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Germán Petersen Cortés

04/11/2014 - 12:02 am

Antipriismo

Un espectro se cierne sobre México: el espectro del antipriismo. La crisis por la que pasa la administración del presidente Peña ha metido este espíritu a la escena. La reacción social hacia las autoridades federales por lo sucedido en Iguala tiene múltiples explicaciones. No obstante, es imposible entender su virulencia sin tomar en cuenta que […]

Un espectro se cierne sobre México: el espectro del antipriismo. La crisis por la que pasa la administración del presidente Peña ha metido este espíritu a la escena. La reacción social hacia las autoridades federales por lo sucedido en Iguala tiene múltiples explicaciones. No obstante, es imposible entender su virulencia sin tomar en cuenta que la administración peñanietista ha hecho gala de vicios históricamente relacionados con el PRI.

Frente a Ayotzinapa, el gobierno federal se ha mostrado ineficiente, superficial y unilateral, es decir, muestra algunos de los malos hábitos más ligados al PRI en el imaginario popular. No obstante, esto no es todo: aparte de equivocarse en el manejo de la tragedia guerrerense, la actual administración ha cometido otros pecados capitales, que remiten inevitablemente a los defectos que, en otros tiempos, desencontraron al PRI con los ciudadanos.

México pasa por un momento antipriista. Resultaría impreciso llamarle movimiento, por su carácter más ambiental que organizativo, pero es adecuado decir momento. En tal coyuntura, se han visibilizado tanto identidades antipriistas de derecha como de izquierda. Unas y otras parten de valores distintos, tienen posturas ideológicas enfrentadas y sus prioridades de política pública contrastan. Sin embargo, coinciden en que se han opuesto históricamente al PRI. Lo que hoy le reclaman al peñanietismo evoca lo que le criticaron al tricolor en otros tiempos.

Ante la tragedia de Iguala, la administración peñanietista se ha mostrado ineficiente, superficial y poco abierta a la discusión. La ineficiencia burocrática es uno de los peores males del país, herencia en parte de siete décadas de partido hegemónico, durante las cuales prácticamente no tenía consecuencias negarle a los ciudadanos un eficiente desempeño gubernamental. Este mal vuelve a presentarse hoy, cuando el gobierno federal, a casi 40 días de las desapariciones forzadas en Iguala, sabe muy poco más de lo que averiguó en las horas inmediatamente posteriores a los hechos.

La comunicación del gobierno federal ha sido superficial: lugares comunes, nubosidad más que claridad, escasos compromisos, exceso de palabrería, saturación de lo mismo. Como ejemplo, los mensajes del Presidente en torno a Ayotzinapa, el origen de la peor crisis en lo que va de su sexenio: palabras huecas, contenidos prácticamente idénticos en todas sus apariciones, nada de profundidad. Además, ha imperado la unilateralidad en detrimento de la discusión. ¿Cuántas veces se ha expuesto el Presidente al escrutinio de los medios de comunicación? En su lugar, mensajes breves, controlados y verticales.

Las identidades antipriistas de derecha, sobre todo empresariales y de clases medias, le reclaman a la actual administración sus resultados económicos: crecimiento mediocre, lenta pero persistente acumulación de déficit y deuda, reforma fiscal en medio de la adversidad económica. Las palabras déficit y deuda están asociadas en el imaginario del empresariado y de las clases medias con devaluación y crisis, y tienen una liga inextricable con los gobiernos priistas de los setenta, ochenta y noventa. Estos mismos antipriistas le echan en cara al gobierno su escaso compromiso con el Estado de derecho, defecto también históricamente asociado con cierto PRI.

Las identidades antipriistas de izquierda se radicalizaron después de la reforma energética y, dicho de manera más general, tras el Pacto por México, tanto por los contenidos de este como por la estrategia política que lo impulsó. Estos antipriistas, que lo son sobre todo por el gen autoritario del PRI y su compromiso con el neoliberalismo, han encontrado en la coyuntura actual oportunidades inmejorables para enfrentarse al tricolor. De hecho, muchos de ellos hoy encabezan la mayor parte de las protestas frente a lo sucedido en Guerrero.

¿Qué derroteros tomará el antipriismo de cara a las elecciones de 2015? Lo más peligroso para el PRI sería la radicalización de los antipriistas de derecha, pues muchos de ellos forman parte –cada vez más a duras penas– de la coalición que le permite al PRI gobernar. Hay que dar por hecho que el antipriismo llegará con fuerza a los comicios intermedios, cargado de críticas hacia la administración actual y con la historia contemporánea de México como evidencia de que este PRI no es nuevo y que las consecuencias de gobernar de esta manera son conocidas por todos. A los que “sí sabían gobernar”, de repente se les complicó todo.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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