LA OPINIÓN

“No quiero que maten a mis hijos”: viuda de sicario de Los Zetas; Estados Unidos le niega asilo

30/10/2015 - 7:52 pm

Una lluvia de balas acabó hace poco con la vida de uno de los asesinos de una célula en el estado de Guerrero del sanguinario cártel de Los Zetas. Era el esposo de María Luisa Solís. Esta es la cuarta parte de una serie de relatos de mujeres que huyeron de la violencia y pidieron asilo político en EU.

Mar’a Luisa Sol’s, una guerrerense cuyo esposo, un sicario de Los Zetas, fue asesinado a balazos. Foto: Aurelia Ventura, LA Opinión
Mar’a Luisa Sol’s, una guerrerense cuyo esposo, un sicario de Los Zetas, fue asesinado a balazos. Foto: Aurelia Ventura, La Opinión

Por Isaías Alvarado

Ciudad de México, 30 de octubre (SinEmbargo/La Opinión).– Una lluvia de balas acabó hace poco con la vida de uno de los asesinos de una célula en el estado de Guerrero del sanguinario cártel de Los Zetas. Era el esposo de María Luisa Solís.

“Lo rafaguearon y le dispararon en la cabeza”, relata la viuda, de apenas 25 años. “Sí andaba con ellos, supuestamente ya no quería ser parte del grupo y fue cuando lo mataron”, agrega.

María Luisa asegura que no fue testigo de las actividades ilícitas de su marido, porque el grupo operaba en el norte de Guerrero y ella se quedó con sus dos hijos en la costa, cerca de Zihuatanejo.

Pero igual sufrían por los constantes enfrentamientos entre criminales y autoridades.

“Cada día se está poniendo más feo”, menciona Solís, quien trabajó como recamarera de un hotel. “Hay muchos robos; en Zihuatanejo se agarran a balazos. A mucha gente le quitan su casa, los sacan”.

Guerrero registró la tasa más alta de homicidios en todo México en 2014, con 43 asesinatos por cada 100 mil habitantes, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Acapulco, su principal destino turístico, es considerada la tercera ciudad más peligrosa del mundo.

Sólo de enero a junio de este año, ocurrieron 943 asesinatos en dicho estado, 21 por ciento más que en 2014.

Si bien su poder ha disminuido por la captura de sus principales líderes, el Cártel de Los Zetas, al que pertenecía el esposo de María Luisa, es uno de tantos que lucha por territorio en Guerrero.

La pareja se casó ahí y luego se fue a vivir a Minneapolis, donde nacieron sus dos hijos, Axel, de 9 años y Camila, de 6. Hace cuatro años regresaron a su tierra.

Asilada EU
La mujer vino a la garita de San Ysidro con sus hijos para pedir asilo polí’tico y se lo negaron. Aurelia Ventura, La Opìnión

ASILO RECHAZADO

Por el asesinato del esposo, María Luisa decidió pedir asilo político al gobierno de Estados Unidos, pero se lo negaron.

A finales de septiembre, después de pasar un mes en centros de detención de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en San Diego, Los Ángeles y Santa Ana, un juez rechazó su caso.

“Me dijeron que mi miedo no era creíble, porque les comenté que yo no estaba amenazada, sino que a mi esposo lo habían matado y no quería que mis hijos crecieran con tanta violencia”, señala.

“No iba a esperar a que mataran a uno de mis hijos para salirme; no quiero que los maten”, dice.

Maria Luisa estaba en un albergue para mujeres de Tijuana tras ser deportada. Sus hijos, nacidos en EEUU, está‡n con su hermana en un estado del norte del pa’s. Foto: Aurelia Ventura, La Opinión
Maria Luisa estaba en un albergue para mujeres de Tijuana tras ser deportada. Sus hijos, nacidos en EEUU, está‡n con su hermana en un estado del norte del pa’s. Foto: Aurelia Ventura, La Opinión

María Luisa es parte del 98 por ciento de mexicanos cuyos pedidos de asilo son rechazados cada año.

Sus hijos, ciudadanos estadounidenses, están ahora bajo el cuidado de su hermana en Minneapolis y ella fue deportada a Tijuana.

Los últimos días los ha pasado en el albergue para mujeres Madre Assunta, desde donde trata de localizar a un traficante de personas (coyote) que la lleve ilegalmente a EU.

“Aquí me siento triste por mis hijos, porque nunca he estado tanto tiempo sin ellos”, menciona.

El segundo piso de esta casa albergue, donde se encuentra una capilla, es uno de los lugares que más visita. Sube a rezar por sus hijos, por el alma de su esposo, por ella. A Guerrero no piensa regresar.

“Yo me vine por mis hijos, para que tengan una vida mejor”, insiste.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE LA OPINIÓN. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

 

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