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Diego Petersen Farah

01/12/2023 - 12:03 am

¿Presidente o mesías? AMLO, cinco años después

“Cinco años después tenemos un presidente políticamente muy fuerte y un gobierno y un Estado más débiles”.

Lo importante, lo que ocupa su tiempo y su energía es el movimiento, asegurar la continuidad y con ello su propia glorificación. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

¿En qué se parece el López Obrador de la toma de posesión hace cinco años con el de las mañaneras de las últimas semanas? La respuesta obliga a una nueva pregunta, ¿Cuál prevaleció, el que vimos en el recinto del Congreso jurando lealtad a las instituciones, respeto a los poderes y dándose baños de republicanismo, o el de la plaza, empapándose de pueblo, recibiendo el bastón de mando entre nubes de copal de manos de supuestos liderazgos indígenas en una ceremonia que no por cursi fue menos significativa? ¿Quién ganó la batalla interna Doctor Jekyll o Mister Hyde; AMLO o le Peje; el presidente republicano o el líder mesiánico?

La decepción de unos y la ilusión de otros tiene que ver justamente con que la batalla la ganó el mesías. Hoy el presidente es cada día menos republicano y más mesiánico, las mañaneras, cada día más largas, tienen día con día menos información y más sermón, las preocupaciones son menos institucionales y mucho, mucho más sectarias.

En el discurso del presidente el país y el gobierno se fueron desvaneciendo y en su lugar apareció la Cuarta Transformación. Lo importante, lo que ocupa su tiempo y su energía es el movimiento, asegurar la continuidad y con ello su propia glorificación.

El proceso no se dio de golpe, sino que se gestó a base de años, triunfos y derrotas. El punto de quiebre fue la elección del 2021, cuando pierde la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y cuando los estragos de la pandemia dejaron claro que muchas de las ideas originalmente planteadas quedaron solo en el papel.

Cinco años después tenemos un presidente políticamente muy fuerte y un gobierno y un Estado más débiles. Tenemos instituciones pauperizadas y una presidencia vigorizada, pero, sobre todo, una sociedad polarizada. Contrario a lo que sucedía en sexenios anteriores, la aparición de la candidata oficial no debilitó la imagen, la popularidad ni la fuerza del presidente que llega al sexto año (que en su caso será un año trunco de solo diez meses) con absoluto control y gran popularidad. Si el país está mejor o peor, eso depende de a quién se lo pregunte. Como siempre sucede, en la realidad hay cosas que están mucho mejor, por ejemplo, los salarios y en general los ingresos de las familias, una mayoría de asuntos que están igual y que solo fueron administrados, y algunos preocupantemente mal, particularmente los temas de salud y seguridad. Sin embargo, para el presidente y para sus seguidores esa evaluación es absolutamente intrascendente, lo que importa es que el mesías llega a su quinto año con el bastón de mando en la mano y con absoluto dominio del discurso y la narrativa.

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