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Melvin Cantarell Gamboa

07/02/2024 - 12:05 am

Ultime barbarorum (El colmo de la barbarie)

La causa de la suspensión de la ayuda a la UNRWA se debió a la acusación de Israel y Estados Unidos de que 12 de esos empleados son colaboradores de Hamás, sin embargo, hasta el momento no se han presentado pruebas y sólo se ha suspendido a uno de ellos.

Humo emana tras un bombardeo israelí en la Franja de Gaza, visto desde el sur de Israel, el domingo 4 de febrero de 2024.
“La causa de la suspensión de la ayuda a la UNRWA se debió a la acusación de Israel y Estados Unidos de que 12 de esos empleados son colaboradores de Hamás, sin embargo, hasta el momento no se han presentado pruebas y sólo se ha suspendido a uno de ellos”. Foto: Ariel Schalit, AP

Este escrito expresa mi sentimiento de coraje e indignación, acompañado de rabia, repugnancia y desprecio; estado emocional que tonifica el ánimo cuando se responde a una situación que se percibe vil, malvada y de extrema crueldad. 

En uso de mi derecho a pensar y decir lo que pienso doy rienda suelta a mis afecciones sobre el curso último que ha tomado el conflicto judeo-palestino y, en mi afán de comprensión y toma de conciencia sobre el asunto, nutro mi punto de vista en los últimos acontecimientos, es decir, en los hechos y en la creencia de que el mundo pudiera tener un futuro de paz y convivencia. 

En nombre de esta certidumbre condeno la decisión de Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea, Alemania, Japón, Canadá, Suiza y otros diez países, todos ellos occidentales, con la excepción de Japón, que en el colmo de la barbarie interrumpieron el financiamiento a la Agencia de la ONU para la Ayuda de los refugiados Palestinos (UNRWA), un organismo que proporciona agua, alimentos, educación, sanidad, servicios sociales y ayuda humanitaria a seis millones de desplazados que encontraron refugio en Jordania, Líbano y Siria; son palestinos atendidos por 30 mil trabajadores (todos ellos refugiados). La causa de la suspensión de la ayuda a la UNRWA se debió a la acusación de Israel y Estados Unidos de que 12 de esos empleados son colaboradores de Hamás, sin embargo, hasta el momento no se han presentado pruebas y sólo se ha suspendido a uno de ellos.

La situación tuvo su origen en mayo de 1948, durante el primer conflicto armado entre Israel y su vecina Palestina, la guerra obligó a 700 mil árabes-palestinos a dejar sus hogares y escapar hacia Jordania, Líbano y Siria; pero una vez acordado el alto al fuego, Israel negó a estas personas el derecho a regresar a sus casas y se convirtieron en refugiados permanentes; la guerra de 1967 y el establecimiento de asentamientos judíos en Gaza elevaron la cifra de los expatriados a los seis millones actuales.

Las contribuciones al fondo de la ONU son risibles e insignificantes si lo comparamos con los 165 mil millones que Estados Unidos tiene programados para Ucrania en municiones, misiles, artillería, sistemas antiblindaje, equipos de demolición, piezas de repuesto y médicos (este año se tienen programados 60 mil millones de dólares) y si le sumamos los 50 mil millones de dólares que la Unión Europea ha prometido para los próximos cuatro años, es una inversión escandalosa si la comparamos con el presupuesto destinado a la UNRWA, que en 2023 fue de sólo mil 030 millones de dólares. Estados Unidos contribuyó con 344 millones, Alemania 202 millones, la Unión Europea 114 que representan el 70 por ciento del total y la complementan los restantes miembros de la ONU. Esta miserable subvención representa una gota de agua en el océano cuando los desplazados de Gaza carecen de todo; según la UNRWA decenas de miles de personas puede morir de hambre en las próximas semanas en la franja de Gaza; una situación tan peligrosa que colapsaría el sistema humanitario que, supuestamente, se acordó para preservar la vida en los campos de refugiados y representa el último recurso para sus habitantes para mantener su existencia, pues les está prohibido salir de los campamentos.

El presente estado de cosas desnuda, exhibe a la luz del día y denuncia a Occidente como una civilización hipócrita, carente de virtud y de amor al prójimo que afirma preferir la paz y no la guerra mientras invierte en la muerte 500 veces más que en la vida, que hace pasar la fuerza, la agresividad, la disposición a matar, la destrucción, la crueldad, la maldad y la voluntad de poder como actos humanitarios; que además, con sus provocaciones y amenazas mundializa los conflictos bélicos para mantener boyante su industria militar. 

Baste como ejemplo de lo anterior el presupuesto militar de los Estados Unidos; el Congreso aprobó, para 2024, 883 mil millones de dólares, que sumados a la guerra de Ucrania y el conflicto en Medio Oriente alcanza casi el millón de millones de dólares, además, los conflictos han impulsado el crecimiento de su industria armamentista un 50 por ciento; Norteamérica exportó en los últimos dos años más de 200 mil millones de dólares sin poner en peligro a uno solo de sus militares.

Pero no sólo Estados Unidos, Occidente entero ha sido históricamente una civilización punitiva y bárbara, si entendemos por bárbaro al que niega humanidad al otro, al que no reconoce en los demás un ser humano, sino que los consideran bestias, animales incapaces de razonar, sin embargo, esos a los que acusa de carecer de naturaleza humana no inventaron la Inquisición, la colonización, las prisiones, la esclavitud, la servidumbre, el sometimiento a aquel que se oponga a su dominio, las fronteras, la bomba atómica y las ideologías; fueron ellos los que levantaron cadalsos, usaron la guillotina, los campos de concentración, centros de detención y tortura, la reclusión secreta de prisioneros en países extranjeros y muchas otras medidas en nombre de su “seguridad nacional”. En pocas palabras: históricamente Occidente ha sido el depredador de depredadores que desde que se convirtió en una potencia y acumuló su formidable poderío actual lo ha utilizado caprichosamente para matar, agotar la vida, empobrecer a los pueblos, menguar a los países, fatigarlos, castrarlos para hacerlos parecer impotentes; Palestina es el ejemplo y, al mismo tiempo el: Yo acuso de sus inequidades.

Los palestinos no son la bestia negra a la que hay que matar, destruir y hacer desaparecer, pues la barbarie no es atribuible solo a ellos, sino lo que define a la civilización judeo-cristiana. 

Por último y en estricto apego a la historia ¿puede Occidente presentarse ante el mundo como lo más humano, lo más excelso y paradigma de la humanidad? Ni Norteamérica ni Europa son superiores por su humanitarismo ni a quienes ellos niegan humanidad son seres defectuosos.

Melvin Cantarell Gamboa
Nació en Campeche, Campeche, en 1940. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es excatedrático universitario (Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Sinaloa). También es autor de dos textos sobre Ética. Es exdirector de Programas de Radio y TV. Actualmente radica en Mazatlán, Sinaloa.

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