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Dolia Estévez

01/09/2017 - 12:05 am

No todo es TLCAN

Es una realidad, no porque lo digan las alertas extranjeras, que la violencia y la inseguridad han empeorado. Este año, el penúltimo de Enrique Peña Nieto, el número de homicidios romperá récord.

Es una realidad, no porque lo digan las alertas extranjeras, que la violencia y la inseguridad han empeorado. Foto: Christina Serna, Cuartoscuro

Washington, D.C.–La alerta de viaje emitida la semana pasada por Estados Unidos, la primera con el sello del gobierno de Donald Trump, es más dura que las anteriores. Por primera vez, toca las joyas del turismo mexicano: Cancún, Playa del Carmen, la Riviera Maya y Tulum, en Quintana Roo, y Los Cabos, en Baja California Sur. En esos lugares, advierte, han repuntado los homicidios y se han registrado balaceras en zonas frecuentadas por turistas.

De acuerdo con la alerta, debe evitarse viajar a más de tres cuartos del territorio nacional—77 por ciento. Porcentaje insólito. De los 31 estados de la República Mexicana, sólo seis–Campeche, Hidalgo, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y Yucatán–junto con la Ciudad de México, están excluidos. El año pasado, los no violentos eran doce. En un futuro no muy lejano, también la venerable Ciudad de México podría aparecer en la alerta. El debate viene dándose desde el gobierno de Barack Obama.

La nueva advertencia es un golpe visceral contra la industria turística de donde proviene 10 por ciento del PIB mexicano. Es la tercera fuente de divisas, después de las remesas y el petróleo. El año pasado, alcanzó la cifra récord de 20 mil millones de dólares. México recibió 35 millones de visitantes internacionales. La mayoría del vecino del norte.

Es una realidad, no porque lo digan las alertas extranjeras, que la violencia y la inseguridad han empeorado. Este año, el penúltimo de Enrique Peña Nieto, el número de homicidios romperá récord. En el primer semestre, los asesinatos llegaron a 12 mil. La corrupción oficial en todos los ámbitos del gobierno, sigue alimentando niveles de impunidad y opacidad alarmantes.

La imagen nacional anda por los suelos. El mundo entero sabe que en México se espía a quienes combaten la corrupción y la impunidad, y se mata a quienes las reportan. El sistema judicial, cuando no es disfuncional, sirve sólo a los poderosos.

A tres días de darse a conocer la alerta, en un amplio reportaje de portada sobre el derrumbe de Acapulco, The Washington Post señaló que la violencia se está extendiendo a nuevos lugares y tomando nuevas formas; en Puebla, hay lucha frontal contra los  “huachicoleros” por la venta de combustible robado; Cancún y Playa del Carmen, se han bañado de sangre; la batalla por las rutas del trafico humano deja cuerpos esparcidos a lo largo del trayecto de los migrantes.

El gobierno despliega a las fuerzas del orden a los centros turísticos dejando a la mayoría de residentes locales desprotegida. En la zona hotelera de Acapulco, por ejemplo, hay 5,000 soldados, marinos y policías protegiendo a extranjeros en playas y restaurantes.

Pero lejos de reconocer la realidad, el gobierno peñista mañosamente ve fantasmas donde no los hay. El secretario de Turismo, ni tarde ni perezoso, vaticinó que la alerta de viajes podría ser una forma de presionar al gobierno en la mesa de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Pero no todo es TLCAN. Las negociaciones no son el epicentro del universo. La agenda entre Estados Unidos y México es multitemática, no unitemática; es multidimensional, no lineal. En la relación participan cotidianamente casi todas las secretarías y agencias del gobierno federal estadounidenses. Son miles los actores y factores que intervienen. Washington no es monolítico. Las burocracias no están conectadas. Tienen sus propias dinámicas.

Las alertas no las escribe el Representante Comercial de la Casa Blanca, sino la burocracia del Departamento de Estado. Son revisadas periódicamente para garantizar su validez y actualización. Es una tarea rutinaria en la que el pulso de la Embajada de Estados Unidos en México—a cargo de surtir la materia prima que usan los analistas en Washington para redactarlas–es decisivo. Se han emitido alertas el tiempo que llevan los estadounidenses tomando el sol en playas mexicanas. Varios de los estados a los que la dependencia pide no viajar, como Guerrero, llevan años en el listado. Son entidades fallidas donde impera el poder del narco.

Si la intención de la alerta fuera presionar a los negociadores mexicanos, ¿cómo explicar que el Reino Unido, Francia Alemania y hasta Canadá también advirtieron esta semana a sus ciudadanos sobre el riesgo de viajar a México? ¿Acaso esos países le están haciendo el caldo gordo a Trump? Trump, como está más que evidenciado, no necesita de tretas, ni de embrollados esquemas para presionar a México y decirle a su Presidente lo que le venga en gana. Lo hace solito. Sin ayuda de alertas. Con 140 caracteres.

De la Madrid dice que está trabajando con Gobernación para reducir la inseguridad. Si las alertas van a tener como consecuencia hacer que los gobernantes mexicanos tomen en serio el tema de la inseguridad en todo el territorio, no solo en los centros turísticos, pues bienvenidas. Si la presión externa es lo que se necesita, ya que la interna no ha servido, pues que haya más alertas.

 

Twitter: @DoliaEstevez

Dolia Estévez
Dolia Estévez es periodista independiente en Washington, D.C. Inició su trayectoria profesional como corresponsal del diario El Financiero, donde fue corresponsal en la capital estadounidense durante 16 años. Fue comentarista del noticiero Radio Monitor, colaboradora de la revista Poder y Negocios, columnista del El Semanario y corresponsal de Noticias MVS. Actualmente publica un blog en Forbes.com (inglés), y colabora con Forbes México y Proyecto Puente. Es autora de El Embajador (Planeta, 2013). Está acreditada como corresponsal ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington.

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