobernador de Veracruz acaba de pasar una iniciativa para hacer a una reforma a la Constitución el estado; un párrafo extra que “protege la vida” desde “la concepción” hasta “la muerte natural”. El párrafo, como buen apéndice, no sirve para nada: por un lado, es difícil creer que en Veracruz se proteja la vida hasta la muerte natural; por otro, el tal párrafo dice que protege la vida desde la concepción, con la salvedad de “las excepciones previstas en la ley” es decir, deja intactas las causales existentes para un aborto legal: violación, peligro de muerte, alteraciones genéticas o congénitas graves, entre otras. Conclusión: las veracruzanas pueden abortar, pero ahora muchas de ellas creen que no, y las que conozcan sus derechos se enfrentarán con prestadores del servicio de salud igual de confundidos que ellas, que no van a atenderlas por creer que el aborto es ilegal.

Mientras tanto, la inesperada pandemia del zika avanza en el Caribe. El virus del zika se identificó por primera vez en 1947 en los bosques de Uganda y se transmite con la picadura del mosquito (Aedes aegypti), el mismo que transmite el Chikunguña. Sin embargo, el Zika, para el cual no se conoce cura ni vacuna, viene con una terrible jiribilla: puede causar microcefalia en los fetos de las mujeres embarazadas que contraigan el virus. En los últimos dos años el Chikunguña se esparció por toda la región, sin mayores consecuencias letales pero ocasionando muchos problemas de dolor en las articulaciones de los contagiados, que fueron y siguen siendo muchísimos. El Chikunguña dejó en evidencia todos los problemas de los sistemas de salud latinoamericanos, que se agrava por la situación de pobreza de todo el Caribe, en donde las poblaciones más vulnerables viven en barrios que más bien parecen criaderos de mosquitos.

En Colombia se estima que este año habrá al menos 500 casos de recién nacidos con microcefalia. Se pidió a las colombianas no embarazarse hasta julio de este año, pero la recomendación se puede extender hasta el 2018. Como mínimo una recomendación así es difícil, pues muchas mujeres en Colombia no saben cómo evitar un embarazo ya que las campañas de educación sexual, son pésimas, al igual que ocurre en toda la región. Además la recomendación no se hace extensiva a los hombres que saben aún menos de anticoncepción y poco les interesa eso de “no embarazar” a las mujeres. En Colombia el aborto por malformación es legal, por lo tanto, las mujeres embarazadas cuyo feto padece de microcefalia pueden pedir una interrupción del embarazo legal y segura. El mayor obstáculo, entonces, es que ni las mujeres, ni los prestadores de salud, saben que el aborto es legal. Bueno y ni hablar de casos peores como el de El Salvador, que tendrá que escoger entre una generación de mujeres traumatizadas por embarazos inviables o encarceladas. Les aseguro que serán más de 17.

El fenómeno de la epidemia está directamente relacionado con las dificultades de acceso a agua potable, saneamiento básico, disposición de basuras, y urbanización desordenada. Eso explica por qué el Caribe, una región sin educación ni infraestructura, es una de las más atacadas. Sin tratamiento, sin vacuna, sin un método de diagnóstico barato y rápido, y con las condiciones climáticas y de infraestructura que propicien la reproducción del mosquito, el virus es una catástrofe regional de salud pública. Pero es no es una “catástrofe natural”. Es una catástrofe porque la población que se verá más afectada (las mujeres pobres del Caribe) por la epidemia no tiene la información ni las herramientas para evitar las consecuencias más graves que puede traer el virus (microcefalia).

Corte a Veracruz, ubicado el límite del Caribe y uno de los estados afectados por la epidemia de Chikunguña y de dengue en los noventas. En ese entonces el dengue se registró en 17 por ciento de las localidades y en sólo 6 por ciento de ellas se concentraron 70 por ciento de los casos de dengue en el estado, que fue uno de los “estados endémicos” del virus del dengue a finales del siglo pasado. Esto quiere decir que Veracruz es un estado potencialmente vulnerable al Zika también, y bueno, el año pasado la prensa alcanzó a hablar de dos casos. Pero el problema no es que el virus pueda llegar a las playas de Veracruz, el problema es que si llega, los y las veracruzanas estarán doblemente vulnerables porque la desinformación respecto a sus derechos es malintencionadamente confusa. Y no solo Veracruz, todos los estados mexicanos en donde las mujeres no tengan la información necesaria y/o el derecho para interrumpir un embarazo potencialmente trágico. En repetidas ocasiones el Nobel de Economía Amaryta Sen ha dicho que las hambrunas son principalmente un problema de acceso a los derechos. lo mismo sucede con casi todos los problemas de salud pública. Ojalá no sean necesarios los estragos del Zika para para que por fin tengamos políticas públicas decentes en materia de salud sexual y reproductiva.

Catalina Ruiz-Navarro
Feminista caribe-colombiana. Columnista semanal de El Espectador y El Heraldo. Co-conductora de (e)stereotipas (Estereotipas.com). Estudió Artes Visuales y Filosofía y tiene una maestría en Literatura; ejerce estas disciplinas como periodista.

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