Los niños triqui conquistan la NBA: “Son increíbles, juegan descalzos y son muy buenos”, afirma Tim Duncan

04/12/2013 - 2:00 am
En un uno a uno. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.
En un uno a uno. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo.

Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– Descalzos, corriendo de espalda con los ojos bien abiertos, mientras su entrenador Sergio Ramírez Zúñiga les grita “Aao” insistentemente. Los niños Triqui hacen caso y defienden “uno a uno”. Enfrente tienen a Tim Duncan, Tony Parker, Manu Ginobili entre otros, pero les da igual y se plantan atentos a un pase. Los jugadores de los Spurs sonríen con sus pies descubiertos como un homenaje simbólico a este equipo de Oaxaca que hoy ha conquistado a los actuales campeones del Oeste y de paso a toda la NBA.

Invitados especiales, terminaron siendo los protagonistas del día con el cobijo de grandes figuras. Impulsados por el momento, decidieron jugar en igualdad de condiciones. Los Triqui aprovecharon la ventaja.

“Son increíbles, juegan descalzos y son muy buenos. Es una historia de vida impresionante”, declara Tim Duncan sobre los pequeños que sin pena tiran al aro por naturaleza sin querer impresionar a los profesionales de la mejor liga del mundo.

En la duela reluciente de la Arena Ciudad de México, la NBA hizo lo que mejor sabe hacer. En la segunda visita de temporada regular al país, organizó una clínica previo al partido de hoy donde se pudo ver el lado humano de figuras reconocidas mundialmente. Con el balón como pretexto, miembros de Olimpiadas Especiales dibujaron una sonrisa durante poco más de una hora mientras sentían la pelota en sus manos y escuchaban las indicaciones en un trastabillado español por parte de los técnicos.

Griselda Robles sostiene su teléfono al borde la duela. Con un pulso inestable está grabando a su hijo Diego Armando. Ella está con los ojos vidriosos, él muestra los dientes chuecos que dibujan una sonrisa sincera. “Es muy serio, casi no sonríe”, dice emocionada cuando le toca pasar el balón tras la indicación de Gregg Popovich. Uno de los mejores entrenadores de la historia, conocido por su reacio carácter, es el más feliz de todos. Se acerca hasta Diego le dice algo en medio de una carcajada y le acaricia la cabeza. Griselda se emociona, la toma del celular se mueve por el pulso libre. “Tiene una incapacidad intelectual que le impide leer o escribir”, cuenta sin pena. Diego Armando Ramos tiene 23 años. Voltea a ver a su madre después de cada participación, ella saluda.

Ricky Rubio es un catalán de la misma edad. En su biografía está escrito que es basquetbolista, pero para muchos es un mago con un balón. Él fue el encargado de tomar la batuta de la clínica por parte de los jóvenes Timberwolves de Minnesota y lo hizo siempre sonriente, sorprendido por esos niños descalzos que sólo querían jugar. Enseñó a pasar, como en cada partido que juega, pero sobre todo se dejó querer por los miembros de Olimpiadas Especiales que lo cautivaron. “¡Te habla el muchacho!”, le grita María Elena Sandoval a su hijo que voltea a verla emocionado cuando Rubio intenta explicarle un ejercicio. Sergio Enrique tiene Síndrome de Down, pero un amor loco por cualquier deporte. “No le dije a donde veníamos, si le avisaba un día antes se me desespera”, dice emocionada la señora de Iztapalapa.

El protocolo indicaba ver primero entrenar a los Wolves y después a los Spurs. Tan exactos en la mejor liga del mundo, así comenzó. Sin embargo fue más el sentido común de la situación e invitaron al equipo tejano para que saliera antes y compartieran la duela. Ahí estaban un montón de afortunados viendo a esos gigantes que les sonreían. Pronto la cancha se llenó de maestros y alumnos jugando basquetbol. “Cada vez que veo este tipo de eventos se me parte el corazón. Es necesario involucrarlos para lleven lo mejor que puedan su vida. Y que bueno que la NBA despierte nuevas ilusiones por medio de un balón”, cuenta Raúl Zárraga, director de NBA México. El mejor basquetbol del mundo pidió un escenario a la altura de su reputación y se encontró con algo “mejor que muchas arenas de Estados Unidos. Para mí está entre las mejores 10 del mundo”, finaliza Zárraga sobre la Arena Ciudad de México.

A Manu Ginobili lo conocen como el Maradona del Basquetbol. De su mano izquierda ha nacido una afición latina que lo ve como un ejemplo a seguir. A sus 35 años se ha asegurado un lugar en el salón de la fama. Ayer fue el más activo en la clínica. La humildad de Manu invadió todo el ambiente entre risa y risa que compartía con los afortunados alumnos. Fue el primero en quitarse tenis y calcetas para jugar con los Triqui, después de ser el que más aplaudió los ejercicios y quien más tiempo dedicó a los micrófonos. “Solo soy un afortunado que hace lo que me apasiona, no puedo pedir algo más”, dice después de aclarar que el único viejo de la plantilla es Tim Duncan. Impresionado por el lugar, así como por los niños sin zapatos, felicita a México “por tener la infraestructura para realizar estos o eventos sociales y deportivos”.

Los niños triqui conquistan la duela previa al encuentro de Spurs. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Los niños triqui conquistan la duela previa al encuentro de Spurs. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

El partido improvisado sigue su curso ante la atenta mirada de Gregg Popovich que le exige a Parker mayor intensidad provocando las carcajadas de los asistentes. “Su humildad fue lo que más me sorprendió. Son jugadores consagrados que ganan millones de dólares y se entregan a niños desconocidos”, dice emocionado Sergio Ramírez Zúñiga, el culpable de que el programa en la región Triqui haya alcanzado lugares impensados. Los niños son entrevistados ante una cámara, ellos contestan tranquilos. “Al inico era difícil explicarles. Es complicado pensar que un libro o un balón te van a sacar adelante cuando haces una comida al día, pero ahora con todo lo que ha pasado están muy ilusionados”, cuenta Ramírez aclarando que el único propósito de todo es que “estos niños tengan una oportunidad, que sus papás tengan una mejor calidad de vida y que terminen una carrera. Los niños tienen que entender que el objetivo primordial es que tengan una carrera.”

El día acabó con la última foto. La duela quedó impregnada de pies descalzos y alguna lágrima de los alumnos por un día de grandes mentes del basquetbol estadounidense. La Arena, con toda su majestuosidad, recibió una lección de la mejor liga del mundo tan preocupada por las labores sociales. Con un perfecto sentido común, los Triqui jugaron frente a los Spurs un partido improvisado. Los de San Antonio, que venían a ganar, perdieron el primero de dos compromisos pero se fueron felices por la experiencia. En un mar de prensa, prevaleció el amor por el juego. Ese que ayer homenajeo una tarde del caótico Distrito Federal, con un acercamiento natural entre profesionales y su gente. Agradecidos, le dieron la mano a todos antes de marcharse pensando ya en el partido de hoy. La visita 21 de la NBA a suelo mexicano, es ya un éxito.

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