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Ernesto Hernández Norzagaray

27/04/2024 - 12:02 am

Contra las encuestas

En la lógica de las encuestas, nada afecta, pareciera que los resultados antes de provenir del sentir ciudadano son producto de una estrategia de propaganda que busca instalar en el inconsciente colectivo lo irremediable del triunfo de Morena y aliados, y la fatalidad de la derrota de la oposición. 

Votación en el Valle de Toluca.
“En definitiva, la sombra de los resultados de las elecciones de 2021, hoy, más que nunca, se hacen presentes, porque no está claro qué es lo que llevaría a un ciudadano a votar distinto a lo que votó en aquellas elecciones intermedias”. Foto: Crisanta Espinosa Aguilar, Cuartoscuro

Estos días abundan las encuestas de intención de voto con una constante: el triunfo de Morena y sus aliados es irreversible. Nada parece influir en ese resultado cantado: No influirán los más de 180 mil homicidios dolosos y el más del 95 por ciento de impunidad, la crisis profunda del sistema de salud o de educación, el rechazo del Presidente de reunirse con los padres de los ya 42 de Ayotzinapa o las madres con hijos de desaparecidos, el enriquecimiento a la Nahle, la corrupción en Segalmex y las obras emblemáticas de este Gobierno, las Afores, las reformas a la Ley de Amparo…  

En la lógica de las encuestas, nada afecta, pareciera que los resultados antes de provenir del sentir ciudadano son producto de una estrategia de propaganda que busca instalar en el inconsciente colectivo lo irremediable del triunfo de Morena y aliados, y la fatalidad de la derrota de la oposición. 

Me pregunto, ¿qué podría sustentar que los ocho millones de votos perdidos por Morena y sus aliados en 2021, estarán de regreso el 2 de junio, garantizando el triunfo amplio de Claudia Sheinbaum y la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, y poner en marcha el llamado Plan C? Que, recordemos, significaría el segundo piso del pretendido cambio de régimen del Presidente López Obrador.  

O en sentido contrario, qué pudo haber sucedido para pensar que la oposición toda junta -incluido MC- habiendo obtenido más votos que Morena y sus aliados en 2021, ¿no conservará o superará los más de 23 millones votos obtenidos en esa elección intermedia? 

A bote pronto se podrá decir que toda elección es diferente a la anterior menospreciando las tendencias pautadas por la elección anterior y el cruce con los estudios demoscópicos más confiables en materia de ciclos electorales. 

Quien escribe sostiene la hipótesis que la intención de voto no ha cambiado mucho, que se ha solidificado, y la oposición toda seguirá teniendo la preferencia de la mayoría de la gente, salvo que haya una caída de la participación por la intervención del crimen organizado. 

Si la gente sale a votar va a reeditarse lo sucedido en 2021, los votos acumulados por la triada PAN-PRI-PRD podrían no ser superiores a los de Morena-PT-Verde, porque los que necesita para superar los tendrá Movimiento Ciudadano, es decir, ese seis o siete por ciento que trae de intención de voto el candidato Álvarez Máynez. 

Si esta hipótesis, se cumple, tendremos que el primer efecto será que el llamado Plan C será el derrotado porque la coalición Juntos Hacemos historia difícilmente obtendría la mayoría calificada por más esfuerzos que están haciendo por intentar ir en candidaturas comunes en la elección de diputados federales y con candidatos propios, en la elección de senadores, buscando de esta forma, no sólo obtener la fórmula de mayoría, sino la de primera minoría en los estados donde van de esa manera. 

O sea, el resultado probable, es un Gobierno sin mayoría en ambas cámaras, lo que desde el punto de vista democrático es el ideal -según el politólogo catalán Josep Colomer- porque un escenario de ese tipo obligaría a la titular del Poder Ejecutivo a negociar con la oposición los presupuestos generales, como también, la vigencia de las instituciones de nuestra democracia. 

Pero algo más. Un escenario de Gobierno sin mayoría, o un Gobierno dividido, cae, lo han dicho varios analistas, como anillo al dedo a Claudia Sheinbaum, porque la ausencia de mayoría absoluta o calificada sería el fracaso de López Obrador porque debilitaría el chantaje que ejerce sobre su candidata presidencial.  

Y es que Claudia en un escenario fragmentado de este tipo estaría obligada a voltear a ver, no a su tutor político, sino hacia la oposición, que tendría los votos que necesita para sus políticas. Claro, en el supuesto caso, que ella gane la elección presidencial.  

Ahora bien, si observamos la nueva publicidad oficialista que está circulando en los medios de comunicación Claudia Sheinbaum en el segundo debate “saldrá a defender los logros del Gobierno de López Obrador” cuando el cálculo político invitaría a la prudencia y a tomar una distancia razonable de Palacio Nacional.  

Sheinbaum, en esta nueva publicidad, está dirigiéndose a los leales del obradorismo, los inamovibles, cuando debería dirigirse a los votantes indecisos, a los electores switchers, que serán quienes definirán el resultado en la elección presidencial.  

Y eso, seguramente, ya lo vio el cuarto de guerra de Xóchitl Gálvez para ir por ellos con una postura más independiente y, hasta crítica, hacia los partidos que la postulan como candidata presidencial. 

Por eso, este segundo debate, reviste un interés especial, porque Claudia Sheinbaum llegará con la presión de AMLO y eso, podría hacerla retroceder, porque estaría enfocada a satisfacer el ego del residente de Palacio Nacional. No a ampliar su base de votantes; y, Xóchitl Gálvez, llegará, seguramente, más suelta, con la lección aprendida, sólo con la presión razonable de las encuestas buenas en contra, pero, sabe, que al estar abajo en la mayoría de las encuestas todo es ganancia y es probable, que su estrategia sea más confrontativa e hincará la uña en la llaga de los incumplidos, las mentiras y burlas o los desaires del Presidente López Obrador. 

Ahora bien, es probable que en el debate del próximo domingo aumente la audiencia que tuvo el primero pues, de acuerdo con el INE, sólo alcanzó 13.7 millones de los casi 100 millones de personas con credencial para votar, o sea, en términos absolutos, esta participación ciudadana fue baja, lo que habla de que la mayoría de los ciudadanos todavía están en otra frecuencia y lo político electoral no es su primera preocupación. 

Y por eso muy probable que segmentos de indecisos y pragmáticos switchers se acerquen al televisor o a las redes, para escuchar y empezar a proyectar la dirección de su voto o de sus votos. 

En definitiva, la sombra de los resultados de las elecciones de 2021, hoy, más que nunca, se hacen presentes, porque no está claro qué es lo que llevaría a un ciudadano a votar distinto a lo que votó en aquellas elecciones intermedias. Las que emparejaron el piso electoral de los dos bloques partidarios cuando hay elementos en uno y otro sentido, que pueden definir el resultado en esta contienda histórica. A mi entender, hay más agravantes que logros para presumir. Al tiempo. 

Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.

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