El Ministerio del Interior informó en un comunicado, difundido por la agencia oficial Spa, que la aplicación de la condena tuvo lugar en la provincia meridional de Yazan.

El ajusticiado había sido sentenciado a la horca por haber golpeado con un objeto contundente a un ciudadano saudí hasta provocarle la muerte.

El fallo de la corte de primera instancia fue confirmado posteriormente por los tribunales de Apelación y el Supremo, y la orden final fue dada, como es habitual, mediante un decreto por el rey saudí, Salman bin Abdelaziz.

El ultraconservador reino saudí defiende una interpretación extremista de la ley islámica y desde la llegada al trono de Salman en enero han aumentado considerablemente el número de ejecuciones, la mayoría de ellas mediante decapitación por sable.

Aunque no hay cifras oficiales, los últimos datos de Human Rights Watch (HRW) apuntaban que en lo que va de año habían sido ejecutadas 85 personas, frente a las 88 decapitadas en 2014.

A la decapitación de hoy se suman otras tres realizadas ayer contra ciudadanos saudíes condenados por asesinato y narcotráfico, por lo que el número de ejecuciones se elevaría ya a 89.

En Arabia Saudí se condena a muerte a las personas encontradas culpables de asesinato, violación, narcotráfico, brujería y homosexualidad, y se imponen otros castigos como la lapidación o la amputación de miembros.

A pesar de las denuncias de numerosas organizaciones de derechos humanos, las autoridades saudíes hacen caso omiso a las peticiones para terminar con estos castigos.

Este mes, el Ministerio de Servicio Civil saudí lanzó una oferta de trabajo para contratar a ocho verdugos, cuyas funciones serían ejecutar a sentenciados a muerte, principalmente decapitándoles con un sable, y realizar amputaciones a ladrones convictos.